miércoles, 30 de marzo de 2016

Del Catecismo de la Iglesia

EL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA




 Rafael Sanz  Valdivieso OFM
Instituto Teológico de Murcia OFM
Universidad Pontificia Antonianum. Roma

El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC), según la constitución apostólica Fidei depositum (de 11 de octubre de 1992), promulgada por el Papa Juan Pablo II para la publicación del mismo, es un catecismo de los llamados “mayores”, porque contiene una exposición orgánica y esencial de la doctrina de la Iglesia Católica. Se distribuye en cuatro partes vinculadas entre sí de forma armoniosa: 1 ) La profesión de la fe (el Credo); 2) La celebración del misterio cristiano en la liturgia (los sacramentos); 3) La vida en Cristo (la moral y los mandamientos); 4) La oración cristiana (el Padrenuestro) (cf. CIC prefacio, n. 13). El Catecismo se publicó en 1992 en lengua francesa, la edición oficial latina no llegó hasta 1997, pero se había comenzado a redactar en los años ochenta, aunque las peticiones de un catecismo renovado se remontan a poco después del Concilio Vaticano II, a finales de los años sesenta. La composición del mismo, su redacción y revisión se encomendó a una comisión de doce cardenales, presidida por el entonces cardenal Ratzinger y a un comité de redacción compuesto por siete obispos diocesanos. Desde 1986 hasta 1992 se fueron aprobando la disposición interna y el contenido, en diez etapas, que dieron lugar al texto definitivo aprobado en el mes de abril de 1992.
El Catecismo comprende: La fe cristiana, contenida en el Credo (primera parte) y celebrada en la liturgia de la Iglesia y en sus sacramentos (segunda parte), ilumina y fortalece el comportamiento y las acciones de los fieles (tercera parte), inspirando también la oración (cuarta parte). La distribución tiene sus estadísticas que reparten así el contenido: pues la primera parte (el Credo) comprende un 39%; la segunda parte (los sacramentos), comprende un 23%; la tercera parte (los mandamientos y la vida moral) comprende un 27%; la cuarta parte (la oración) un 11%.
1. En este conjunto que forma el Catecismo, por el hecho mismo de serlo, está la exposición “de modo fiel y orgánico de las enseñanzas de la Sagrada Escritura, de la Tradición viva de la Iglesia y del Magisterio auténtico, y de la herencia espiritual y teológica de los Padres, de los santos y santas de la Iglesia, ocupa la mayor parte; así se puede llegar a conocer mejor el misterio cristiano y fortalecer, alimentar y avivar la fe del pueblo de Dios” (Fidei depositum). Es la distribución del contenido que ya aparecía en el Catecismo Romano de 1566, pero ahora – con palabras del mismo santo Papa – teniendo en cuenta “las explicaciones de la doctrina que a lo largo del tiempo el Espíritu Santo ha sugerido a la Iglesia. Es también necesario que ayude a iluminar con la luz de la fe las situaciones nuevas y los problemas que en el pasado aun no habían surgido” (Ibíd.). La novedad del Catecismo es que incluye unos puntos de síntesis – 545 en total –, puestos al final de cada parágrafo, que ayudan a memorizar la doctrina expuesta.
