domingo, 21 de junio de 2015

Pedro y Pablo

                              SAN PEDRO Y SAN PABLO



                           Lectura del santo evangelio según san Mateo 16, 13-19

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: -«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos contestaron: -«Unos que Juan Bautista, otros que Ellas, otros que Jeremías o uno de los profetas.» Él les preguntó: -«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: -«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» Jesús le respondió: -«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»


1.- Pedro nos enseña  a confesar quién es Jesús, y debemos aprender que dicha confesión es una cuestión de fe, que no de razonamientos humanos: «¿Quién dicen las gentes que es el Hijo del Hombre? Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros que Jeremías o uno de los profetas ".Jesús añadió: "Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo?" Tomando la palabra, Simón dijo: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo"». Pero Pedro es débil como nosotros: «¡Simón, Simón! Mira que Satanás va tras de vosotros para zarandearos como al trigo; mas yo he rogado por ti a fin de que no perezcas; y tú, cuando te arrepientas, confirma en la fe a tus hermanos», y ante una criada le niega conocerla. Pero Jesús le mira ya apaleado, llora y da la vida por él. Y Pedro, cambiado por Jesús, no sólo hace el bien en su nombre: «Míranos, le dijo al cojo, plata u oro no tengo; pero te doy lo que tengo. En nombre de Jesús Nazareno, levántate y ponte a andar"», sino que es testigo de Jesús ante todo el mundo: «"¿Quién es éste? ¿No es el galileo? Aquí estamos personas de muchas regiones, que hablamos lenguas diferentes y entre nosotros no nos entendemos. ¿Pues cómo es que a éste todos le entendemos?" Y tal fue la admiración de la gente, que en aquel día se hicieron cristianos más de tres mil personas».

2.- Pablo. Con la experiencia del Espíritu de «Cristo» o del «Señor», que actúa la vida nueva, Pablo parte de este principio: «Por eso doblo la rodilla ante el Padre, de quien toma nombre toda familia en cielo y tierra, para que os conceda por la riqueza de su gloria fortaleceros internamente con el Espíritu, que por la fe resida Cristo en vuestro corazón, que estéis arraigados y cimentados en el amor, de modo que logréis comprender, junto con todos los consagrados, la anchura y longitud y altura y profundidad, y conocer el amor de Cristo, que supera todo conocimiento. Así os llenaréis del todo de la plenitud de Dios» (Ef 3,14-19). Cristo crea el sentido y el centro de nuestra vida. Pablo lo resume en un párrafo de su carta dirigida a los cristianos de Filipos: «Más aún, todo lo considero pérdida comparado con el superior conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor; por el cual doy todo por perdido y lo considero basura con tal de ganarme a Cristo y estar unido a él. No contando con una justicia mía basada en la ley, sino en la fe de Cristo, la justicia que Dios concede al que cree. ¡Oh!, conocerle a él y el poder de su resurrección y la participación en sus sufrimientos; configurarme con su muerte para ver si alcanzo la resurrección de la muerte» (Flp 3,8-11). Debemos ser conscientes que nuestra comunión con Cristo lleva aparejada la cruz y la resurrección, que alcanzará todo su esplendor en la plenitud de los tiempos. No debemos olvidar nunca el testimonio  personal de Pablo: «Estoy crucificado con Cristo; vivo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí. Y mi vida de ahora en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí» (Gál 2,20).


3.- Pedro y Pablo viven el hombre «nuevo», hecho de amor, y es un amor filial: «Y no habéis recibido un espíritu de esclavos, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos que nos permite clamar Abba Padre. El Espíritu atestigua a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Si somos hijos, también somos herederos: herederos de Dios, coherederos con Cristo: si compartimos su pasión, compartiremos su gloria» (Rom 8,15-16; cf. Mc 14,36). La conciencia filial de Jesús es al final la que experimentan Pedro y Pablo, que la traducen en conducirse en la vida como hijos del Padre, y lleva consigo la confianza en su persona, que le encomienda la misión de revelar su salvación a los hombres, y la obediencia a dicha voluntad. La imagen de Cristo toma cuerpo poco a poco en nuestra vida (cf. 2Cor 3,18), nos crea las actitudes y el conocimiento propios del amor (cf. Heb 5,14), nos genera actos que la desarrollan y la explicitan en beneficio de los demás, hasta que alcancemos la imagen celeste propia de los hijos de Dios: «Como hemos llevado la imagen [del hombre] terrestre, llevaremos también la imagen [del hombre] celeste» (1Cor 15,49; cf. Col 3,10). El proceso amoroso que nos cristifica no sólo nos convierte en hijos de Dios, sino también, y precisamente por ser hijos, nos transforma en hermanos de todos, marginando la dimensión fratricida permanente que provoca el mal. Siguiendo a Jesús, que crea una familia con todos los hombres (cf. Mc 3,31-35par) y «no se avergüenza de llamarlos hermanos» (Heb 2,21), establecemos las bases de la fraternidad universal.





«Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos»

                               SAN PEDRO Y SAN PABLO



Lectura del santo evangelio según san Mateo 16, 13-19

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: -«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos contestaron: -«Unos que Juan Bautista, otros que Ellas, otros que Jeremías o uno de los profetas.» Él les preguntó: -«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: -«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» Jesús le respondió: -«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

1.- Historia. Pedro nace en Betsaida (cf. Jn 1,42-44), situada junto al lago de Galilea. Es hijo de Jonás (cf. Mt 16,17). Vive en Cafarnaún con su suegra (cf. Mc 1,29-31). Es pescador con su hermano Andrés. Ambos son llamados por Jesús cuando comienza a predicar la inminente presencia del Reino de Dios: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres» (Mc 1,17). Es el primero que confiesa a Jesús como Mesías (cf. Mc 8,29), perteneciendo a su círculo íntimo con Juan y Santiago. Los tres presencian la transfiguración y están, aunque dormidos, en el huerto de los olivos cuando Jesús sufre una tentación satánica (cf. Mc 9,1; 14,33). Jesús nombra a Pedro el responsable y servidor del grupo de los Doce (cf. Mt 16,13-19). Pedro promete defender a Jesús contra sus enemigos, le sigue en su proceso y niega conocerlo tres veces, incluso jurando (cf. Mc 14,66-72). Pero es capaz de llorar, cuando Jesús le mira con amor a la salida de la casa de Anás (cf. Lc 22,61-62). Arrepentido, le profesa su amor otras tres veces (cf. Jn 21,15-17). Se encuentra con Jesús resucitado y transmite a todos dicha experiencia: «Y tú […] fortalece a tus hermanos» (Lc 22,32). Transmite la Resurrección con valor en Palestina y más allá de sus fronteras. Es perseguido (cf. Hech 5,41; etc.). Según la tradición, muere en Roma entorno al año 64? ó 67? (cf. Jn 21,18)

2.- Historia. Pablo nace en Tarso (Hech 9,11; 21,39; 22,3), capital de la provincia romana de Cilicia. Es de raza y religión hebrea, pertenece a la tribu de Benjamín (cf. Rom 11,1; Filp 3,5). Estudia en Jerusalén, discípulo de Gamaliel y de la secta de los fariseos (cf. Hech 22,3; 26,5). Está presente en la lapidación de Esteban (cf. Hech 7,58) y persigue a los cristianos (cf. Hech 22,4). En el camino de Damasco tiene un encuentro con Jesús resucitado (cf. Hech 9,1-9; 22,6-9; 26,13-8; 1Cor 9,1; 15,8), que le transforma interiormente. Visita a Pedro y Santiago en Jerusalén, contrasta su doctrina con ellos y viaja por el Imperio para predicar la fe en Cristo Jesús.  Pablo traslada su defensa radical de la ley judía como fuente de salvación a la pasión, muerte y resurrección de Jesús: es un único acontecimiento, convertido en ley, que hace posible que seamos redimidos. La vida de Pablo termina con su apresamiento en Jerusalén no obstante Santiago le aconsejara una conducta devota y pacífica en su estancia en Jerusalén. No aguantó mucho con esta compostura. Es acusado de criticar a la ley e introducir a paganos en el templo.  Se defiende en el Sanedrín, hace que se peleen fariseos y saduceos. Está dos años en la cárcel en Cesarea Marítima. Por apelar al Cesar, como ciudadano romano, viaja a Roma donde vive durante dos años en régimen de custodia, no en la cárcel. Es ajusticiado entorno al año 64? ó 67?  (cf. Hech 21,27-28,31).

