VI DOMINGO DE PASCUA (B)
Lectura del santo Evangelio según
San Juan 15,9-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Como el
Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced
en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo
que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he
hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue
a plenitud.
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo
os he amado.
Nadie tiene amor más
grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si
hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo
que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi
Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien
os he elegido; y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto
dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo dé. Esto os mando:
que os améis unos a otros.
1.-
Texto.
El Evangelio de Juan mantiene la actitud de Jesús sobre el amor, que escriben los Sinópticos (cf.
Mc 12,30par). Jesús reza la oración de la Shemá,
que recita dos veces al día, oración que recuerda que Dios está por encima de todas
las tareas que ocupan el día; y añade que hay que amar al prójimo como a sí
mismo. Pero el amor de Jesús a Dios es una relación filial al Padre, no es la
de una criatura a su Creador, y el Padre
es Padre de todos los hombres, lo que convierte la relación con sus discípulos
y con todos los hombres en una relación fraterna, relación de hermanos.
2.-
Mensaje. La relación filial con el Padre y fraterna con todos
la manda Jesús como la mayor prueba que puede exhibir la comunidad cristiana
ante todo el mundo. Jesús ha dado eejemplo de ello al lavar los pies a los
discípulos (Jn 13), al vivir sirviendo a
todos los que necesitaban amor para continuar esperando en Dios y en la vida
humana, al morir amando y perdonando. Y esto es lo que les manda a los discípulos,
y de una forma muy explícita. La regla del amor, como del perdón, es como él
les ha amado; como él nos ha amado: hasta morir, es decir, hasta entregar lo
más preciado que tiene un hombre o una mujer: su vida.
3.-
Acción. El programa evangélico que Jesús establece y que se enraíza
en Dios supone interiorizar por medio de la plegaria el amor a todos; en este
aspecto se contesta al mal con el bien y se desacelera la potencia de la
violencia, se abre sin límites el servicio del amor, no reduciéndolo al ámbito
sectario de la raza, la amistad y la familia; por último, invita Jesús, si es
necesario, a ofrecer la vida por los demás (Jn 15,13). Se pasa de amar al
prójimo como a sí mismo al don de sí mismo a todos, en el que se contempla el
sacrificio extremo que envuelve el amor: «Quien se aferre a la vida la perderá,
quien la pierda por mí la encontrará» (Mc 8,35par). Es la única manera de
adquirir el estatuto de ser hijos de Dios, porque, con esta actitud, se alcanza
la dimensión divina que entraña el amor universal: «... y seréis hijos del
Altísimo, porque Él es bueno con los desagradecidos y los perversos» (Lc 6,35;
cf. Mt 5,45).
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