En un tiempo de indiferencia religiosa y de escepticismo relativista, de oscurecimiento de los valores, el Catecismo se propone como un punto de referencia autorizado, fundamentado sobre las firmes y gozosas certezas de la Revelación divina, como la fe en Dios Trinidad y su presencia providente a lo largo de la historia y en la vida dela Iglesia y de la comunidad humana. Además, ofrece la síntesis armoniosa de lo que el Concilio Vaticano II promovió en la Iglesia (los Documentos del Concilio aparecen citados más de setecientas veces en el Catecismo), y un camino de comunión eclesial viva y actual, recordando lo que dice Pablo (1Co 15,3): “Os he transmitido, en primer lugar  lo que a mi vez recibí”.
2. Pero nos interesa destacar que el Catecismo destaca la centralidad del misterio de Cristo, el Hijo Unigénito de Dios, enviado por el Padre, que se hizo hombre en el seno de María por obra del Espíritu Santo, para ser Salvador de la humanidad. Jesucristo es, pues, la fuente de la fe; está presente con acción salvadora en la Iglesia y en sus sacramentos; es el modelo y con su gracia la base firme en la que se apoya la vida cristiana y sus actos; es maestro e inspirador con el Espíritu Santo de la oración  que dirigimos al Padre.
Pero esta centralidad de Cristo se comprende dentro de la Economía de la Revelación, presentando la doctrina desde la Sagrada Escritura y desde la Liturgia, propuesta para la vida de la Iglesia; desde la Palabra de Dios para celebrar los misterios de Cristo para la vida del mundo. El misterio de Cristo la Iglesia tiene el deber y el derecho de transmitirlo para los seres humanos, porque es el ser humano concreto, hombre o mujer, el destinatario de la catequesis, en todas las dimensiones de su ser y actuar. Si ser cristiano es decir sí a Jesucristo, entonces la catequesis es poner a Cristo en el centro, centro viviente, no sólo verdades que hay que creer, sino una Persona viva, en la plenitud de su humanidad y de su divinidad, como Salvador y como Cabeza de la Iglesia y de toda la creación.
Por lo tanto, el camino de la fe al que quiere servir el Catecismo, es 1) el encuentro progresivo y transformador con una Persona, Jesucristo, piedra angular y punto focal al que se orientan las aspiraciones y los anhelos de los hombres; 2) Según la forma de Cristo, viviendo su memoria, su ser, su hablar  y su actuar, su morir y su resucitar, en los que se revela Dios al ser humano y el ser humano a sí mismo; 3) Seguimiento de Cristo, no mero conocimiento de lo que ha dicho y hecho, pues la fe debe transformar la vida  según la dimensión de Cristo, que “me amó y se entregó por mí” (cf. Ga 2,20). Cristo es el fundamento y el criterio de la identidad cristiana. En Cristo se superan las tentaciones o los riesgos de las ideologizaciones, evitando mezclar la catequesis con propuestas más o menos intencionadas de naturaleza político social o tendencias políticas personales. Por último, si Cristo es el centro de la catequesis, esta tiene que ser ecuménica y misionera, porque se propone llevar “el vigor del Evangelio al corazón de la cultura, de las culturas” (Catechesi tradendae, 53), porque Cristo no puede ser extraño para ningún pueblo y en ningún tiempo.