3.- Mensajes.  Jesús manda a sus discípulos a predicar y dar la salvación a todos los pueblos  (cf. Mt 28,19), pero no los envía de una forma aislada, sino que con la experiencia de su convivencia y de su resurrección, forman una familia cuya fuente de unión y máxima responsabilidad la tiene Pedro. Es una familia donde algunos cristianos tienen la gracia del gobierno, que presiden y coordinan la caridad de las comunidades cristianas (cf. 1Cor 12,28; 1Tes 5,12), y otros obedecen desde su libertad (cf. 1Pe 2,13.16; 5,5). El ministerio de Pedro, como el primero del Colegio Apostólico, canaliza e identifica el amor cristiano en cuanto la presencia del Espíritu en la Iglesia.- Pablo instituye la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo como la obra divina de la salvación. La muerte de Jesús no es una muerte humillante, sino curativa y salvadora. Porque, si el hombre es incapaz de salvarse por sus fuerzas y por la fuerza de la ley ―en cuanto su yo pueda sustituir a Dios (cf. Rom 5,12-20; 1 Cor 15,45-49)―, Jesucristo crucificado se le presenta como el que revela a Dios (cf. 1Cor 1,21-24; Flp 2,611), por eso es el Hijo de Dios (cf. Rom 1,4; Gál 1,16); un Dios que pasa de ser justo a ser justificador, que por amor gratuito salva a los pecadores en su Hijo (cf. Rom 3,21-22; Gál 2,21). De esta forma el servicio de Jesús que le lleva a entregarse hasta muerte en cruz es la nueva forma de relacionarse con Dios (cf. Rom 5,12-20).


                                  


Santos y Beatos. Semana 22-28 de junio

                                                                                  22 de junio


                                   Juan Fisher (1469-1535) y Tomás Moro (1477-1535)

            SAN JUAN FISHER, de la Orden Franciscana Seglar, nace en Beverley (Yorkshire. Inglaterra) en el 1469. Estudia en Michaelhouse en Cambridge. Es ordenado sacerdote en 1491 y poco después desempeña la función de vicecanciller de Michaelhouse. Promueve la Facultad de Teología, las lenguas clásicas y el hebreo. En 1502 es capellán de la madre del rey, Doña Margarita Beaufort. Bajo su dirección, Doña Margarita funda Christ’s College y Saint John’s College en Cambridge. A ella se le reconoce como la mayor bienhechora de esta Universidad. En 1504 es elegido Canciller de la Universidad y obispo de Rochester. Como miembro de la cámara de los Lores, Fisher impulsa la reforma del Clero, muy relajado en este tiempo. Protesta que Enrique VIII se erija en la cabeza de la iglesia de Inglaterra. El Rey impone el «Juramento de Supremacía», por el que pueblo acepta dicha función. Él lo rechaza. Es arrestado en Rochester y encarcelado en la Torre de Londres en 1534, condenado a muerte el 17 de junio de 1535, nombrado cardenal, en la cárcel, por el papa Pablo III y ejecutado el 22 de junio de 1535.
            SANTO TOMÁS MORO, de la Orden Franciscana Seglar, nace en Cheapside (Londres. Inglaterra). Estudia en Oxford en 1492 y Leyes en Londres. Ejerce como abogado y a los 22 años ya tiene una gran fama en Inglaterra. Reside con los Cartujos entre 1500 y y 1504. Traduce la Farsalia de Lucano, escribe la vida de Pico de la Mirándola y la Utopía. Se desposa y tiene cuatro hijos. Entra al servicio del Rey en 1518 y en 1529 es Canciller del Reino. Renuncia al cargo cuando Enrique VIII se casa con Ana Bolena y se declara jefe de la iglesia de Inglaterra. Se niega a jurar conformidad y obediencia el 14 abril. Encarcelado en la Torre de Londres es decapitado el 6 de julio de 1535. Desde 1522 combate con la pluma la doctrina de los protestantes en torno a la Eucaristía, la primacía del Papado, la Jerarquía eclesiástica, etc. El papa Pío XI los canoniza en el año 1935.


                                               Común de Mártires

            Oración. Señor, que has querido que el testimonio del martirio sea perfecta expresión de fe, concédenos, te rogamos, por la intercesión de San Juan Fisher y de Santo Tomás Moro, ratificar con una vida santa la fe que profesamos de palabra. Por nuestro Señor Jesucristo.


                                                                                     24 de junio


                                                          Natividad de San Juan Bautista


            Oración. Oh Dios, concede a tu familia caminar por la senda de la salvación, para que, siguiendo la voz de San Juan, el precursor, pueda llegar con alegría al Salvador que él anunciaba, nuestro Señor Jesucristo. Que vive y reina contigo.


