sábado, 31 de enero de 2015

Poesías de Santa Teresa

                                 Sobre las poesías de Santa Teresa de Jesús




                                                                                                  Francisco Javier Díez de Revenga
                                                                                                   Facultad de Letras
                                                                                                                      Universidad de Murcia



           
Se trata de uno de los sectores de la obra de Santa Teresa más difícil de documentar, ya que se conservan una treintena de poemas atribuidos, con mayor o menor seguridad, a nuestra escritora. La razón, sin duda, es que, tal como relatan muchos testimonios de contemporáneos y de sus primeros biógrafos, era muy aficionada a la poesía de corte popular, que procuraba que sus monjas cantasen en momentos de descanso o esparcimiento. Ella misma, como otras de su orden, las componía, las hacía cantar sin acompañamiento alguno, bajo su dirección acompañándose sólo de palmas. Por ello, todas estas composiciones se ajustan a formas populares, y a temas muy variados, hechas con motivo de alguna celebración religiosa o para alegrar los momentos de regocijo y esparcimiento de sus conventos.
La Madre María de San José, que la acompañó en el penoso viaje a Sevilla, la recuerda en esta afición suya: «Todo se pasaba riendo y componiendo romances y coplas de todos los sucesos que nos acontecían, de que nuestra santa gustaba extrañamente». En 1577, escribe la santa a su hermano Lorenzo: «No sé que le envíe… si no es esos villancicos que hice yo, que me mandó el confesor las regocijase, y he estado estas noches con ellas y no supe cómo sino así. Tienen gracia sonada, si la atinare Francisquito para cantar”.
            En el Libro de la vida, en el capítulo 16, también se refiere a esta actividad suya, aunque con severa autocrítica, bastante acertada por cierto en esa calificación de «con no ser poeta»: «¡Oh válgame Dios! ¡Cuál está un alma cuando está así! Toda ella querría fuese lenguas para alabar al Señor. Dice mil desatinos santos, atinando siempre a contentar a quien la tiene así. Yo sé persona que, con no ser poeta, le acaecía hacer de presto coplas muy sentidas declarando su pena bien, no hechas de su entendimiento, sino que, para gozar más la gloria, que tan sabrosa pena le daba, se quejaba de ella a su Dios. Todo su cuerpo y alma querría se despedazase para mostrar el gozo que con esta pena siente.»
           
En las ediciones de las obras de Santa Teresa se suele seguir la ordenación tradicional por géneros y temas, lo que da idea de la variedad de las poesías que se le suelen atribuir: líricas, villancicos, votivas y familiares y varias, en total treinta y cinco composiciones de las que ocho se consideran dudosas.
Las más conocidas y celebradas son las líricas, entre las que figuran motivos muy conocidos de los cancioneros de los siglos XV y XVI, como pueden ser el motivo cazador, el alba, la vela de amor o el servicio amoroso, géneros habituales de la lírica de tipo tradicional. Los más célebres son la glosa del “Vivo sin vivir en mí”, que compartirá con San Juan de la Cruz, y el villancico “Véante mis ojos”. También sobresalen las dedicadas a algunos santos, como San Andrés, San Hilarión, Santa Catalina de Alejandría…, o las de carácter familiar como las dedicadas a la toma de hábito, profesión o acontecimientos de la vida conventual.
           
Es muy difícil asegurar con certeza la autenticidad de cada pieza, ya que en las colecciones de poesías aparecen mezcladas con otras muchas canciones que se cantaban en los conventos, obras anónimas o de diversos frailes y monjas. De la riqueza de toda esta producción colectiva da idea la edición del Libro de romances y coplas del Carmelo de Valladolid, que publicaron, en 1982, Víctor García de la Concha y Ana María Álvarez Pelliteiro.
He aquí algunas de las canciones más célebres, atribuidas a Santa Teresa de Jesús:


Mi Amado para mí

Ya toda me entregué y di
y de tal suerte he trocado
que mi Amado para mi
y yo soy para mi Amado.