3. Otra dimensión que destacamos presente en el Catecismo es la Iglesia. La comunidad cristiana es el sujeto primordial de la doctrina que se contiene en el Catecismo, pues es la Iglesia la que ofrece la instrucción y exposición de la fe que vive y de la que da testimonio. Por lo tanto no es una cuestión privada, de cada individuo, sino de la Iglesia comunidad que vive la fe y la celebra; por eso toda vocación, cada carisma, cada uno de los ministerios están al servicio del crecimiento del cuerpo de Cristo. La Comunidad cristiana se vuelve así el lugar adecuado de la catequesis, del sentido que el Catecismo tiene para educar en la fe a sus hijos. La fe no es un mero saber las verdades, sino que según el catecismo es un “saber vivir” que se transmite vitalmente y comprende todo el tejido de relaciones, desde la familia a la parroquia, a los grupos y movimientos apostólicos, o los que promueven la comunión social. En la comunidad cristiana el misterio de Cristo es anunciado, celebrado, vivido, orado, porque la fe es un don que se ha de transmitir. Todo lo que el Catecismo ofrece para formar en la fe está dirigido al servicio del ser humano, siguiendo la lógica de la encarnación, para darle una dimensión cristiana a la vida y a la cultura.

Santos y Beatos, del 1 al 12 de abril

                                                                       ABRIL

                                                                                  1 de abril
                                                       Anacleto González Flores (1888-1927)

            El beato Anacleto González Flores, de la Orden Francis-cana Seglar, nace en Tepatitlán (Jalisco. México), el 13 de julio de 1888, hijo de Valentín González Sánchez y María Flores Navarro. Ingresa en el Seminario de San Juan de los Lagos. Comprueba que no tiene vocación y estudia en la Escuela Libre de Derecho. En 1920 se afilia a la sociedad secreta “Unión de Católicos Mexicanos” de la que sería su director en Jalisco. Es disuelta por Pío XI en 1929. Contrae matrimonio con María Concepción Guerrero en octubre de 1922, con la que tiene dos hijos. Apoya la Liga Nacional en defensa de la libertad religiosa contra los ataques laicistas del Estado. Crea la Unión Popular a principios de 1925 con un órgano de difusión llamado «Semanario Gladium», que alcanza una tirada de cien mil ejemplares. Apoya a la Iglesia con libros, artículos, conferencias, etc. Como abogado protege continuamente a los pobres y marginados que no tienen medios para defenderse. La madrugada del 1 de abril de 1927 lo apresan y, trasladado al cuartel Colorado, es torturado y asesinado. El papa Benedicto XVI lo beatifica el 20 de noviembre del año 2005.

                                               Común de Mártires

            Oración. Señor, Dios nuestro, que concediste al mártir Anacleto González Flores pelear el combate de la fe hasta derramar su sangre, te rogamos que su intercesión nos ayude a soportar por tu amor la adversidad, y a caminar con valentía hacia ti, fuente de toda vida. Por nuestro Señor Jesucristo.


                                                                              2 de abril
                                                        Leopoldo de Gaiche (1732-1815)

            El beato Leopoldo nace en Gaiche (Perusa. Italia) el 30 de octubre de 1732, hijo de José Croci y Antonia María Giorgi. Viste el hábito franciscano el 19 de marzo de 1751 en el convento de San Bartolomé de Civitola. De 1752 a 1757 se entrega al estudio de literatura, filosofía y teología. Es ordenado Sacerdote el 5 de marzo de 1757 y enseña filosofía y teología en el Centro de estudios de su Provincia. El beato Leopoldo se dedica a la predicación, sobre todo en la Umbría y el Lazio. Buen orador, sigue el método y el reglamento sobre las misiones de San Leonardo de Porto Mauricio. Sus misiones duran al menos 15 días con varios sermones cada jornada. Su predicación se centra en la pasión y muerte del Señor, erigiendo el «Vía Crucis» en las iglesias y fomentando la devoción a la Santísima Virgen. En todas las misiones tenía dos procesiones dedicadas a Jesús y a María. Desempeña el oficio de Guardián, Vicario y Ministro Provincial de la Umbría. Muere el 2 de abril de 1815 en Espoleto, a la edad de 83 años, de los que 47 los había ocupado en las misiones. El papa León XIII lo beatifica el 12 de marzo de 1893.
                                   Común de Pastores o Santos Varones,

            Oración. Señor, luz de tu pueblo y pastor de los hombres, que has confiado al beato Leopoldo de Gaiche la misión de apacentar a tu pueblo con la predicación y con el testimonio de una vida santa, concédenos, por su intercesión, guardar íntegro el don de la fe que nos legó su palabra y seguir el camino que nos marcó su ejemplo. Por nuestro Señor Jesucristo.


                                                                                2.1 de abril
                                                            Isabel Vendramini (1790-1860)

            La beata Isabel Vendramini nace en Bassano del Grappa (Vicenza. Italia) el 9 de abril de 1790. Estudia en las Agustinas, donde recibe una formación espiritual centrada en la vida interior y en la relación personal con Dios. A esto se une su tendencia a vivir en soledad y a mantener una relación constante con Dios cultivando la vida de oración. La inclinación religiosa de su vida la enriquece con unas cualidades extraordinarias que le hacen ser admirada por todo su entorno social. Poco antes de casarse ve con claridad que debe entregarse por completo al Señor, lo que constituye para ella una verdadera conversión. En 1821 viste el hábito de la Orden Franciscana Seglar en Fassano con el nombre de Margarita. Marcha a Padua y funda el 4 de octubre de 1830 las Hermanas Isabelas de la Tercera Orden de San Francisco. Las religiosas llevan una vida intensa de oración que alternan con la educación de la juventud y la atención a las señoras ancianas. Muere en Padua el 2 de abril de 1860, y el papa Juan Pablo II la beatifica el 4 de noviembre de 1990.

