lunes, 29 de febrero de 2016

Santos y Beatos, del 2 al 8 de marzo

                                                                                     MARZO

                                                                             2 de marzo
                                                                    Inés de Praga (1211-1282)

            Santa Inés, de la Orden de las Clarisas, nace en Praga (Chequia) en el año 1211; es hija de Premysl Otakar I, rey de Bohemia, y de la reina Constancia, hermana de Andrés I, rey de Hungría. Es educada por Santa Eduvigis en el monasterio cisterciense de Trzebnica y en el premonstratense de Doksany (Praga). En 1220 es prometida en matrimonio a Enrique VII, hijo del emperador Federico II. Vive en la corte del duque de Austria hasta el año 1225. Rescinde el pacto de matrimonio, regresa a Praga y se entrega a la oración y a los pobres. El papa Gregorio IX admite su propósito de virginidad. Funda en Praga entre 1232 y 1233 el hospital de San Francisco, el instituto de los Crucíferos y el monasterio de San Francisco para las «Hermanas Pobres» o «Damianitas», donde ingresa el día de Pentecostés de 1234. Profesa los votos de castidad, pobreza y obediencia. Es abadesa del monasterio de por vida y ayuda a Santa Clara en la defensa de la vida de pobreza y en la aprobación de la Regla. Santa Clara de Asís le escribe varias cartas para animarla a seguir en el camino de Cristo pobre y crucificado. Nace así una amistad espiritual que dura casi veinte años, aunque las dos mujeres no llegan a conocerse. Muere el 2 de marzo de 1282. El papa Pío IX aprueba su culto el 28 de noviembre de 1874, y Juan Pablo II la declara santa el 12 de noviembre de 1989.

                                               Común de Vírgenes

            Oración. Señor, Dios nuestro, que inspiraste la renuncia a los falsos placeres de este mundo a Santa Inés de Praga y la condujiste por el camino de la cruz hacia la meta de la perfección; te suplicamos que, siguiendo su ejemplo, antepongamos los valores eternos a los caducos. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                                                                3 de marzo
                                                           Mártires de Etiopía (1716)

            LIBERATO WEISS nace el 4 de enero de 1675 en Konnesreuth (Baviera. Alemania); ingresa en la Provincia Francis-cana de San Bernardino de Austria el 17 de octubre de 1693 y es ordenado sacerdote en 1698. SAMUEL MARZORATI nace el 10 de septiembre de 1670 en Biumo Inferiore (Varese. Italia); entra al convento franciscano de los llamados “Reformados”, de Lugano (Suiza), a los 22 años. MIGUEL PÍO FASOLI, nace en Zerbo (Pavía. Italia) el 3 de mayo de 1676; pertenece a la Provincia de San Diego de la Región de Insubria (Milán. Italia); misionero apostólico por la Sagrada Congregación de «Propaganda Fide» el 21 de enero de 1704. La Congregación los envía a Etiopía en 1711. Llegan a Gondar, capital de Etiopía, en julio de 1712. El rey Justos (el Negus) los acoge con gusto y les ruega que no discutan con los coptos y no se declaren romanos. La Fraternidad lleva una vida de oración, trabajo y servicio con la gente pobre y desamparada, evitando la relevancia social de su evangelización. No obstante, el rey Justos, para evitar males mayores, envía a los franciscanos a la provincia de Tigré. Muerto el Rey, le sucede David, rey perteneciente a otra dinastía y muy favorable a los coptos. Los misioneros son enviados a Gondar para ser procesados. En el juicio son condenados a muerte por herejía contra la Iglesia Copta de Etiopía. Son trasladados a un lugar llamado Amba-Abo, donde son lapidados el 3 de marzo de 1716. El papa Juan Pablo II los beatifica el 20 de noviembre de 1988.