Cuando el dulce Cazador
me tiró y dejó herida
en los brazos del amor
mi alma quedó rendida,
y cobrando nueva vida
de tal manera he trocado

que mi Amado para mí
y yo soy para mi Amado.


Hirióme con una flecha
enherbolada de amor
y mi alma quedó hecha
una con su Criador;
ya yo no quiero otro amor,
pues a mi Dios me he entregado,
y mi Amado para mí
y yo soy para mi Amado.




Muero porque no muero

Vivo sin vivir en mí
y tan alta vida espero
que muero porque no muero.


Vivo ya fuera de mí
después que muero de amor,
porque vivo en el Señor
que me quiso para Sí.
cuando el corazón le di
puso en él este letrero:
que muero porque no muero.

Esta divina prisión
del amor con que yo vivo
ha hecho a Dios mi cautivo
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.

¡Ay, que larga es esta vida,
qué duros estos destierros,
esta cárcel y estos hierros
en que el alma esta metida!
sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.

iAy, que vida tan amarga
do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
no lo es la esperanza larga:
quíteme Dios esta carga
más pesada que el acero,
que muero porque no muero.

Sólo con la confianza
vivo de que he de morir,
porque muriendo el vivir
me asegura mi esperanza.
muerte do el vivir se alcanza,
no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero.

Mira que el amor es fuerte;
vida, no me seas molesta,
mira que sólo te resta,
para ganarte, perderte;
venga ya la dulce muerte,
venga el morir muy ligero,
que muero porque no muero.

Aquella vida de arriba,
que es la vida verdadera,
hasta que esta vida muera
no se goza estando viva.
muerte, no seas esquiva;
viva muriendo primero,
que muero porque no muero.

Vida, ¿que puedo yo darle
a mi Dios que vive en mí,
si no es perderte a ti
para mejor a El gozarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues a El solo es al que quiero.
que muero porque no muero.






Véante mis ojos

Véante mis ojos,
dulce Jesús bueno;
Véante mis ojos,
muérame yo luego.

Vea quien quisiere
rosas y jazmines,
que si yo te viere
veré mil jardines.
flor de serafines,
Jesús Nazareno
véante mis ojos,
muérame yo luego.

No quiero contento
mi Jesús ausente
que todo es tormento
a quien esto siente.
solo me contente
tu amor y deseo.
véante mis ojos,
dulce Jesús bueno;
véante mis ojos,
muérame yo luego.





Pastores que veláis

¡Ah, pastores que veláis,
por guardar vuestro rebaño,
mirad que os nace un Cordero,
Hijo de Dios Soberano!

Viene pobre y despreciado,
comenzadle ya a guardar,
que el lobo os le ha de llevar,
sin que le hayamos gozado.
Gil, dame acá aquel cayado
que no me saldrá de mano,
no nos lleven al Cordero:
¿no ves que es Dios Soberano?

¡Sonzas!, que estoy aturdido
de gozo y de penas junto.
¿Si es Dios el que hoy ha nacido,
cómo puede ser difunto?
¡Oh, que es hombre también junto!
La vida estará en su mano;
mirad, que es este el Cordero,
Hijo de Dios Soberano.

No sé para qué le piden,
pues le dan después tal guerra.
Mía fe, Gil, mejor será
que se nos torne a su tierra.
Si el pecado nos destierra,
y está el bien todo en su mano,
ya que ha venido, padezca
este Dios tan Soberano.

Poco te duele su pena;
¡oh, cómo es cierto del hombre,
cuando nos viene provecho,
el mal ajeno se esconde!
¿No ves que gana renombre
de pastor de gran rebaño?
Con todo, es cosa muy fuerte

que muera Dios Soberano.