                                               Común de Vírgenes


            Oración. Oh Dios, que hiciste a la beata Isabel Vandramini una maestra en la vida interior y en la oración, concédenos, por su intercesión, vivir los misterios de tu Hijo, para que podamos llenarnos de alegría en la manifestación de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo.


                                                                                 3 de abril
                                                Juan de Penna San Juan (1200ca.-1271)

            El beato Juan nace hacia el año 1200 en Penna San Giovanni (Macerata. Italia). Fray Felipe evangeliza en Las Mar-cas y atrae a Juan, con unos quince años, para que siga a San Francisco. Ingresa en el convento de Recanati. Ordenado sacerdote, es enviado a predicar en la Provenza bajo la dirección de Juan Bonelli de Florencia. San Francisco, en el Capítulo de 1217, manda a treinta hermanos para combatir la herejía albigense. Aquí pasa veinticinco años. Se le recuerda como un catequista digno de veneración y admiración, además de asistir a los leprosos y otros enfermos. Contribuye al afianzamiento del franciscanismo en Francia. Seguramente conoció a San Antonio de Padua cuando éste predica en Limoges y Tolosa e interviene en el capítulo de Arles. Regresa a las Marcas, donde vive otros treinta años, ejerciendo el oficio de Guardián y proclamando el Evangelio por todo el territorio. Muere el 3 de abril de 1271. El papa Pío VII concede oficio y misa en su honor el 20 de noviembre de 1806.

                                               Común de Pastores o Santos Varones

            Oración. Señor Dios, que no cesas de enaltecer a tu siervos con la gloria de la santidad, concédenos que el Espíritu Santo nos impulse a dar testimonio del Evangelio como lo hizo el beato Juan de Penna San Giovanni. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                                                                3.1 de abril
                                                            Gandolfo de Binasco (1260)

            El beato Gandolfo nace entre finales del siglo XII y principios del XIII en la provincia de Milán (Lombardía. Italia). Pertenece a la familia de los Sacchi, que lo educa con rigor cristiano. Imitando a San Francisco, entrega todos sus bienes a los pobres, ingresa en la Orden, y se dedica al estudio, la oración y la penitencia. Una vez ordenado sacerdote, evangeliza por toda Italia. Visita las grandes ciudades, sin descuidar su vida de oración y penitencia. Viaja a Sicilia y se retira a un eremitorio cerca de Polizzi Generosa, a 98 kilómetros de Palermo. La vida de soledad y penitencia también la alterna en la Isla con la predicación. Lo hace en las ciudades de Palermo, Termini Imerese, Castelvetrano, etc. Muere en Polizzi Generosa el 3 de abril del año 1260. El papa León XIII aprueba su culto el 10 de marzo de 1881.

                                   Común de Pastores o Santos Varones

            Oración. Señor, tú que otorgaste al beato Gandolfo de Binasco la gracia de seguir y predicar a Cristo pobre y crucificado, concédenos también a nosotros, por su intercesión, la gracia de vivir y proclamar la vida de tu Hijo a todas las gentes. Por nuestro Señor Jesucristo.