                                               Común de Mártires

            Oración. Concédenos, Señor, que nuestras oraciones nos sirvan de alegría y ayuda, para que al celebrar la fiesta anual de los mártires de Etiopía, beatos Liberato, Samuel y Miguel Pío, imitemos su fidelidad a Cristo crucificado. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                                                                5 de marzo


                                         Cristóbal Macassoli de Milán (1400?-1485)

            El beato Cristóbal Macassoli nace en Milán (Lombardía. Italia) a comienzos del siglo XV. Ingresa en la Orden hacia los 20 años. Se integra en el movimiento de reforma de San Bernardino de Siena, acentuando la conversión, la penitencia y la pobreza para redescubrir la vida de San Francisco. Después de la ordenación sacerdotal, recorre Italia predicando al pueblo la vuelta al Evangelio y la reforma de las costumbres. Funda el convento de Santa María de las Gracias en Vigevano con el beato Pacífico Ramati de Cerano, cuya iglesia fue construida por Galeazzo Sforza y consagrada en 1476. Pasa en esta comunidad el resto de su vida. No obstante su edad, recibe y atiende a muchos cristianos que le visitan para recabar sus consejos y ayuda en todos los órdenes de la vida. Muere el 5 de marzo de 1485. Es sepultado en la iglesia de Santa María de las Gracias, en la capilla de San Bernardino. En 1810 se trasladan sus reliquias a la catedral de Vigevano. En el cuadro del altar de Santa María de las Gracias, de 1653, se representa al beato y a San Bernardino a un lado de la Virgen. El papa León XIII aprueba su culto el 25 de julio de 1890.

                                   Común de Pastores o de Santos Varones

            Oración. Dios y Señor nuestro, que por tu amor hacia los hombres has querido que el beato Cristóbal de Milán predicara la conversión a tu Reino; concédenos, por su intercesión, crecer en la práctica de las virtudes. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                                                           5.1 de marzo
                                                         Juan José de la Cruz (1654-1734)

            San Juan José de la Cruz nace el 15 de agosto de 1654 en Isquia (Nápoles. Italia); es hijo de José Calosinto y Laura Garguilo. Por la predicación y el testimonio de Juan de San Bernardo, franciscano descalzo de la reforma de San Pedro de Alcántara, ingresa en el convento de Santa Lucía del Monte (Nápoles). En 1674 participa con otros religiosos en la fundación de la fraternidad alcantarina en Piedimonte de Afila, junto a los montes Apeninos. El 18 de setiembre de 1677 es ordenado sacerdote a los 23 años, y a los 27 es nombrado Maestro de Novicios y poco más tarde Guardián. En 1690 es elegido Definidor de la Orden y de nuevo dirige a los Novicios por cuatro años en Nápoles y en Piedimonte. En 1702 asume la Reforma Alcantarina en Italia siendo elegido Ministro Provincial. Organiza las comunidades, los centros de formación y los estudios. El arzobispo de Nápoles, Card. Francisco Pignatelli, le encarga la dirección de setenta monasterios y retiros napolitanos, y el Card. Innico Caracciolo le da la misma misión para su diócesis de Aversa. Después de una vida contemplativa y de extrema austeridad siguiendo el ejemplo de San Pedro de Alcántara, muere el 5 de marzo de 1734 en Nápoles, en el convento de Santa Lucía del Monte, y es sepultado en su iglesia. El 4 de octubre de 1779, en la iglesia franciscana de Santa María de Aracoeli en Roma, Pío VI proclama la heroicidad de sus virtudes y lo declara beato en la Basílica de San Pedro del Vaticano el 24 de mayo de 1789. El papa Gregorio XVI lo canoniza el 26 de mayo de 1839.

                                   Común de Pastores o Santos Varones

            Oración. Señor y Dios nuestro, que hiciste resplandecer a San Juan José de la Cruz por su vida de austeridad y de contemplación, concédenos, por sus méritos, que caminando con una vida penitente alcancemos más fácilmente los bienes del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                                                              7 de marzo
                                                            Perpetua y Felicidad (202)

            Santa Perpetua es una joven de 22 años acusada de ser cristiana en la persecución de Septimio Severo. Su criada Santa Felicidad comparte la misma suerte que su señora. Las dos son decapitadas. Su martirio se relata en Passio Perpetuae et Felicitatis.