                                                                                 25 de junio


                                                    Dorotea Swartz de Montau (1394)

            La beata Dorotea Swartz de Montau, de la Orden Franciscana Seglar, nace en Montau (Polonia), el 6 de febrero del año 1347. Se desposa con Albrecht de Danzig, que la maltrata. Tienen nueve hijos. Poco a poco cambia el carácter de su marido con paciencia y sacrificio, estableciendo la paz en el hogar. El matrimonio peregrina a Colonia, Aachen, y Einsiedeln, y en 1390 viajan a Roma. El marido contrae una enfermedad que lo lleva a la muerte. También fallecen ocho de sus hijos. Dorotea establece su residencia en Marienwerder en 1391. El 2 de mayo de 1393 edifica una ermita cerca de la catedral, donde se entrega a la oración y a aconsejar a las personas que se le acercan buscando el consuelo del Señor. Lleva una vida muy austera. Muere en Marienwerder, el 25 junio de 1394. Su confesor John de Marienwerder escribe sus conversaciones y una biografía en latín y alemán. El papa Juan Pablo II la beatifica en el año 1986.

                                               Común de Santas Mujeres

            Oración. Señor Dios, tú nos has revelado que toda la ley se compendia en el amor a ti y al prójimo; concédenos que, imitando la caridad de la beata Dorotea, podamos ser un día contados entre los elegidos de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo.


                                                                               26 de junio


                                                      Andrés Jacinto Longhin (1863-1936)

            El beato Andrés Jacinto nace el 23 de noviembre de 1863 en Fiumicello di Campodarsego (Padua. Italia), en una familia de campesinos. A los 16 años ingresa en el noviciado en los Franciscanos Capuchinos. Cursa los estudios eclesiásticos en Padua y Venecia. Es ordenado acerdote el 19 de junio de 1886. Profesor de teología y director espiritual del estudiantado capuchino en Venecia. Ministro Provincial en 1902. El 13 de abril de 1904, Pío X lo nombra obispo de Treviso y es consagrado en Roma por el cardenal Merry del Val. Hace la Visita Pastoral, preside un Sínodo, reforma el Seminario, promociona los ejercicios espirituales para los sacerdotes. En la Segunda Guerra mundial permanece con sus sacerdotes en la Diócesis situada en la línea de fuego. Atiende a los soldados heridos, a los ancianos y niños enfermos. El papa Pío XI lo nombra visitador apostólico de Padua y Údine. Muere el 26 de junio de 1936. Juan Pablo II lo beatifica el 20 de octubre de 2002.

                                               Común de Pastores

            Oración. Dios de piedad y misericordia, que concediste al beato Andrés Jacinto, obispo, edificar tu Iglesia por medio del anuncio de la fe cristiana y la caridad pastoral, concédenos, por su intercesión, que demos constante testimonio de tu amor sirviendo a los hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                                                               26.1 de junio


                                                        Santiago de Ghazir (1875-1954)

            El beato Santiago nace en Líbano en el año 1875, hijo de una familia cristiana de rito maronita. Es profesor de árabe en Alejandría (Egipto). Ingresa en los Franciscanos Capuchinos en 1894. Se ordena sacerdote el 1 de noviembre de 1901, después de cursar los estudios de filosofía y teología. Se dedica a la predicación y a la promoción de centros de educación, hospitales y orfanatos para los pobres en el Líbano, Palestina, Irán y Siria. Crea el Instituto de las Hermanas Franciscanas de la Cruz de Líbano para fortalecer sus obras, con especial dedicación a los minusválidos, a los ancianos y enfermos incurables. Sor María Zougheib es la cofundadora de la Congregación. Peregrina a Asís, Roma y Lourdes y en 1913 funda la revista «El Amigo de la Familia». Nota particular de su espiritualidad es la devoción a la Cruz de Cristo y a la Virgen. Muere en Beirut el año 1954. El papa Benedicto XVI lo declara beato el 22 de junio de 2008.

                                               Común de Santos Varones

            Oración. Señor, tú que otorgaste al beato Santiago la gracia de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros, por su intercesión, la gracia de vivir fielmente nuestra vocación, para que así tendamos a la perfección que tú nos has propuesto en la persona de tu Hijo. Que vive y reina contigo.

                                                                              27 de junio


                                                     Bienvenido de Gubbio (ca. 1232)

            El beato Bienvenido nace en Gubbio (Perugia. Italia). Es militar y noble caballero. San Francisco visita la ciudad en 1222. Le impresiona tanto que, como Ángel Tancredo, deja las armas para promover la paz con la oración y la vida de pobreza y penitencia. San Francisco le encarga el oficio de cuidar a los leprosos. Él mismo padece graves enfermedades que soporta con paciencia y humildad seráficas. Franciscano contemplativo, promueve las devociones a la Eucaristía y a la Maternidad de María. El 27 de junio de 1232 muere en Corneto (Apulia. Italia). El papa Inocencio XII aprueba su culto con oficio y misa.

                                               Común de Santos Varones

            Oración. Señor, tú que otorgaste del beato Bienvenido la gracia de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros, por su intercesión, la gracia de vivir fielmente nuestra vocación, para que así tendamos a la perfección que tú nos has propuesto en la persona de tu Hijo. Que vive y reina contigo.

                                                                          27.1 de junio


                                                           Margarita Bays (1815-1879)

            La beata Margarita Bays, de la Orden Franciscana Seglar, nace en La Pierraz (Friburgo. Suiza), el 8 de septiembre de 1815. Perteneciente a una familia muy sencilla, trabaja de modista y se entrega a la oración, que no abandonará durante toda su vida. Es el alma pacífica y alegre de su familia, compuesta por sus padres y seis hermanos. Es muy activa en las funciones caritativas y catequéticas de su parroquia. Promociona las Obras misionales, la prensa católica, la práctica de la oración y la devoción a la Eucaristía y a la Maternidad de María. Recibe los estigmas de la crucifixión de Jesús. Muere en la fiesta del Sagrado Corazón, el 27 de junio de 1879. El papa Juan Pablo II la beatifica el 29 de octubre de 1995, con las franciscanas María Bernarda Bütler (cf. 19 de mayo), María Teresa Scherer (cf. 16 de junio).

                                               Común de Santas Mujeres

            Oración. Señor Dios, tú nos has revelado que toda la ley se compendia en el amor a ti y al prójimo; concédenos que, imitando la caridad de la beata Margarita, podamos ser un día contados entre los elegidos de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                                                                   28 de Junio


                                                                           Ireneo (130?-200?)

            San Ireneo es discípulo de San Policarpo, Padre Apostólico y obispo de Esmirna, ciudad donde Ireneo recibió su formación cristiana. Desde año 177 reside en Lyón. Más tarde es obispo de esta ciudad. Escribe Contra las herejías, escrito que trata de rebatir los errores gnósticos, y que ha iluminado a la Iglesia de todos los tiempos. Muere en torno al año 200

                                                           Común de Pastores

            Oración. Señor, Dios nuestro, que otorgaste a tu obispo San Ireneo la gracia de mantener incólume la doctrina y la paz de la Iglesia, concédenos, por su intercesión, renovarnos en fe y en caridad y trabajar sin descanso por la concordia y la unidad entre los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo.


Espíritu Santo: La irrupción dela misericordia

                                                                          ESPÍRITU SANTO


                                                                                       V

                                                                      
                                                           La vida según el Espíritu

           
La acción del Espíritu en la comunidad cristiana y en cada bautizado confiere una vida nueva al constituirse en su «templo»: «¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguien destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá, porque el templo de Dios, que sois vosotros, es sagrado» (1Cor 3,16-17). Esto lleva consigo que ya no nos pertenecemos a nosotros mismos, sino a Dios según la imagen de su hijo Jesucristo: «... consideraos muertos al pecado y vivos para Dios con Cristo Jesús» (Rom 6,11)»; o como Pablo dice de sí mismo: «... y ya no vivo yo, sino que vive Cristo en mí. Y mientras vivo en carne mortal, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí» (Gál 2,20). Nace un nuevo sentido de vida que deriva en actitudes y actos que expresan el amor de Dios manifestado en Cristo y realizado en nosotros por el Espíritu. El Espíritu es quien inicia y desarrolla la vida nueva del cristiano consagrado a Dios por el Bautismo. Vivir según el Espíritu (cf. Gál 5,16), caminar según el Espíritu (cf. Gál 5,25) es abrir la vida humana al amor, una historia diferente a la del poder, la vanidad y la facilidad de la existencia que le ofreció Satanás a Jesús (cf. Mt 4,1-11; Lc 4,1-13).