                                                                       4 de abril
                                                         Benito de Palermo (1526-1589)

San Benito nace en San Fratello (Mesina. Italia) en 1526, hijo de Cristóbal Manassari y Diana Larcari, descendientes de esclavos negros. Su oficio de joven es de pastor y agricultor en unas tierras que le cede su padre. A los veintiún años ingresa en una comunidad de ermitaños, fundada por Jerónimo Lanza, que vive bajo la Regla de San Francisco. San Benito llega a ser superior de la comunidad. En 1562 Pío IV suprime el instituto y San Benito ingresa en el convento franciscano de Santa María de Jesús, en Palermo, fun-dado por el beato Mateo de Agrigento. Aquí permanece toda su vida salvo una corta estancia en el convento de Santa Ana Giuliana. Ejerce el oficio de cocinero, guardián, maestro de novicios, etc. Posee el don de consejo y el de discernimiento de los espíritus. Muere el 4 de abril de 1589 a la edad de 63 años. El papa Benedicto XIV lo beatifica y Pío VII lo coloca en el catálogo de los Santos.

                                               Común de Santos Varones

            Oración. Dios, amigo de los hombres, que para realizar tu designio de salvación de todos los pueblos escoges hijos en los que resplandecen los prodigios de tu amor, entre los que brilla el bienaventurado Benito, a quien has llamado para servirte con la oración y la penitencia en la santa Iglesia, concede a tu familia manifestar al mundo con las obras tu amor sin límites. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                                           4.1 de abril


                                   Guillermo Buccheri de Sicli (1309-1404)

            El beato Guillermo, de la Orden Franciscana Seglar, nace en Noto (Sicilia. Italia). Pertenece por un tiempo a la corte de Federico II de Aragón, rey de Sicilia. Después de un accidente, se retira a un lugar solitario cerca de Noto llamado «La celda del Castillo». Al principio le acompaña San Conrado Canfalonieri de Piacenza; cuando éste se recluye en Pizzoni, nuestro beato se va a Sicli en 1345 donde construye un eremitorio junto a una iglesia dedicada a la Señora de la Piedad. Aquí se centra en la oración, llevando una vida de penitencia extrema y mostrando una fortaleza de ánimo inigualable. A pesar de vivir retirado y aislado de la gente, le visitan muchos creyentes para consultarle los problemas de sus vidas y recibir sus favores. Habita en este lugar durante 57 años. Muere el 4 de abril del 1404. Todo el pueblo de Sicli lo traslada a la iglesia de San Mateo en la que es sepultado en olor de santidad. El papa Pablo III aprueba su culto el 27 de junio de 1539

                                               Común de santos Varones

            Oración. Te ofrecemos, Señor, este sacrificio de alabanza, celebrando la memoria del beato Guillermo Buccheri de Sicli y te pedimos que la Familia Franciscana permanezca fiel a su misión y firme en sus compromisos evangélicos. Por nuestro Señor Jesucristo.


                                                                                   5 de abril
                                                       María Crescencia Höss (1682-1744)

            Santa María Crescencia Höss, de la Tercera Orden Regular de San Francisco, nace el 20 de octubre de 1682 en Kaufbeuren (Baviera. Alemania). Hija de un tejedor, ayuda a su padre en este oficio hasta que ingresa en el monasterio de las Terciarias Franciscanas de Mayerhoff en Kaufbeuren el 5 de junio de 1703. Durante muchos años ejerce el oficio de portera del convento; después es nombrada maestra de novicias y el 23 de julio de 1741 es elegida superiora. Santa María Crescencia se convierte en guía espiritual y consejera decisiva para muchas personas. Le escriben de todas partes solicitando su consejo. Se distingue por su devoción al Espíritu Santo y a la Pasión de Cristo, así como por su caridad para con los pobres. Muere el 5 de abril de 1744, noche de Pascua ese año. El papa León XIII la beatifica el 7 de octubre de 1900 y Juan Pablo II la canoniza el 25 de noviembre del 2001.

