lunes, 1 de febrero de 2016

"Por tu palabra echaré las redes"

                                                                           V DOMINGO (C)



            Lectura del santo Evangelio según San Lucas 5,1-11.
            En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la Palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret; y vio dos barcas que estaban junto a la orilla: los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: -Rema mar adentro y echad las redes para pescar. Simón contestó: -Maestro nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes. Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: -Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zedebeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: -No temas: desde ahora serás pescador de hombres. Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

 1. Marcos y Mateo dan a entender que Jesús usa una vivienda en Cafarnaún como lugar de acogida y centro de sus desplazamientos, en los que las barcas de sus primeros seguidores son el medio de transporte para encontrarse con la gente y reunir a los que ha llamado. Jesús anuncia el Reino de Dios directamente a Israel, pero no realiza dicho anuncio por medio de una acción individual. Podemos distinguir dos maneras de incorporarse al discipulado. En la primera, es Jesús quien toma la iniciativa y llama para seguirlo. Es lo que hemos escuchado en el Evangelio. Según Marcos, Jesús elige dos parejas de hermanos, con los que crea una pequeña comunidad; les comunica el sentido de su misión: imponerse a los dominados por el diablo, sanar a los enfermos, perdonar los pecados, enseñar con autoridad. Es hacerlos «pescadores de hombres». Dios, por medio de Jesús, nos llama en cualquier momento o situación vital; nos llama cuando hacemos nuestra la fe de la comunidad cristiana y la de nuestra familia: la fe que nos han trasmitido.

2.- El grupo que acompaña a Jesús no se crea a partir de los lazos de la amistad o la sangre; al menos no se transmite así en las tradiciones evangélicas. El grupo surge por su llamada para ponerse al servicio de la manifestación del Reino. Todos se someten a un valor que supera las funciones sociales que suelen aglutinar a las personas en cualquier cultura; de manera que la familia, el trabajo y los deberes sagrados se reconducen hacia el nuevo camino que Jesús les traza. Los discípulos son aquellos que abandonan los deberes que fundan la familia y la sociedad, pero también se dan discípulos que asumen las exigencias del Reino sin verse en la necesidad de integrarse en la itinerancia que marca su estilo de vida. Todos los discípulos, los que siguen a Jesús y los que se mantienen en las tradicionales responsabilidades familiares y sociales, provienen de un ambiente creado por la proclamación del Reino y se formaliza en su contexto social y religioso. Es decir, las multitud que escucha el mensaje del Nazareno como algo nuevo es el humus que da lugar a la constitución del discipulado propiamente dicho, a nuestra Iglesia. Y en esa multitud, a la que pertenecemos casi todos, es donde están los cimientos de la comunidad cristiana.


3.- El estilo de vida se enmarca en la itinerancia. La urgencia de la predicación del Reino, porque Dios se otea ya en el horizonte, obliga a Jesús y a sus discípulos a recorrer Palestina lo antes posible. Y el contenido del Reino hace que las personas que lo proclaman se constituyan en el eje fundamental de su presencia, lo que les lleva a caminar de un lado para otro como testigos de la Buena Nueva. Para nosotros, la itinerancia es interior y exterior. Santa Teresa, San Juan de la Cruz, los Místicos Franciscanos Españoles nos enseñan varios caminos de relación con Señor, haciendo nuestra interioridad un eco de su presencia en nuestra vida. Y está el camino que nos traza la familia que formamos, el trabajo que realizamos, la cultura que profesamos. Y con nuestra vida contribuímos para que sea buena la historia de nuestro pueblo.

"Serás pescador de hombres"

                                                                          V DOMINGO (C)



            Lectura del santo Evangelio según San Lucas 5,1-11.
            En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la Palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret; y vio dos barcas que estaban junto a la orilla: los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: -Rema mar adentro y echad las redes para pescar. Simón contestó: -Maestro nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes. Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: -Apártate de mí, Señor, que soy un pecador. Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zedebeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: -No temas: desde ahora serás pescador de hombres. Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

    
      
1.- Texto. Jesús dirige la Palabra al pueblo en la Sinagoga, o a orillas del lago de Genesaret, y también a Pedro cuando está faenando. No era hora de pescar, pero en nombre de Jesús lo intenta. Y la pesca es muy abundante. El hecho recuerda el milagro de las bodas de Caná: los discípulos quedan admirados por Jesús cuya acción remite a una identidad superior ―ser Mesías―;  o, mirando a Pedro, evoca la alabanza que Isabel dice de María: « ¡Dichosa tú que has creído!». Dichoso tú, Pedro, que te has fiado de Jesús y has echado las redes en su nombre. Porque de la experiencia como pescador has pasado a creer en alguien que, una vez que le has escuchado y obedecido, te va a hacer pescador de hombres; es decir, un discípulo que, integrado en «su comunidad», va a predicar y vivir la Palabra que proclama la presencia del Señor en la vida humana: el Reino de Dios.

2.- Mensaje.  «Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron». Seguir a Jesús significa hacerle compañía, hacer el camino con él. Jesús no revela el Reino solo, sino con un grupo de adictos que se implican en las exigencias que dimanan de la proclamación de la nueva presencia de Dios. Además, seguir a Jesús lleva consigo ir detrás de; es un seguir locativo que simboliza adhesión a Jesús y exige anunciar el Reino de Dios, su misión esencial, y adquirir una conducta determinada, un género de vida específico. Los discípulos aceptan un cambio drástico en sus costumbres y la radicalidad y urgencia del Reino, que es para la salvación o condena del hombre, según acepte o rechace el mensaje que le introduce en el nuevo ámbito que él inaugura en la historia.



3.- Acción. El estilo de vida del grupo que forma Jesús hace presente la actuación salvadora de Dios en nuestra vida. No es cuestión solo de predicar, sino de vivir. Para los discípulos de Jesús significó abandonar la familia y el trabajo, las dos columnas que sostienen la vida cotidiana de cualquier persona. No es extraño que poco después le diga Pedro a Jesús: «Mira, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido» (Mc 10,28par). La urgencia de la predicación del Reino, que está al llegar según la creencia de entonces, les lleva a abandonarlo «todo». Después, y hasta nosotros, será el Bautismo el que nos introduce en dicha comunidad; la Confirmación quien nos hace testigos de la vida de Jesús, el Matrimonio, el Sacerdocio, la Vida Consagrada consagran el estado de vida,  y la asistencia constante del Espíritu que va tranformando nuestra vida en una vida transida por el amor en la familia, en el trabajo, en la sociedad, en la Iglesia.  Todo ello cuidado y fortalecido por nuestros padres y abuelos, por nuestras comunidades religiosas. Es lo que significa hoy abandonarlo «todo».