           
El concilio Vaticano II lo expresa así: «Cuando el Hijo terminó la obra que el Padre le encargó realizar en la tierra (cf. Jn 17,4), fue enviado el Espíritu Santo el día de Pentecostés para que santificara continuamente a la Iglesia y de esta manera los creyentes pudieran ir al Padre a través de Cristo en el mismo Espíritu (cf. Ef 2,18). Él es el Espíritu de vida, la fuente de agua que mana para la vida eterna (cf. Jn 10,1.14; 7,38.39). Por Él, el Padre da la vida a los hombres, muertos por el pecado, hasta que resucite en Cristo sus cuerpos mortales (cf. Rom 8,10-11). El Espíritu habita en la Iglesia y en los corazones de los creyentes como en un templo (cf. 1Cor 3,16; 6,19), ora en ellos y da testimonio de que son hijos adoptivos (cf. Gál 4,6; Rom 8,15-16.26). Él conduce la Iglesia a la verdad total (cf. Jn 16,13), la une en la comunión y el servicio, la construye y dirige con diversos dones jerárquicos y carismáticos y la adorna con sus frutos (cf. Ef 4,11-12; 1Cor 12,4; Gál 5,22)» (Lumen gentium 4).
 
            En la nueva etapa inaugurada por el don del Espíritu (cf. Hech 2,1-4) se establecen nuevos parámetros para el seguimiento de Jesús y pertenencia a las nuevas comunidades. Se trata de la participación de la filiación divina que el Hijo nos ha ofrecido en su vida y ministerio en Palestina y que el Espíritu hace posible en la historia humana.


                                               La irrupción de la misericordia

           
Jesús inicia la presencia del Reino de Dios en la historia cuando proclama en Galilea: «Se ha cumplido el plazo y está cerca el Reino de Dios: arrepentíos y creed la buena noticia» (Mc 1,15). Poco antes, Juan habla de la necesidad de una penitencia personal para preparar el camino del Señor. Dios toma la iniciativa para recuperar a su criatura, pero es necesario que ésta deje un resquicio de libertad a su endiosamiento y autosuficiencia, que enmascara la maldad en el mundo; debe ceder su poder, en todos los niveles que comporta, a la relación gratuita del amor de Dios, que es la única que puede iluminar las situaciones reales de la persona. Por eso es muy fácil comprender que Jesús sea escuchado en los ámbitos de la pobreza y el pecado, en los que la debilidad abre el corazón a la influencia divina con más libertad, influencia que es de amor misericordioso. Hay dos parábolas que describen esta situación social y esta actitud personal.

           
Jesús es invitado por el fariseo Simón. Entonces se presenta en el convite una pecadora conocida por la gente, que «acudió con un frasco de perfume de mirra, se colocó detrás, a sus pies, y llorando se puso a bañarle los pies en lágrimas y a secárselos con el cabello; le besaba los pies y se los ungía con la mirra» (Lc 7,37-38; cf. Mc 14,3-9; Mt 26,6-13; Jn 12,1-8.). Estas acciones de la mujer provocan, por las reglas de impureza, un juicio del fariseo con el que descalifica a Jesús por no conocer la clase de persona que le está besando los pies: «Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer lo está tocando, que es una pecadora» (Lc 7,39). Es entonces cuando Jesús propone esta parábola a Simón: «Un acreedor tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y otro cincuenta. Como no podían pagar, les perdonó a los dos la deuda. ¿Quién de los dos le tendrá más afecto? Contestó Simón: —Supongo que aquel a quien le perdonó más. Le replicó: —Has juzgado correctamente» (Lc 7,41-43). El fariseo comprende la intención de Jesús por la respuesta que le da: amará más aquel a quien se le ha perdonado más.

           
Después de la parábola, Jesús explica a Simón que Dios ha sido muy benevolente con la mujer al perdonarle sus pecados: «Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra» (Lc 7,47). Es la razón del porqué responde la pecadora a Dios con tanto afecto mostrado en la unción, el perfume y, en definitiva, el gesto de besarle los pies como símbolo de amor a Jesús que se ofrece como intermediario de la salvación de la mujer. Ésta, arrepentida, y sintiendo la cercanía del amor misericordioso de Dios, encauza su amor y lo manifiesta en signos externos que explicitan la relación íntima que existe entre el amor y el perdón en Dios, la «misericordia entrañable» divina (cf. Neh 9,17; Flp 2,1), y entre el amor y la fe como respuesta del hombre a Dios. Por eso le dice Jesús a la mujer: «Tu fe te ha salvado. Vete en paz» (Lc 7,50), como antes se cuenta en las curaciones de la hemorroisa (cf. Lc 8,48), del leproso (cf. Lc 17,19) y del ciego de Jericó (cf. Lc 18,42), donde el que percibe la misericordia y se siente perdonado y revitalizado puede caminar en la paz.

