domingo, 3 de enero de 2016

Libro sobre la Misericordia

                  Entrañas de misericordia. Jesús, ternura de Dios


                                                              Pedro  Frayle Yécora

            La obra expone el amor misericordioso de Dios en la Historia de la Salvación. El Autor llama la atención de la importancia de esta actitud divina en sus relaciones con Israel y con la comunidad cristiana primera, fundada en la compasión, consolación, ternura y misericordia de Jesús en sus relaciones con los pobres, pecadores, etc. Y comprueba que es la virtud menos tratada en la historia de la teología, aunque en la práctica los compromisos de las instituciones cristianas y los creyentes con los marginados y enfermos la hayan mantenido viva de una manera permanente. Porque, por desgracia, lo evidente es la historia de violencia que está inscrita en el corazón humano, y que desprecia a los débiles ―enfermos, enfermos mentales, ancianos, pecadores públicos, etc.―, los cuales sólo pueden ser tenidos en cuenta por aquellos que practican la misericordia, como lo ha hecho el Señor.
            El significado de misericordia entraña adversidad, pena, conmiseración, etc. En el mismo ámbito se entiende compasión y ternura. Y estas palabras son las que se analizan en el ensayo. «El Señor es compasivo y misericordioso, paciente, rico en clemencia» (Éx 34,6; cf. Is 64,4b.7-8; Sal 30,5-6; etc.). «Ternura y misericordia, amor y fidelidad, gracia y favor son las experiencias de Moisés, la experiencia del antiguo Israel en labios del profeta Oseas, la experiencia del creyente israelita cuando subía al templo a presentar su oración con un corazón pobre y humillado» (32). Después de exponer la misericordia, compasión y ternura en los profetas y a los salmos, se analiza el caso singular de Jonás, que se resiste aplicar la misericordia de Dios a Nínive.
          
  Jesús revela y encarna la relación misericordiosa del Señor. Jesús tiene entrañas de misericordia y es compasivo. Además de las Bienaventuranzas, se exponen las expresiones de los enfermos o sus parientes que piden la misericordia de Jesús para ser curados de sus dolencias: los leprosos, los discapacitados y enfermos mentales, la mujer sirofenicia, el endemoniado de Gerasa, etc. Por otra parte, la compasión de Jesús se manifiesta en la gente abandonada sin pastor, o la conmoción al tocar al leproso para devolverle la salud y, con ella, la convivencia social y religiosa; Zaqueo, el buen samaritano. Se hace un repaso al Evangelio de San Lucas, también llamado el Evangelio de la Misericordia: las tres parábolas del cap. 15, además de las citas de la misericordia divina del AT que se encuentran en los Cánticos de Zacarías y María.
            Especial atención se da a la frase: «Sed perfectos [misericordiosos] como vuestro Padre es perfecto [misericordioso]» (Mt 5,48; Lc 6,36). Perfección se entiende como vida íntegra, honrada, ―mejor que honesta (108)―sin tacha; nada tiene que ver con las propuestas éticas del pensamiento griego o romano, sino con la obediencia a la voluntad del Señor expresada en la Torá y con el «corazón perfecto», es decir, una conciencia limpia. El evangelio de Lucas significa «el rostro humano de las entrañas  misericordiosas de Dios» (121.125-127), aplicado el principio de la imitación de Dios; el evangelio de Mateo va más bien por el camino de la santidad y del seguimiento de Jesús, pues, relacionado con la propuesta que hace al joven rico, se centra en la segunda tabla de los Mandamientos e indica la hoja de ruta de la santidad.


            El texto formula, por último, una serie de propuestas que van desde las actitudes de misericordia que descubren a los míseros y tratan de remediar su situación, hasta defender políticas de misericordia que impidan los genocidios del siglo XX, como las situaciones de pueblos y colectivos sociales que han sido despojados de su dignidad, silenciados y reducidos a una pobreza insultante, porque está causada, tantas veces, por la avaricia de los más poderosos. Y así se podrían analizar las situaciones de los emigrantes, de los refugiados, de las tensiones que provocan los fundamentalismos religiosos, los fundamentalismos del dinero inmisericorde, los fundamentalismos ideológicos, etc. Es necesaria, pues, una pedagogía de la misericordia, porque nunca se puede dar por supuesta en los individuos y en las sociedades, sobre todo occidentales.
                                                          


                                   PPC, Madrid 2015, 173 pp., 13 x 21 cm.

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