Perseguir gays
Francisco Henares
Instituto Teológico de
Murcia OFM
Pontificia Universidad
Antonianum
Hacia
el final de octubre pasado, una noticia llenó la primera plana de un periódico
de Murcia. Se trataba de esto: unos alumnos de bachillerato de Caravaca, al
acabar las clases al mediodía, empezaron a perseguir por la calle a dos
compañeros. De los perseguidos, uno era
homosexual, y la chica era lesbiana. Insultaron a éstos, los apedrearon, y a la
chica, una de las piedras le dio en la cabeza y le hizo perder el conocimiento.
Los insultos de
bollera y otras
lindezas, se oían por la calle. Menos mal que los energúmenos no pudieron hacer
más, porque unas cuantas familias que vieron el espectáculo se pusieron delante
y ayudaron. Gracias sean dadas a las familias que defienden a los perseguidos.
Parece ser que se ha presentado una denuncia contra tales monstruos, que están
acabando el bachillerato, y quizás un día hasta tengan una carrera. Parece, sin
embargo, mentira que sean estudiantes y no analfabetos quienes se recrean en esto. ¡Qué verdad es que los
títulos no dan la cultura! He aquí una noticia que de vez en cuando salta a la
radio, o a la TV. Unos jóvenes salvapatrias parecen saber de moral más que
todos nosotros. Lo peor es que esa falsa moral la imponen a palos, como
verdugos. Recuerdo ahora que al final de marzo pasado, en Gijón ocurrió algo
parecido con una menor, a quien sus compañeros de clase, y en las redes e
internet hacían objeto de burlas y desprecios. La chica (se llamaba Carla)
acabó tirándose por un acantilado y apareció ahogada al día siguiente. No pudo
aguantar más la pobre con lo que ahora llaman en inglés el
bullyng, que es la persecución a personas que no pueden defenderse.
Pero en español eso se llama salvajada, ser sinvergüenza sin más. Si alguien es
gay o lesbiana dejemos que lo viva en paz y en amor, de forma cordial y educada,
porque eso no es una
deformación, a
pesar de que todavía haya gente que suelta su agresividad en contra. Si tú no
eres de una forma determinada, lo que no puedes es hinchar a palos a la
contraria. Debemos ser solidarios de los más perseguidos, debemos parar a los
que se creen más machos, porque usan
mamporros o pedruscos. ¡Ojalá prospere la denuncia, y prosperen unas
leyes claras que defiendan un orden y concierto en medio de la barbarie de cada
cual! Cierto que en Caravaca esto ocurrió en la calle, y no dentro del
Instituto, pero deberían tomar nota los profesores (para esto son educadores) y
sentar a esos desaprensivos en un juicio escolar a fin de que reconozcan su desvarío
asqueroso. Con frecuencia tiran más piedras lo que más tienen que callar.
No
hace muchos meses el Papa Francisco expresaba que quién es él para juzgar a
homosexuales. Hubo quien se escandalizó, porque estamos quizás más
acostumbrados a condenar. Nos daba el Papa una lección de
no juzguéis y no seréis juzgados, que es evangelio que da vida, y que
es educación a la vez en buenos modales. Servía también de aldabonazo para naciones,
políticos, educadores, eclesiásticos que todavía se dejan caer con
prohibiciones, leyes, y vejaciones, como si un homosexual fuera un animal de
segunda categoría. Ya está bien de juicios rotundos, de dogmatismos e incultura
que defienden estilos del pasado, y encima se creen superiores. Un solidario,
por el contrario, busca razones, estudia, escucha, observa, y toma parte con
quien sufre. No es justo que quien es un heterosexual quiera que todos sean
iguales a él. Que seamos más en número no indica nada. Sólo es una estadística.
Las razones personales están por encima de toda estadística. Por otro lado,
debe aprobarse rápidamente una ley sobre el acoso escolar, porque en el
artículo 173, 1 del Código Penal, no
está el acoso tipificado como un
delito.
De hecho, sabemos que en la práctica es muy complicado lograr una condena
contra un menor en casos semejantes al que contamos. Lo más que se logra es que
le caiga de pena trabajar en algo que sea en beneficio de la comunidad. Pero lo
grave no se ha hecho contra la comunidad, sino contra unas personas concretas.
Salvar a éstas es una urgencia.
Solidario lo llevas dentro. Paco
Henares. Fundación Clara Henares.
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