           
Simón, como fariseo, basa la fe en la relación legal con Dios. Se fija en el creyente para que sus actos respondan a las exigencias de la Ley. Jesús, al contrario, pone su mirada en Dios. Por eso, viendo a la pecadora y hablándole a Simón, fundamenta la fe en el amor, que es la réplica a la Persona que ama previamente. Y con esta visión tan diferente es como Jesús, de nuevo, cuenta que un fariseo y un publicano suben al templo para orar (cf. Lc 18,10-14). Y los presenta de una manera contrapuesta al pertenecer a dos tipos sociorreligiosos distintos. El fariseo, mirándose a sí mismo, hace una oración de acción de gracias con una orientación horizontal, en este caso comparándose con el publicano. Es la beraká judía con la que se bendice a Dios por los dones que se reciben de Él. Y comienza su oración de forma negativa y fundada en el propio orgullo: «Oh Dios, te doy gracias porque no soy como el resto de los hombres, ladrones, injustos, adúlteros, o como ese recaudador» (Lc 18,11). El fariseo observa las leyes del decálogo (cf. Éx 20; Dt 5), y a continuación refiere su obras: «Ayuno dos veces por semana y pago diezmos de cuanto poseo» (Lc 18,12), un ayuno que se cumple el lunes y el jueves y los diezmos que se pagan al Señor como dueño legítimo de la tierra de Israel, según prescribe el Deuteronomio (cf. 14,22-23; 12,6-7.17; Lev 27,30-32).
           
El publicano es el que recauda para sí y para el Imperio, que no para Dios. Sin embargo su oración es vertical, su término es Dios. Por tanto tiene una compostura distinta a la del fariseo. Jesús lo describe con signos que remiten a una actitud interior humilde y arrepentida. Distante de la presencia del Señor, en la puerta del atrio de Israel en el templo, no se atreve a levantar los ojos al cielo y se da golpes de pecho (cf. Lc 23,48). Y esta compostura externa responde a la oración que hace, que no es de acción de gracias, sino de súplica: «Oh Dios, ten piedad de este pecador!» (Lc 18,13), y según la pauta que marca el Salmo (51,3): «Misericordia, oh Dios, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa». Su oficio le hace ser una persona impura en contraste con la pureza que los fariseos cumplen con rigidez.
             La solución que da Jesús es contraria a la opinión común de la gente: «Os digo que éste volvió a su casa absuelto y el otro no. Porque quien se ensalza será humillado, quien se humilla será ensalzado» (Lc 18,14), y en línea con lo que antes subraya el Evangelista sobre los fariseos: «Vosotros pasáis por justos ante los hombres, pero Dios os conoce por dentro. Pues lo que los hombres exaltan lo aborrece Dios» (Lc 16,15). El publicano, por la confesión de su pecado, es declarado justo ante Dios, es decir, comprende y cree a Dios por el amor misericordioso que le restablece su condición de justo. El fariseo, por el contrario, se hace justo a partir de sus propias obras e invoca la presencia de Dios para que ratifique lo que él ya ha conquistado.
             Jesús extiende la actitud del fariseo a los que apoyan su vida en las riquezas (cf. Mc 10,25par), o en cualquier clase de poder (cf. Mc 10,42; Q/ Lc 4,1-13; Mt 4,1-11) que pueda ocultar la relación gratuita de Dios (cf. Mt 10,7-10). Sin embargo, Jesús no anula la potencia natural que vehicula la eficacia de la acción divina, tanto para el servicio a los demás, como para la unión con Él (cf. Mt 25,14-30). Incluso aconseja lucir las cualidades humanas como focos del amor de Dios para que alumbren al mundo sumido en las tinieblas del mal (cf. Mc 4,21par). El Espíritu de Dios ya está actuando en la vida y ministerio de Jesús.