                                               Común de Mártires

            Oración. Señor, tus santas mártires Perpetua y Felicidad, a instancias de tu amor, pudieron resistir al que las perseguía y superar el suplicio de la muerte; concédenos, por su intercesión, crecer constantemente en nuestro amor a ti. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                                                                8 de marzo
                                                               Juan de Dios (1495-1550)

            San Juan de Dios nace en Montemor-o-Novo (Portugal) el 8 de marzo de 1495. Pertenece al ejército de Carlos I. Lucha en la defensa de Fuenterrabía (contra los franceses) y de Viena (contra los turcos). Convertido, se entrega al cuidado de los enfermos. Con un grupo de hermanos funda la Congregación de los Hospitalarios de San Juan de Dios. Muere en Granada en 1550.

                                               Común de Santos Varones
                                  
            Oración. Señor, tú que infundiste en San Juan de Dios espíritu de misericordia, haz que nosotros, practicando las obras de caridad, merezcamos encontrarnos un día entre los elegidos de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo.


La Misericordia


                                                        CARTA A UN MINISTRO

                                                II-2

            Hay que erradicar el mal con el bien. No hay otra salida si se quiere la conversión: el pecador debe saber dónde está y en qué consiste el amor, la única acción que puede salvar. Francisco transmite su experiencia con los hermanos, los que le hicieron tanto sufrir, pero que siempre retuvo como «hermanos» —«El Señor me dio hermanos»[1], afirmó al final de su vida— y como pecadores que son,  y como pecadores que somos todos[2],  no se busquen dos actitudes muy peligrosas:    

            1ª.- como hemos dicho antes, la perfección es una cuestión divina, que no un esfuerzo personal o exigencia externa proveniente de un poder mayor, como son los que suelen ejercer los superiores; por eso le dice Francisco al Ministro que no intente que los hermanos sean mejores cristianos por la imposición de la ley; o por su gobierno como superior; o para tener una paz ficticia fundada en el cumplimiento de las leyes comunes;

            2ª.- la relación de amor va del que tiene una experiencia de amor de Dios con la que descubre su pecado, a otro ser pecador, que debe observar en él la imagen filial de Dios, muy difícil si se compara con la bondad y la gracia en los hermanos. Aquí se camina de la gracia del Señor, la del superior por ser también pecador, al súbdito pecador, porque solo desde la gracia de ser hijo de Dios se le puede amar y convertir. Repetimos la advertencia de Francisco: todo es gracia, todo es relación de amor del Señor. Cuando Cristo, constituido por Dios Juez al final de los tiempos, diga «Venid benditos de mi Padre», los elegidos no sabrán que eran hijos de Dios, ni hermanos suyos, simplemente dieron de comer, de beber, vistieron al desnudo, visitaron al encarcelado, en definitiva, ayudaron, sirvieron. Ese es el trasfondo que debe aplicarse a todo ser humano, sea de la creencia que sea, o pertenezca al nivel eclesiástico que sea.
Francisco invita al Ministro a cumplir la Regla: «Atendamos todos los frailes, porque dice el Señor: Amad a vuestros enemigos y haced el bien a los que os odian, porque nuestro Señor Jesucristo, cuyas huellas debemos seguir, llamó amigo a su traidor y se ofreció espontáneamente a los que lo crucificaron[3]. Son, por tanto, amigos nuestros todos aquellos que injustamente nos acarrean tribulaciones y angustias, afrentas e injurias, dolores y tormentos, martirio y muerte; a los cuales debemos amar mucho, porque de lo que nos acarrean, tenemos la vida eterna»[4].



[1] Test 14; cf. Rnb pról; 1,2; Rb 1,1; 12,4; RegCl 1,2.
[2] No situarse en el pedestal de la perfección y desde ahí juzgar; por eso Jesús odia el juicio de condenación: «No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados;  dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros» Lc 6,37-42. En  parábola, cf.  Mt 7,1-2; y cuando Dios lo convierte en juicio de salvación, cf. Rom 8,31-34; Jn 3,16; Rom 5,6-11; 2 Cor 5,14-21; 1 Jn 4,10; etc.
[3] Textos: Mt 5,44par; 1Ped 2,21; Mt 26,50.
[4] Rnb 22,1-4; cf. Adm 9,1-3; Rnb 1,1.