                                                           Común de Vírgenes

            Oración. Oh Dios, Padre misericordioso, que en tu virgen Santa María Crescencia has ofrecido a tu pueblo un ejemplo de perfección cristiana, concédenos, te rogamos, imitar sus virtudes, para que podamos alcanzar la gloria eterna. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                                                             6 de abril
                                                              Pierina Morosini (1931-1957)

            La beata Pierina Morosini, de la Orden Franciscana Seglar, nace el 7 de enero de 1931 en Fiobbio (Bérgamo. Italia), hija de Roque Morosini y Sara Neris. A los quince años se coloca en la fábrica de algodón Honeger de Albino, sita a unos 4 kms. de su casa. Ayuda en las catequesis de su parroquia y participa en la Eucaristía todos los días antes de ir al trabajo. Su vida ha dejado un ejemplo de sencillez, amor a la pureza, a la oración y a la caridad. El 4 de abril de 1957, a primeras horas de la tarde, mientras regresa de Albino a su casa, en un lugar solitario le aborda un joven. Pierina le opone fuerte resistencia. Es inútil. Agredida, se defiende con todas sus fuerzas. Herida mortalmente en la nuca con una piedra repetidas veces, pronuncia palabras de fe y de heroico perdón, hasta que entra en un coma irreversible. Es llevada al hospital de Bérgamo. Muere a los dos días, el 6 de abril. El papa Juan Pablo II la beatifica el 4 de octubre de 1987.

                                               Común de Mártir

            Oración. Señor, tú que te complaces habitar en los limpios de corazón, concédenos, por intercesión de la beata Pierina Morosini, virgen, vivir, por tu gracia, de tal manera que merezcamos tenerte siempre con nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                                                                 7 de abril
                                                   Juan Bautista de la Salle (1651-1719)

            San Juan Bautista nace en Reims (Champaña-Ardenas. Francia) el 30 de abril de 1651. Después de cursar los estudios eclesiásticos y una vez ordenado presbítero, entrega su vida al servicio de la infancia abandonada, para la que crea innumerables escuelas y forma a maestros artesanos para su cuidado. Funda el instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Muere en Saint-Yon (Ruán. Francia) en 1719.


                        Común de Santos Varones, para Educadores

            Oración. Señor, tú que has elegido a San Juan Bautista de la Salle para educar a los jóvenes en la vida cristiana, suscita maestros en tu Iglesia que se entreguen con generosidad a la formación humana y cristiana de la juventud. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                                           8 de abril


                                   Julián de San Agustín (1553ca.-1606)

El beato Julián de San Agustín nace en Medinaceli (Soria. España) entre los años 1550 y 1553, hijo de Julián Martinet y Catalina Gutiérrez. Ingresa en el convento de Santa María de La Salceda (Segovia). Es tal la vida de penitencia que lleva, que los superiores le invitan a dejar el convento. Acompaña al padre Francisco de Torres, vestido de peregrino, en sus predicaciones. Ingresa de nuevo en la Orden en la fraternidad de La Salceda, y por las penitencias tan exageradas se le invita a dejar otra vez la vida franciscana. Se retira como ermitaño a lo alto de un monte cercano. Come con los pobres en la puerta del convento y pide limosna para el mantenimiento de los religiosos. Y, por tercera vez, lo admiten en la Orden. Hace el noviciado y acompaña al P. Torres en sus predicaciones, residiendo en Alcalá de Henares. Y aquí permanece el resto de sus días salvo una breve estancia en el convento de Nuestra Señora de la Esperanza de Ocaña (Toledo). Muere el 8 de abril de 1606 y el papa León XII lo beatifica el 23 de mayo de 1825.

                                               Común de Santos Varones

            Oración. Señor, tú que infundiste al beato Julián de San Agustín el espíritu de perseverancia en la vida franciscana, haz que nosotros, practicando las obras de caridad, merezcamos encontrarnos un día entre los elegidos de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                                           9 de abril

                                   Tomás de Tolentino (1260ca.-1321)