Santa Teresa de Ávila

SANTA TERESA DE JESÚS Y LA FILATELIA




                    Esteban Calderón
                        Facultad de Letras
                        Universidad de Murcia

           
La filatelia siempre ha estado atenta a todos los acontecimientos que se han ido sucediendo a lo largo y ancho de este mundo y a través de los años. Se puede decir sin temor a errar que la filatelia es la suerte de coleccionismo más transversal de cuantas hay. En este sentido, se hace preciso recordar que la filatelia española no ha sido ajena a los eventos que Santa Teresa de Jesús ha sugerido desde que el primer sello español apareciera, allá por 1850. ¡Ya ha llovido! Es de justicia indicar que en el correo vaticano –como no podía ser menos− y en algún país de habla hispana también se han emitido algunos sellos con motivos teresianos, pero tan sólo de manera esporádica y muy lejos de los pormenores de la filatelia española. Así las cosas, quisiera contribuir al V Centenario de la santa de Ávila trayendo a colación un tema menor, como es el reflejo teresiano en la filatelia, pero por esa misma razón muy poco conocido.
           
La primera emisión que se realizó en España sobre Santa Teresa fue en 1962, con motivo del IV Centenario de la Reforma Teresiana. En concreto, se emitió una tirada de ocho millones de sellos con tres motivos y distintos valores faciales, con técnica de huecograbado: el Monasterio de San José, en Ávila (25 céntimos, color gris negro), que sería el primero de una nueva Orden de Carmelitas Descalzas y donde la abulense compondría la mayor parte de sus obras, una reproducción parcial de la celebérrima escultura de Santa Teresa, de Bernini (1 peseta, color castaño), y una réplica del retrato de Santa Teresa, obra del inmortal Velázquez (3 pesetas, color azul).
           
De 1971 data un sello insertado en una serie consagrada al centenario de celebridades. El valor de 2 pesetas, multicolor, está dedicado a Santa Teresa como doctora de la Iglesia y reproduce una maravillosa imagen vallisoletana de Gregorio Fernández, en la que se puede observar a la santa con un libro en la mano izquierda y una pluma en la diestra, en actitud contemplativa.
           
Un año después, en 1972, se llevó a cabo la emisión de una serie compuesta por tres sellos en huecograbado, cuyo motivo era el Real Monasterio de Santo Tomás de Ávila, en el que residió nuestra santa. En dicho monasterio se encuentra el confesionario de Santa Teresa y en este lugar tuvo una visión el 15 de agosto de 1561. La serie plasma la fachada (2 pesetas, color gris verde y azul), la nave central (8 pesetas, color castaño y lila claro) y el patio de los Reyes con su claustro (15 pesetas, color azul violeta y lila), así llamado porque era la parte destinada al descanso estival de los Reyes Católicos. Recogemos aquí el primer valor, esto es, la fachada con su enorme portada dibujada por un gran arco escarzano y dos machones, conformando una inmensa «H», letra inicial de Hispanidad.
           
Diez años después, 1982, con motivo del IV Centenario de la muerte de Santa Teresa, se emitió en calcografía un sello conmemorativo (33 pesetas, castaño y verde), que reproduce el rostro de otra escultura del maestro castellano Gregorio Fernández sobre un fondo en el que se observa un Crucificado y la mano de la santa escribiendo una de sus obras.
Como no podía ser menos, en la conmemoración del V Centenario del nacimiento de Santa Teresa, que celebramos durante el año en curso, la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, siempre atenta a estas efemérides, ha emitido una tirada de treinta millones de un solo ejemplar. En dicho sello, de clase A, la FNMT ha retomado como motivo la imagen de Bernini, conservada en la iglesia de Santa María de la Victoria, de Roma, que ya se emitiera en 1962, conjugada con el lienzo norte de la muralla de Ávila, así como la «ñ» de la Marca España. Además, la hoja-bloque incluye el logotipo de la ruta Huellas de Teresa, en referencia al itinerario por las diecisiete localidades en las que la santa fundó conventos.
Pero no ha sido la única iniciativa de la FNMT con motivo de este evento, ya que también se han realizado seis grabados de seis de los sellos antes reseñados, con el fin de difundir aún más entre los filatélicos la figura de Santa Teresa de Ávila.
Hay que felicitar a la filatelia española, que siempre ha sabido estar en los momentos oportunos, divulgando así por todo el mundo la figura de nuestra santa más universal.