El Hijo Pródigo

IV DOMINGO DE CUARESMA


Lectura del santo Evangelio según San Lucas 15,1-3. 11-32
En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los letrados murmuraban entre ellos: -Ese acoge a los pecadores y come con ellos-.
Jesús les dijo esta parábola: Un hombre tenía dos hijos: el menor de ellos dijo a su padre:-Padre, dame, la parte que me toca de la fortuna. El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna, viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces, y tanto le insistió a un habitante de aquel país, que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos, y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces se dijo:
-Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi Padre, y le diré: «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros».
Se puso en camino a donde estaba su padre: cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo.
Su hijo le dijo: -Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Pero el padre dijo a sus criados: -Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete; porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado. Y empezaron el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y, llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Este le contestó: -Ha vuelto tu hermano, y tu padre ha matado el ternero cebado porque lo ha recobrado con salud. Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: -Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado. El padre le dijo: -Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, estaba perdido, y lo hemos encontrado.

1.- La actitud bondadosa del padre hacia el hijo perdido acentúa la universalidad y la potencia del amor de Dios y, por ende, de la salvación. Si así quiere al hijo perdido, ¡cuánto más querrá al otro! Exactamente igual que la búsqueda de la oveja y la dracma perdidas indican el nivel del amor que siente el pastor por las otras ovejas y el ama de casa por su dracma. A todos cubre el amor divino, pero por la relación gratuita, y no porque se lo merezcan. El centro se sitúa en Dios. Esta bondad que origina y marca las fronteras del Reino hace que la vida que se da en él aparezca como un don, algo muy distinto a un mundo en el que las relaciones se rigen según derecho para salvaguardar el poder individual y el poder de las instituciones sociales.
2.- La parábola descrita es signo de la nueva dimensión de Dios que Jesús introduce en la historia. La compasión de Dios es la compasión de Jesús, la misma palabra que emplea Lucas para expresar la conmoción de Jesús ante la viuda que ha perdido al hijo (7,13), o la del buen samaritano ante el malherido (10,33). Jesús liga a su ministerio y vida la bondad salvadora de Dios, de forma que él obra de esta manera, porque es como Dios actúa. Es la causa que invoca para justificar toda su misión. Este Dios universal y bondadoso, que comunica Jesús a su pueblo, establece la medida exacta de la comprensión y realización del Reino, que abarca a los pobres, a los pequeños, a los pecadores y a los paganos; todo el mundo, buenos y malos, porque a todos Él los considera hijos suyos; criaturas que han salido de su amor bondadoso, aunque algunos hayan errado en su vida por las circunstancias en que han vivido,o por una conciencia equivocada. La comunidad cristiana es la que continúa en sus hijos la misericordia divina.


           
3.- Todos somos conscientes que nadie es perfecto con respecto a las leyes sociales, laborales, políticas, familiares y religiosas. Quien se crea que lo es, o es un inconsciente o un mentiroso. Precisamente una de las grandezas de las personas es cuando son capaces de reconocer que se han equivocado, o han hecho el mal. Estamos hartos de escuchar que todos tienen razón; que nadie se equivoca; que son malos los «demás», los «otros», los «vecinos», los «extranjeros», etc. Y no es así. Hay que ser hijos «pródigos». Sentarnos, guardar silencio, repasar nuestra vida, y vernos también pecadores. La capacidad de justificar nuestros actos es ilimitada; pero somos lo que somos cuando captamos el amor gratuito de alguien distinto a nosotros y lo transferimos al amor ilimitado de Dios que nos compadece, nos consuela y nos perdona. 