            El beato Tomás de Tolentino, mártir, nace en Tolentino (Las Marcas. Italia) hacia el año 1260. En torno a los 15 años entra en la Orden. Pertenece a los llamados franciscanos «espirituales», como Ángel Clareno (1247-1337), Ubertino de Casale (1259-1328) y Pedro Juan Olivi (1248-1298), que rechazan el estudio de Aristóteles, exigen la pobreza personal y comunitaria absoluta y el seguimiento al pie de la letra de la «Regla» y del «Testamento» de San Francisco; tampoco admiten las dispensas pontificias sobre ciertos aspectos del voto de pobreza. Por esto es recluido en un eremitorio de las Marcas, y después dos veces encarcelado, hasta su liberación en 1289. En 1290 marcha como misionero a Armenia. Intercede ante el papa Nicolás V y los reyes de Francia e Inglaterra en nombre del rey Aitón II, para que le ayuden ante la amenaza de los sarracenos. Lo mismo hace con el general Juan de Morrovalle sobre la controversia interna de la Orden y con el papa Clemente V sobre las misiones franciscanas en China. Marcha a China en 1320 con los hermanos Santiago de Padua, Pedro de Siena y Demetrio de Tiflis. Desembarcan en la isla de Salsette, cerca de Bombay. Después pasan a Thana donde dominan los musulmanes, y después de defender la fe cristiana los martirizan. El papa León XIII aprueba su culto el 23 de julio de 1894.

                                                           Común de Mártir

            Oración. Dios de misericordia, te rogamos humildemente que así como infundiste la fidelidad a tu Hijo en el corazón de los pueblos por la predicación del beato Tomás de Tolentino, les concedas también arraigar con firmeza en la fe recibida. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                                                       10 de abril


                                               Marcos de Bolonia (1405-1479)

            El beato Marcos nace en Bolonia (Emilia Romaña. Italia) el año 1405, hijo de Bartolomé y Lisa Fantuzzi. Después de cursar los estudios en la Universidad, ingresa en la Orden guiado por el beato Jaime Primaticci. Profesa el 25 de abril de 1431. Se dedica al estudio de la teología, profundizando en la fe con las «Homilías» de San Juan Crisóstomo y de San León Magno. Después de ordenado sacerdote, se relaciona con San Bernardino de Siena, San Juan de Capistrano y San Jaime de la Marca, que le enseñan el apostolado de la predicación. Comienza a predicar en los pueblecitos de Italia, después en las grandes ciudades, y más tarde lo hace en Austria, Alemania, Polonia y Rusia. Visita Tierra Santa en 1463 como peregrino. El 27 de abril de 1452 es elegido en Aquila Vicario General de la Orden, cargo que repite en 1464. Evita la reunificación de las familias franciscanas que intenta el papa Sixto IV. Lema de su vida y de su predicación es la pacificación de las almas, de los pueblos y de la Orden. Muere en Piacenza el 10 de abril de 1479. Su cuerpo, a partir de 1626, es venerado en la basílica de Santa María de Campaña. El papa Pío IX aprueba su culto el 5 de marzo de 1868.


                                   Común de Pastores o Santos Varones

            Oración. Dios y Señor, creador del mundo, bajo cuyo gobierno se desarrolla la marcha de la historia; atiende nuestras súplicas por intercesión del beato Marcos de Bolonia y concede la paz a nuestros tiempos, para que nos gocemos incesantemente en la alabanza de tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo.


II Domingo de Pascua (C): Aparición a los Once

                   II DOMINGO DE PASCUA (C)


Evangelio según San Juan 20,19-31
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto, entró Jesús, se puso en medio de ellos y les dijo: —Paz a vosotros. Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: - Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: —Recibid el Espíritu Santo: a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos. Tomás, uno de los Doce, llamado «el Mellizo», no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: —Hemos visto al Señor. Pero él les contestó: —Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: —Paz a vosotros.Luego dijo a Tomás: —Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Contestó Tomás: — ¡Señor mío y Dios mío! Jesús le dijo: — ¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de sus discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su Nombre.