lunes, 26 de enero de 2015

                                      Francisco de Asís y su mensaje


                                                            XIII

El hombre imagen de Dios y de Cristo

                                               b. La historia pervertida

           
La doctrina y experiencia de la creación y del ser humano que tiene Francisco nace del contenido de la fe cristiana y de la fidelidad a la revelación que Jesús hace de Dios, y de la experiencia negativa que sufre como persona y como ciudadano de Asís. Porque Francisco ni es un iluso, ni un iluminado, ni un ingenuo sobre quién es el hombre y las instituciones que amparan y fomentan la maldad que origina las guerras y las divisiones humanas. Él lo vive en las relaciones que establece el comercio de telas de su padre, en el prestigio social que da el poder militar y en el dinero que sustenta el comercio y la milicia (cf. Test 2; 1Cel 1-15). Y, sobre todo, se enfrenta a lo que provocan las instituciones de poder en la sociedad: las condiciones de miseria que viven tantas gentes situadas al amparo de las murallas de las ciudades, o vagando por los caminos, por culpa de las estructuras económicas, o las calamidades y penurias producidas por las pestes y las malas cosechas; las instituciones religiosas que no responden a los valores evangélicos para restituir la dignidad a los pecadores, o a los indigentes que se acurrucan a las puertas de los monasterios; en fin, el sufrimiento físico causado por las enfermedades, a lo que se añade la marginación social que entrañan algunas de ellas, como los leprosos, símbolo, a la vez, del pecado (cf. Lm 1,8).

                                                           1º El dinero

           
Francisco no pone en cuestión las macroestructuras en las cuales se sustenta la sociedad. Dios ha creado un mundo perfecto y como tal lo vive; por eso es intangible en su forma religiosa, social y natural. Su visión de la naturaleza, de la historia y del hombre así lo avala. El mal nace de las personas, que han dañado parte de la creación, aunque no toda, por su pecado. Y el mal nace, siguiendo la tradición bíblica, por la acción del diablo, símbolo del mal. Hay, pues, que extirpar el pecado personal para devolverle a la creación y al hombre su belleza original, y hay que luchar contra el poder diabólico que domina a los hombres y los separa de Dios. Si esto es así, como trataremos después, también lo es el hecho de que Francisco es consciente de las instituciones intermedias corrompidas que provienen de una historia cultural errada. Y aquí interviene en la misma medida que persigue el mal individual. Y lo hace desactivando su causa. Y la causa la sitúa a nivel social en el poder, poder que se sustenta en la posesión de bienes, o su símbolo, que es el dinero. Él lo sabe personalmente (cf. LM 1,1; TC 2,3). Por eso se lo devuelve a su padre, junto a los vestidos, para liberarse de la esclavitud que conlleva (cf. 1Cel 17; 2Cel 12; LM 2,3; TC 19-20; AP 8). La fraternidad que funda debe seguir a los discípulos de Jesús cuando les manda predicar el Reino con un bastón y sandalias (cf. Mc 6,7-9par), que es la perícopa que escucha en San Damián y que le impulsa al seguimiento de Jesús y a la predicación (cf. 1Cel 22). La reglamentación que hace del uso del dinero es severa. Para nada se use dinero, excepto para atender a los enfermos (cf. RegNB 8,1-14), y más tarde también prohíbe esto, ya que los recursos necesarios para socorrerlos lo deben aportar los bienhechores (cf. RegB 4,2-4). Y la persona que ingrese a la Fraternidad debe distribuir sus bienes entre los pobres (cf. RegNB 2,4; RegB 2,7-8; 2Cel 15).

           
Dejando al margen las secuelas negativas que trae una prohibición tan tajante, sobre todo el no tocarlo (cf. 2Cel 65-68), aparece en el lenguaje de Francisco su equiparación al diablo, el gran oponente del Evangelio, porque supone la desconfianza en la providencia divina, y porque es la raíz de la destrucción personal y colectiva. La avaricia, (cf. 1Reg 8,1; Lc 12,15; 21,34), la riqueza que proviene de la pobreza de muchos (cf. RegNB 8,12; 1Cel 9) y la violencia que engendra la posesión de los bienes dando lugar al odio y a la muerte, son lo que lleva a Francisco a abrazar la pobreza como la clave de liberación del mayor enemigo del hombre (cf. 2Cel 55 72). Y adopta el vaciamiento de las cosas para desactivar la potencia destructora de dos instituciones importantes en su vida, como son el comercio, en el que colabora con su padre, y la guerra en la que participa (cf. 2Cel 4; 1Cel 1-7; LM 1,1-4.7), en las que evita (Arezzo, 2Cel 108; LP 108; Siena, Flor 11; Gubbio, Flor 21; Perusa, 2Cel 37) y en la que fracasa en su intento de pararla (Damieta, 2Cel 30; LM 11,3).

