lunes, 2 de noviembre de 2015

La viuda en el templo de Israel

DOMINGO XXXII (B)



            Lectura del santo Evangelio según San Marcos 12,38-44.

            En aquel tiempo, enseñaba Jesús a la multitud y les decía: -¡Cuidado con los letrados! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas con pretexto de largos rezos. Esos recibirán una sentencia más rigurosa.
            Estando Jesús sentado enfrente del cepillo del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad. Se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos les dijo: -Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el cepillo más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.

             

1.- Jesús alaba a la viuda porque es la imagen y semejanza de la identidad de Dios cuando se relaciona con nosotros. Él manda a su Hijo al mundo para decir quién es y quiénes somos, y cómo debemos relacionarnos con Él y entre nosotros. Un himno de la primitiva comunidad lo describe de forma magistral: «Cristo Jesús, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al contrario, se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres. Y así, reconocido como hombre por su presencia,  se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz» (Ef 2,6-8). Dios, en su Hijo, se nos da, y muere para que vivamos. Dios no es la persona apática que nos mira como si fuéramos actores de una película que pasa ante Él para distraerse. Dios está sirviendo en nuestra historia para dar vida y vida abundante (cf. Jn 10,10).


             

 2.- Jesús carga contra los ilustrados de la religión hebrea por sus signos de poder intelectual, económico y social. Así se han presentado los responsables de las comunidades cristianas en épocas anteriores. De hecho, la plataforma desde donde habla el Papa ―el Vaticano― ya la quisiera para sí el Presidente de los Estados Unidos, el hombre que concentra más poder en esta tierra. Desde hace más de un siglo la Iglesia vive desde parámetros diferentes al prestigio y al poder económico. Es una evidencia que no tiene dinero para conservar los bienes patrimoniales heredados de tiempos anteriores. Los Estados mantienen estos bienes de valor incalculable, porque son expresiones lúcidas de la genialidad humana. La Iglesia, siguiendo a Jesús, hace cada vez más hincapié en sus miles de instituciones y voluntarios que se dedican a darse a los más desfavorecidos. Y esto es así, porque en ello le va su propia relevancia en nuestra sociedad. Como cristianos, debemos vivir desde la perspectiva de la viuda, desde Jesús.

            

3.- Observamos a gente que solo vive para sí; otros, hasta preguntan cómo está su amigo, conocido o familiar, sin importarle la respuesta; otros se cruzan con un indigente, lo ven y siguen su camino; otros ayudan con céntimos, que no saben dónde meterlos; otros muchos dan parte de su sueldo o pensión a instituciones que se dedican a servir a los pobres; otros son la viuda del Evangelio:  voluntarios en instituciones sociales; familiares y amigos de las personas que vegetan solos; abuelos que ofrecen su tiempo y vida a sus nietos y a los necesitados. ¿Dónde nos situamos?



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