La misericordia

IV DOMINGO DE CUARESMA


Lectura del santo Evangelio según San Lucas 15,1-3. 11-32
En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los letrados murmuraban entre ellos: -Ese acoge a los pecadores y come con ellos-.
Jesús les dijo esta parábola: Un hombre tenía dos hijos: el menor de ellos dijo a su padre:-Padre, dame la parte que me toca de la fortuna. El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces, y tanto le insistió a un habitante de aquel país, que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos, y nadie le daba de comer. Recapacitando, entonces, se dijo:
-Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi Padre, y le diré: «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros».
Se puso en camino a donde estaba su padre: cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo.
Su hijo le dijo: -Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Pero el padre dijo a sus criados: -Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete; porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado. Y empezaron el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y, llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Este le contestó: -Ha vuelto tu hermano, y tu padre ha matado el ternero cebado porque lo ha recobrado con salud. Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: -Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado. El padre le dijo: -Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, estaba perdido, y lo hemos encontrado.

1.- Texto. Jesús hace una apuesta decidida por los excluídos de la sociedad; por tanto, también de los pecadores, sobre todo en una sociedad esencialmente teocrática. A los perfectos religiosos les dirige las tres parábolas del cap. 15 de San Lucas: la oveja perdida, el dracma encontrado y el hijo pródigo. Jesús compara la salvación con la bondad de Dios en la parábola del hijo perdido y el hijo fiel. Un hombre tenía dos hijos. El menor le pidió la parte de herencia que le correspondía y se marchó de casa malgastándola. Ante el sufrimiento que padecía, regresa a la casa de su padre, que le da una fiesta por haberlo recuperado. Porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido, se había perdido y ha sido encontrado». La parábola ilustra la vuelta a la casa del Padre y el proceso de conversión del pecador.

2.- El hilo conductor de la parábola lo traza la actitud misericordiosa del padre sobre el hijo que le ha pedido la herencia para emanciparse, al contrario del hijo mayor que permanece en casa. Malgastado el fruto del trabajo paterno de una forma indigna, le conduce a una situación marginal de la sociedad: ser pastor de cerdos y sometido a un pagano; como a la vuelta en la casa de su padre, se convertirá en un jornalero. De la libertad ha pasado a la esclavitud. El instinto de sobrevivir es lo que le hace volver. La actitud del padre es lo que lo cambia: tener misericordia, compasión. Así, el padre corre para encontrar a su hijo, lo abraza, lo besa, lo viste, lo calza, le da de comer,... gestos que devuelven la libertad y la vida al hijo; es decir, la salvación. La palabra que pronuncia el padre es el símbolo de lo que ha hecho y su condición de ser: hijo mío (Lc 15,24). Esta es la nueva dimensión del Reino. El viejo mundo lo representa el hijo mayor, y corresponde al ámbito de justicia y honradez de la sociedad fundamentada por unas tradicionales relaciones familiares; pues este hijo, que es el heredero principal, también es el que responde adecuadamente a las sanas exigencias que postulan las responsabilidades laborales, aunque muestren una relación de propietario y obrero. No obstante el padre intenta insertarlo en «su» mundo: «Hijo, tú estás siempre conmigo...» (15,31).
3.- La parábola refleja dos mundos distintos que nos encontramos continuamente: la aspiración de que se haga justicia en todos los ámbitos de la vida y el deseo de ser perdonados cuando pecamos. Hay muchos espacios humanos donde no se respeta la dignidad de la persona humana. Es necesaria una conciencia justa  para que todos los hombres y mujeres tengan un trato igual en los deberes y responsabilidades. Y todos sabemos que hay muchos abusos de personas, colectivos y naciones en los que no se respetan los más elementales derechos humanos. Son el hijo mayor de la parábola. Y, junto a la justicia, es necesaria la misericordia, porque no siempre alcanzamos la perfección y amor requeridos en las relaciones humanas y en las relaciones con Dios. Somos pecadores, y en cuanto tales, necesitamos  tomar conciencia de ello, y después creer en el Señor que se ha acercado en Jesús para perdonarnos. Escondemos nuestros pecados porque no captamos que nuestro Dios es capaz de perdonar; debemos convercernos de que podemos comenzar de nuevo con un sentido renovado de vida. Y esto es muy importante para no vivir derrotados por nuestros fracasos y pecados.