Santos y Beatos. Del 26 al 31 de enero

                                                                               26 de enero


                                                                           Timoteo y Tito

            Timoteo y Tito, discípulos de San Pablo y colaboradores suyos en la misión de los gentiles. Responsables de las iglesias de Éfeso y Creta (cf. Hech 16,1; Tit 1,4).

                                               Común de Apóstoles

            Oración. Oh Dios, que hiciste brillar con virtudes apostólicas a los Santos Timoteo y Tito, concédenos por su intercesión, que, después de vivir en este mundo en justicia y santidad, merezcamos llegar al reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                                                              26.1 de enero
                                                       Gabriel María Allegra (1907-1976)

            El beato Gabriel María Allegra nace el 26 de diciembre de 1907 en Acireale (Sicilia. Italia). Ingresa en la Orden Franciscana Menor en 1918; profesa en 1924. En 1926 estudia en el Antonianum de Roma. Ordenado sacerdote en 1930, se incorpora al año siguiente a la misión franciscana de China. Dotado de una memoria prodigiosa, sobresale por el estudio de la Sagrada Escritura y por su actitud humilde y servicial en el seguimiento de Cristo y San Francisco, y su amor a María Inmaculada, padeciendo la persecución de la Revolución Cultural china. En 1935 comienza la traducción al chino de la Biblia a partir de los textos originales. En 1945 funda en Pekín el Studium Biblicum Franciscanum, transferido a Hong Kong en 1948. Termina la traducción del AT en el año 1952 y tres años después comienza la del NT en Hong Kong. En 1968, el Studium Biblicum Franciscanum publica por primera vez en la historia la Biblia en lengua china. Muere en Hong Kong en 1976. Es beatificado el 29 de septiembre de 2012 en Acireale, en la Basílica catedral de la Anunciación de María Santísima.

                                   Común de Pastores o Santos Varones

            Oración. Señor Dios, Padre de la luz, que has suscitado en el beato Gabriel María, sacerdote franciscano, una fervorosa dedicación a las Escrituras divinas, para que el Evangelio de tu Hijo se escuchase en los confines de la tierra, concédenos, por su intercesión, alimentarnos continuamente de la palabra de vida, para dar testimonio de ella con las palabras y los hechos. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                                                             27 de enero


                                                   Ángela de Mérici (1470-1540)

            Santa Ángela de Mérici nace en Desenzano, junto al lago de Garda (Brescia. Italia) en 1470, en el seno de una familia de humildes campesinos. Ingresa en la Orden Franciscana Seglar a los 13 años. Se hace llamar «Hermana Ángela» y lleva hasta su muerte el hábito, con el que es enterrada. En la Iglesia de Santa Afra en Brescia, el 25 de Noviembre de 1535, funda un Instituto para educar a niñas pobres, y lo pone bajo la protección de Santa Úrsula, patrona de las universidades medievales. Es el comienzo de la Compañía de las Ursulinas, el primer Instituto de mujeres dedicado a su formación y enseñanza y a la defensa de su dignidad. Y con el nombre de «Ursulinas» se desarrolla su ideal en diversos Institutos, diversificando su carisma en casi todas las actividades evangelizadoras de la Iglesia. Para cumplir su misión, las primeras Ursulinas viven en medio del mundo, con lo que cambian el ideal de la vida religiosa, que, por lo general, se sitúa en el claustro en su tiempo. Muere en Brescia el 27 de enero de 1540. Pablo III aprueba la Regla en 1544. Clemente XIII aprueba su culto el 30 de abril de 1768 y Pío VII la canoniza el 24 de mayo de 1807.

                        Común de Vírgenes o de Santas Mujeres

            Oración. Oh Dios y Padre nuestro, que no deje de encomendarnos a tu misericordia la santa virgen Ángela de Mérici, para que, siguiendo sus ejemplos de caridad y prudencia, sepamos guardar tu doctrina y llevarla a la práctica en la vida. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                                                                28 de enero


                                              Tomás de Aquino (1229-1274)

            Santo Tomás de Aquino nace en 1229. Ingresa en la Orden de Predicadores. Estudia en Nápoles, París y Colonia. Regenta una cátedra de Teología en la Universidad de París. Escribe obras fundamentales para la comprensión de la fe cristiana fundado en el pensamiento aristotélico. Muere en Torracina el 7 de marzo de 1274.

                                   Común de Doctores de la Iglesia

            Oración. Oh Dios, que hiciste de Santo Tomás de Aquino un varón preclaro por su anhelo de santidad y por su dedicación a las ciencias sagradas, concédenos entender lo que él enseñó e imitar el ejemplo que nos dejó en su vida. Por nuestro Señor Jesucristo.


                                                                           29 de enero


                                                     Manuel Domingo y Sol (1836-1909)

            El beato Manuel Domingo y Sol, de la Orden Franciscana Seglar, nace en Tortosa (Tarragona. España) el 1 de abril del año 1836. Ordenado sacerdote el 2 de junio de 1860, es destinado a La Aldea (Tortosa) el 7 de marzo 1862, y en 1863 se hace cargo de la parroquia de Santiago de Tortosa. Durante los primeros 13 años de su sacerdocio se entrega por entero al ministerio sacramental, a la juventud y a las religiosas contemplativas, en especial a las Hermanas Clarisas. Más tarde se dedica a las vocaciones sacerdotales y religiosas. Funda numerosos colegios en España, Portugal y el Colegio Español de Roma, donde han estudiado y estudian miles de seminaristas y sacerdotes. Para ello crea la Congregación de los Operarios Diocesanos del Sagrado Corazón. Es un apasionado de Jesucristo y de su presencia en la Eucaristía, lo que le conduce a levantar Templos de Reparación. En el año 1903 edifica el de Tortosa, donde descansan sus restos mor-tales. Muere el 25 de enero de 1909. Es declarado venerable por el papa Pablo VI, el 4 de mayo de 1970, con la denominación de “Santo Apóstol de las Vocaciones”. El papa Juan Pablo II lo beatifica el 29 de marzo de 1987.

                                   Común de Pastores o Santos Varones

            Oración. Oh Dios, que descubriste al beato Manuel Domingo y Sol el profundo sentido de toda vocación, en especial de la vocación sacerdotal, suscita por su intercesión decididos apóstoles de las vocaciones y generosas respuestas a tus llamadas. Por nuestro Señor Jesucristo.


                                                                               30 de enero


                                                         Jacinta de Mariscotti (1585-1640)

            Santa Jacinta de Mariscotti, hija de Marcantonio Mariscotti y de Ottavia Orsini, condesa de Vignanello, nace en Vignanello (Viterbo-Italia) el año 1585. Después de pasar un tiempo con su hermana Inocencia en el monasterio de San Bernardino de Viterbo, regresa a la vida familiar. Más tarde, el 9 de enero de 1605, cuando cumple veinte años, toma el hábito de la Orden Franciscana Seglar en el mismo convento de su hermana, aunque no varía sus hábitos de vida aristocráticos. Contrae una grave enfermedad en 1615. La atiende el franciscano Antonio Bianchetti, ante quien promete un cambio de vida. Es entonces cuando pide llamarse Jacinta de Santa María y desvincularse de su vida anterior. Adopta una vida de extrema penitencia cuyo sostén es Cristo crucificado. Con Francisco Pacini, convertido por ella, crea la Compagnia dei Sacconi en 1636, para cuidar a los enfermos, y la Congregación de los oblatos de María, en 1638, dedicados a la oración y penitencia. Muere el 30 de enero de 1640. El papa Benedicto XIII la beatifica en 1762, y Pío VII la canoniza el 24 de mayo de 1807.