1.- Contexto. En la Vigilia de Pascua hemos escuchado el anuncio de la resurrección a María Magdalena. En la mañana María, Pedro y Juan comprueban que, efectivamente, el cadáver de Jesús no está en el sepulcro. Vuelven a la casa donde estaban y en ella se les aparece Jesús resucitado. Todo el párrafo trata del camino que deben recorrer los discípulos para llegar a la fe en la resurrección: la aparición a Tomás (Jn 20,24-29), porque, en el tiempo que se redacta este párrafo, ya han desaparecido los testigos directos que se han encontrado con Jesús resucitado.Se trata de cómo se accede a la fe en la resurrección. La escena se dispone en una casa, al atardecer del primer día de la semana. Tomás no cree en la resurrección sólo con la fórmula pascual de la comunidad cristiana que se pone en boca de los discípulos o de María Magdalena: «¡Hemos visto al Señor!» (Jn 20,18.25). Tomás desea ver e identificar al «Señor» por medio de «Jesús crucificado»: «Si no veo en sus manos la marca de los clavos y no meto el dedo por el agujero, si no meto la mano por su costado, no creeré» (Jn 20,25).  A los ocho días se presenta Jesús de nuevo cuando todos están reunidos en una sala cerrada: es un aviso a Tomás de la nueva identidad del «cuerpo resucitado» que es capaz de traspasar paredes. Después del saludo de paz, se dirige a Tomás y le dice: «Mete aquí el dedo y mira mis manos; trae la mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente»(Jn 20,26-27). Tomás para pronunciar la expresión de fe que ha escuchado a los demás discípulos, «¡Hemos visto al Señor!» necesita verlo físicamente, es decir, verificar por los sentidos que es su maestro y así creer en la resurrección, que a estas alturas es lo mismo que creer en el Señor.

2.- Sentido. Jesús responde a Tomás en la línea de los primeros testigos de la resurrección: porque has visto han creído. Tomás pertenece a esta generación. Pero el Evangelista pone en sus labios esta confesión de fe: «¡Señor mío y Dios mío!», que es la de las comunidades de la tercera generación cristiana, en torno al año 100, cuando Jesús se proclama como «Señor» exaltado y glorificado, y como «Dios» en cuanto indica el camino y lleva a los creyentes al único Dios (Jn 1,18; Ap 4,11). Estamos en el centro y objetivo del párrafo evangélico escuchado. Jesús afirma «dichosos a los que creen sin haber visto» (Jn 20,28-29). Felices serán los que le confiesen como «Dios y Señor». Es una afirmación que pertenece exclusivamente al don de la fe, la que da el Señor para que se experimente y se comprenda a su Hijo como el único mediador de su salvación. Para los cristianos de todos los tiempos la creencia en Jesús como «Señor» no debe fundarse en el ver que compruebe su identidad histórica.



3.-  Acción.  La resurrección, como afirmamos el domingo pasado, indica que Jesús está en la dimensión divina que sólo es posible captar y experimentar por la fe, la gracia que nos da el Señor para poder comunicarnos con Él. Pero no debemos olvidar cómo termina el Evangelio de hoy: «Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de sus discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre». La vida, pues, no podemos enraizarla en la tierra del poder, o de la vanidad, o de la facilidad de vida, como le invita el diablo a Jesús para aplicar el proyecto salvador que el Señor le ha revelado en su bautismo. A la resurrección se llega por una fe que entraña una vida amorosa, humilde, forzosamente débil, que atrae  a todos por el testimonio de que sólo es posible por la relación de amor del Señor. Desaparece la aspiración de los discípulos, de los hijos de Zebedeo, de estar flanqueando a un Jesús poderoso; seguir a Jesús, es seguir a Jesús que tiene incluso en la gloria las marcas de la crucifixión, como expresión máxima de su amor. Y a esto se llega más que corriendo, más que con la ansiedad de Pedro y el discípulo amado, con un andar lento, en el que pasamos de la fe familiar, cultural, escolar, a un encuentro personal con el Señor que nos cambia para darnos un suelo nuevo, una casa nueva, en definitiva, una vida nueva.