sábado, 18 de julio de 2015

Terremoto en Nepal

   
NEPAL: LA TRAGEDIA ANUNCIADA
                                  





Francisco López Bermúdez
Facultad de Letras
Universidad de Murcia


           
El catastrófico terremoto ocurrido el 27 del pasado mes de Abril, no fue una sorpresa, los geofísicos y  sismólogos habían alertado del alto riesgo  sísmico que presenta el valle  Katmandú, ya que esta zona del planeta se halla en el frente de  choque  entre   las placas tectónicas de la  India y la de Asia. El lento avance de la primera sobre la segunda, durante millones de años, ha originado uno de los escenarios más impresionantes y bellos del planeta: la cordillera del Himalaya y el Everest, los relieves más altos del mundo.
             En este territorio, como en otros de geología similar,  es muy frecuente la manifestación de terremotos de diversas intensidades, sin embargo, sólo algunos alcanzan registros catastróficos por su  elevada fuerza  como el de Nepal con   7.8 grados en la escala Richter.  La gigantesca y súbita  liberación de la fabulosa energía que estos procesos de la naturaleza  producen, combinados con lo escarpado del terreno, la alta densidad de población en el valle y la precariedad de las viviendas que no están preparadas para resistir fuertes terremotos, desembocó  en una gran tragedia que afectó a la población del Nepal y, en menor  cuantía  a parte del Tibet y la India: más de ocho mil muertos, unos veinte mil heridos, ocho millones de afectados, más la destrucción y pérdida  de gran parte del patrimonio histórico y cultural de  uno de los lugares del mundo con mayor riqueza histórica y artística y, a la vez, uno de los más pobres. El terremoto no fue un castigo celestial, sino uno de los grandes fenómenos producidos por la dinámica de un planeta vivo como es la  Tierra en la que vivimos.
           
Nepal, un país que combina la extraordinaria belleza de su soberbia  naturaleza,  con una elevadísima probabilidad de sufrir los impactos devastadores de los terremotos por hallarse en  un singular emplazamiento geográfico, geológico, geomorfológico y ecológico. Esta realidad, le convierte en uno de los países más vulnerables  del mundo a este tipo de procesos. En la misma zona, en 1934 se registró otro seísmo de intensidad 8,1 que acabó con la vida de casi veinte mil personas. Nepal es uno de los países más vulnerables del mundo a este tipo de fenómenos sísmicos, por ello, la ONG californiana Geohazards International, que promueve proyectos para reducir el impacto de catástrofes naturales en países pobres, ya había avisado de que, cada más o menos 75 años, el Valle de Katmandú es escenario de un terremoto intenso. Por otro lado, según el informe de las Naciones Unidas sobre la Vulnerabilidad y el Riesgo al Desastre del Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Nepal se halla en uno de los principales puntos calientes del mundo y se sitúa en  los primeros puestos de la lista de países más vulnerables a los terremotos. De nuevo, casi dos semanas después (el 11 de Mayo) del gran seísmo que arrasó el país, otro fuerte terremoto de magnitud 7.4 sacudió el Nepal provocando el pánico. Las ondas de choque se sintieron hasta en la capital india de Nueva Delhi. Estos terremotos, los pasados y los que se producirán en el futuro ponen de manifiesto lo  dicho por los expertos,  el desastre era algo previsible.   
           
Situado en el Himalaya, Nepal ha albergado durante milenios a algunas de las civilizaciones más prósperas de la historia. Cuna del budismo y del hinduismo, ambas religiones han dejado una fuerte impronta en la región a través de sus templos y altares. Tan sólo en el Valle de Katmandú hay más de 100 monumentos importantes, siete de ellos catalogados como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Seis de ellos han quedado total o parcialmente derruidos tras el terremoto como es, entre otros, la Torre Dharahara o Bhimsen,  uno de los edificios más emblemáticos, considerada como el símbolo de Nepal.
           
Como ocurre en otros muchos lugares del mundo en donde se produce el choque de placas tectónicas (Japón, Filipinas, Indonesia, Nueva Zelanda, California, Nicaragua, Guatemala, Honduras, El Salvador, Haití, Chile, Ecuador…), la consecuencia de este fenómeno son terremotos de diversa intensidad e importante actividad volcánica. Sin embargo, los efectos son muy dispares según se trate de un país desarrollado  y con recursos, o uno pobre.  En los primeros, si bien pueden producirse importantes pérdidas materiales, el número de víctimas y heridos es escaso, mientras que en los países pobres los muertos y heridos se cuentan por miles. La población de países de bajo desarrollo y recursos limitados, es decir, los países pobres, se halla expuesta a desastre, no por culpa de la naturaleza, sino por un inadecuado  uso y gestión del territorio vulnerable, como es construir  en lugares de riesgo, no solo en  zonas sísmicas, sino también en zonas en donde se producen  desprendimientos y avalanchas en  empinadas laderas, incendios, sequías,  lechos de inundación de ríos y ramblas, zonas costeras con riesgo de maremotos o tsunamis, etc. Por ello, la importancia y urgencia de desarrollar  y aplicar  políticas de ordenación del territorio y medioambientales que den a cada zona  el uso adecuado a sus características geológicas e hidrológicas, construir viviendas aplicando  técnicas de sismoresistencia, teniendo bien informada a la población del riesgo que corren y  lo que hay que hacer cuando el fenómeno se manifieste, etc. Sin embargo, son siempre los países pobres  los más afectados por no tener la  formación y medios necesarios para aplicar normas que son habituales en los países desarrollados. Por ello,  se requiere, se necesita,  solidaridad y ayuda financiera, por un lado,  para prevenir y reducir las devastadoras consecuencias de estos mecanismos del planeta en el que vivimos; y por otro, para reconstruir lo destruido y dotar a las poblaciones  afectadas de medios para tener una vida digna.