                                                           Común de Vírgenes

            Oración. Dios, Padre bueno, que nos has dejado en Santa Jacinta un ejemplo vivo de mortificación y amor a ti, concédenos, por su intercesión, reconocer nuestros pecados, llorarlos y permanecer en tu amistad. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                                                             30.1. de enero
                                                       Carmen García Moyón (1888-1937)

            La beata Carmen García Moyón nace el 13 de septiembre de 1888 en Nantes (Loira Atlántico. Francia). Hija de José García Jiménez y María Josefina Octavie Moyón. El 11 de enero de 1918 ingresa en la Congregación de las Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia de Segorbe (Castellón. España). Deja la vida religiosa y en 1926 se traslada a vivir a la ciudad de Torrente (Valencia. España), donde ayuda a los religiosos Terciarios Capuchinos del P. Luis Amigó del Convento de Nuestra Señora del Monte Sión en Torrente. Da catequesis, limpia la iglesia, cuida del vestuario eclesiástico y enseña a coser a las jóvenes de la ciudad. De firmes convicciones religiosas y de profunda piedad franciscana, es cofundadora de la sección femenina de la Real Pía Unión de San Antonio de Padua. La noche del 30 de enero de 1937, en el Barranco de los Canyes, camino de Montserrat, un grupo de milicianos la rocían de gasolina y le prenden fuego. Juan Pablo II la declara beata el 11 de marzo del año 2001. Es la Patrona de los Laicos Amigonianos.

                                               Común de un Mártir
Oración. Señor, tú que has hecho más hermosa a la Iglesia y a la Familia Franciscana con el triunfo del martirio de la beata Carmen García Moyón, concédenos, te rogamos, que así como a ella le diste la gracia de imitar con su muerte la pasión de Cristo, alcancemos nosotros, siguiendo las huellas de tu mártir, los premios eternos. Por nuestro Señor Jesucristo.


                                                                         31 de enero


                                                              Juan Bosco (1815-1888)

      San Juan Bosco, de la Orden Franciscana Seglar, nace en 1815, junto a Castelnuovo (Turín.Italia). Entra en el Seminario de Chieri a los 16 años, después al Seminario Mayor de Turín. Funda el «Oratorio Festivo», una especie de escuela y centro de recreo para los jóvenes abandonados. Pronto se multiplican los oratorios y escuelas talleres en Turín. En el barrio de Valdocco acoge a los niños abandonados, que viven con él y su madre Margarita. Construye sus propios talleres de aprendizaje en 1853. Los métodos de Don Bosco consisten en desarrollar el sentido de responsabilidad, en suprimir las ocasiones de desobediencia, en saber apreciar los esfuerzos de los chicos, y en una gran amistad. Predica y escribe libros para la catequesis del pueblo. Prepara a sus colaboradores, y en 1854 ingresa Santo Domingo Savio y con Cagliero, Rocchetti, Artiglia y Rua nace la Familia Salesiana, bajo el patrocinio de San Francisco de Sales, el Santo de la amabilidad. Su Regla es aprobada 1869, junto con el permiso de ordenación para los candidatos. En la actualidad los Salesianos se encuentran en 105 países, con 1.300 colegios y 300 parroquias. En 1872, con Santa María Dominga Mazzarello, crea la rama femenina, a las que el santo llama Hijas de María Auxiliadora. Hoy están en 75 países. Muere el 31 de enero de 1888. El papa Pío XI lo canoniza el 1 de abril de 1934.

                                                           Común de Pastores

            Oración. Señor y Dios nuestro, en tu Providencia nos has dado a San Juan Bosco, padre y maestro de los jóvenes, que, bajo la guía de la Virgen María, trabajó con entrega infatigable por el bien de la Iglesia; suscita también en nosotros la misma caridad apostólica, que nos impulse a buscar la salvación de los hermanos, para servirte a ti, único y sumo bien. Por nuestro Señor Jesucristo.


Escritos de San Francisco de Asís

                                        LA EDICIÓN BILINGÜE 
              DE LOS “ESCRITOS” DE SAN FRANCISCO DE ASÍS



- Francisci Assisiensis ‘Scripta’ critice edidit Carolus Paolazzi ofm. Hispanicam versionem scriptorum S. Francisci curavit Isidorus Rodriguez Herrera (†). Hispanicam versionem ex lingua italica ac totius operis revisionem curavit Raphael Sanz Valdivieso ofm. Editiones Colegii Sancti Bonaventurae Ad Claras Aquas, Grottaferrata (Roma), 2014. (Spicilegium Bonaventurianum, XXXVI/A).

                                                          I


                 

                                                                 Por Rafael Sanz Valdivieso OFM
                                                                 Instituto Teológico de Murcia OFM
                                                                 Pontificia Universidad Antonianum



            1. El pasado mes de julio de 2014 vio la luz pública la edición bilingüe, texto latino y español, de los “Escritos” (Scripta) de san Francisco de Asís, según la edición crítica preparada por el P. Carlos Paolazzi, editada el año 2009 en la misma editorial y colección de libros. La edición del P. Paolazzi tiene unas características propias que sirven para identificarla con claridad. Se produce a treinta y tres años de la edición del P. Esser de 1976 y a los veinte años pasados desde la edición revisada por el P. E. Grau[1] (que durante un largo periodo ha sido una referencia imprescindible para los estudiosos franciscanistas). La del P. Paolazzi ha sido promovida por el Gobierno de la Orden de Frailes Menores, con motivo de la celebración del VIII Centenario del nacimiento de la Orden (1209-2009). La edición critica del P. Paolazzi dialoga muy de cerca con la edición del P. Esser, se mide con los logros indudables que contenía, fruto de una imponente dedicación y trabajo, y recibe todo el saber en ella incluido, tratando de superar los límites y sobre todo la falta de un árbol genealógico del texto editado siguiendo la norma del stemma codicum. La propuesta inicial de una revisión del texto del P. Esser, ha resultado una nueva edición crítica, con etapas intermedias que indicamos y con textos preparados directamente para este volumen (cf. p. 13), siguiendo la misma secuencia de los testimonios manuscritos e impresos por aquél recopilados y ordenados. Así la nueva edición crítica completa y renueva, con criterios filológicos, la obra del P. Esser, ya que el texto editado resulta ampliamente coincidente. 
       
Además, al proponerse como fin, ofrecer un texto lo más cercano posible a lo escrito o dictado por san Francisco, se quería poner el texto crítico a disposición de un público lo más amplio posible, de ahí la traducción a las lenguas modernas acompañada de un comentario esencial para facilitar su lectura y comprensión. Por eso la conexión con el ingente trabajo de la edición del P. Esser no evitaba la necesidad de “mejorar” en lo posible la autenticidad del texto y, en segundo término, la propuesta de edición del texto crítico con la traducción española, para ofrecer esas mismas cualidades a los lectores de lengua española.
             
Para ello el P. Paolazzi había sido nombrado “responsable” de la revisión de la edición crítica de los “Escritos”, siguiendo los criterios y las investigaciones que habían llevado adelante los Padres Editores de Quaracchi y sobre todo el mencionado P. Esser. La intención era, y sigue siendo, ofrecer las palabras auténticas de san Francisco que son inseparables de las circunstancias biográficas de su vida, aunque los escritos como tales ofrezcan pocas indicaciones directas al respecto, excepto las concentradas experiencias del Testamento; pero los “escritos” nos muestran su experiencia religiosa, su “hacer penitencia”, su vivir según el santo Evangelio, y con los hermanos que el Señor le había dado para formar la Orden de Frailes Menores, la “fraternidad” que quería vivir en plena armonía con la santa Madre Iglesia, siguiendo las huellas de Cristo Señor y en la renuncia a todos los bienes, anunciando la paz y el bien.




[1] Cf. K. Esser, Die Opuscula des hl. Franziskus von Assisi. Neue Textkritische Edition besorgt von Engelbert Grau. Grottaferrata (Roma) 1989. XLIV-511 pp. (Spicilegium Bonaventurianum XIII). La primera edición de 1976, preparada para el 750º aniversario de la muerte de San Francisco, no tenía la exhortación cantada Audite poverelle, descubierta y publicada el año 1977.