Dios al encuentro del hombre según
CatIC
Pilar Sánchez Álvarez
Instituto
Teológico de Murcia OFM
San Ireneo escribió esta
obra contra la gnosis valentiniana, herejía que se desarrolló durante los primeros siglos del
cristianismo y que prometía a sus seguidores conseguir un conocimiento
intuitivo, misterioso y secreto de las cosas divinas que les conduciría a la
salvación.
Los gnósticos influenciados por
filósofos como Platón, intentaban dar respuesta a las preguntas sobre la
identidad del hombre, su origen, su destino y la explicación del mal en el
mundo recurriendo al dualismo y entroncando con la antigua religión iraní. Para
ellos la materia es mala y el espíritu bueno, Dios es absolutamente trascendente,
alejado del hombre y el mundo es creado
por un demiurgo, que se apartó de Dios y que se identifica con el Dios del
Antiguo Testamento, por lo que el mundo creado es malo por naturaleza. El
cuerpo material es malo, y en consecuencia
el hombre tiene que liberarse de la materia y retornar al verdadero
Dios. ¿Y cómo alcanza esta salvación? Por el conocimiento, reservado solo a
unos pocos, por ser este movimiento de carácter sectario.
Desde el origen Dios se dio a
conocer en la creación y se manifestó a los primeros padres de la
humanidad inventándoles a una comunión
con Él, rompiéndola cuando se enfrentaron por el pecado, pero el mismo Dios, en ese momento, les promete la
salvación.
¿Qué significa la Alianza con Noé?
Cuando la maldad del hombre “era puro
mal de continuo” Dios manda el diluvio y hace un alianza con Noe, que no es un
pacto bilateral, sino un compromiso gratuito de Dios mismo para con sus
elegidos. Los seres irracionales son asociados
en el castigo y en la salvación al destino del hombre, cuya iniquidad ha
corrompido toda la creación.
El relato yahvista de la Torre de
Babel da una explicación de la diversidad de los pueblos y de las lenguas y representa el castigo de un pecado
colectivo de orgullo, que
después
de diversos Patriarcas, llega a la historia de Abraham, el inicio de la
historia de la raza elegida.
Abraham reúne a esa diversidad, a
esa humanidad dispersa, el padre de
multitud de naciones: "En ti serán benditas
todas las naciones de la tierra" (Gn 12,3; cf. Ga 3,8).
Abraham, sale hacia un país desconocido, sin hijos, con una mujer estéril, por
un acto de absoluta fe, respuesta a la llamada de Dios, que le promete algo
imposible en sus circunstancias, un una nación grande y un linaje.
Revelación de Dios a un
hombre que responde con un asentimiento absoluto. Una nueva Alianza de Dios con
su pueblo, una preparación de la Iglesia, pueblo de Dios.
En DV3 se afirma que después de la etapa de los
patriarcas, Dios constituyó a Israel como su pueblo salvándolo de la esclavitud
de Egipto. Estableció con él la alianza del Sinaí y le dio por medio de Moisés
su Ley, para que lo reconociese y le sirviera como al único Dios vivo y
verdadero, Padre providente y juez justo, y para que esperase al Salvador
prometido. De esta forma fue preparando con esa Pedagogía Divina a través de
los siglos el anuncio del Evangelio. La
alianza con Abraham se había realizado con un solo individuo, aunque alcanzaba
a toda su descendencia, y no obligaba nada más que a loa circuncisión. La
Alianza del Sinaí, es con todo el Pueblo, con una Ley que se convertirá en la
carta del Judaísmo, Ley que San Pablo explicará como temporal (Ga 3; Rm 7). Es
una preparación para la venida de Cristo.
Ese Israel, pueblo elegido
por Dios, tendrá cumplimiento en el Israel espiritual, la Iglesia.
Así mismo los Padres Apologistas
griegos, autores cristianos de la segunda mitad del s. II que escribieron en
defensa de los ataques realizados por los judíos y por el mundo pagano, entre
ellos Justino, en el Dialogus cum
Tryphone Judaeo hace una interpretación del Antiguo Testamento desde una
perspectiva cristina, acude al él, en cuanto manifiesta una serie de anuncios
proféticos que tendrán su realización plena en Cristo. Pero el mediador y la
plenitud de toda la Revelación es Cristo Jesús. Dios ha dicho todo en su Verbo.
«Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a
nuestros padres por medio de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha
hablado por su Hijo» (Hb
1,1-2). Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la Palabra única, perfecta e
insuperable del Padre. En Él lo dice todo, no habrá otra palabra más que ésta. El Hijo es la Palabra definitiva
del Padre, de manera que no habrá ya otra Revelación después de Él pero aunque
la Revelación esté acabada, no está completamente explicitada; corresponderá a
la fe cristiana comprender gradualmente todo su contenido en el transcurso de los
siglos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario