domingo, 3 de agosto de 2014

Familia Franciscana. Santos y Beatos 4-10 agosto.

                        4 de agosto

          Juan María de Vianney (1786-1859)
San Juan Bautista María Vianney, de la Orden Franciscana Seglar, nace en Dardilly (Lyón. Francia) el 8 de mayo de 1786; es hijo de Matthieu Vianney y Marie Beluze, familia dedicada a la agricultura. Estudia en la escuela de M. Balley, cura de Écully, para prepararse al sacerdocio. Ingresa en el Seminario Menor de Verrières en 1812. Es compañero de Marcelino Champagnat. Es ordenado sacerdote en el año 1815. Destinado a Écully, ayuda a M. Balley y, a su muerte, acaecida en 1818, es enviado a Ars, pueblo vecino a Lyón. Funda la «Providencia» para acoger a las niñas marginadas, pero la cierra en 1847. Dirige espiritualmente y confiesa a muchos fieles venidos de todas partes de Francia, que en 1855 llegan a sumar unos veinte mil. Muere el 4 de agosto de 1859. El papa Pío IX lo proclama venerable el 3 de octubre de 1874, y Pío X lo beatifica el 8 de enero de 1905 y lo declara modelo para el clero parroquial. En 1925, Pío XI lo canoniza. Juan XXIII escribe en 1959 la encíclica Sacerdotii nostri primordia, en memoria del centenario de su muerte y en los 150 años Benedicto XVI proclama año sacerdotal el año 2009.
Común de Pastores
Oración. Dios de misericordia, que hiciste admirable a San Juan María Vianney por su celo pastoral, concédenos por su intercesión y su ejemplo, ganar para Cristo a nuestros hermanos y alcanzar, juntamente con ellos, los premios de la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo.
5 de agosto
Francisco (Cecco) de Pésaro (1270-1350)
El beato Francisco Zanferdini nace en Pésaro (Las Marcas. Italia) hacia 1270. Fallecidos sus padres, distribuye sus bienes entre los pobres e ingresa en la Orden Franciscana Seglar. Se retira un tiempo al eremitorio de Montegranaro. De regreso a Pésaro, construye una capilla a la Virgen María y otra en Montegranaro. Funda un convento en el Monte Accio en la actualidad San Bartolomé, cerca de Pésaro. Aquí se le unen varios hermanos con los que lleva una vida de extrema penitencia y constante oración. También se dedican los hermanos a recoger limosnas y distribuirlas a los pobres. Además reparan iglesias y hospitales. Con Miguelina de Pésaro, franciscana seglar, crea en 1347 la cofradía de la Anunciación para ayudar a los enfermos y dar sepultura a los muertos. Muere el 5 de agosto de 1350. El papa Pío IX aprueba su culto el 31 de marzo de 1859.
Común de Santos Varones
Oración. Dios y Padre nuestro, que elegiste en tu Iglesia al beato Francisco de Pésaro para mostrar a los fieles el camino de la conversión y de la penitencia, concédenos que, a ejemplo suyo, de tal manera sigamos a Cristo, nuestro Maestro, que podamos llegar a ti junto con nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo.

         5.1 de agosto

       Federico Jansoone (1838-1916)
El beato Federico nace en Ghyvelde (Dunquerke. Francia) el 19 de noviembre de 1838; es hijo de Pedro Janssoone y de María Isabel Bollengier. Ingresa en la Orden en 1864 en el convento de Amiens. Estudia en Limoges y Brujas la filosofía y la teología. Profesa solemne en 1868, y en 1870 es ordenado sacerdote. Es capellán militar en la guerra francoprusiana. Es destinado a Branday, Burdeos y París. En 1876 viaja a Tierra Santa hasta 1881, y después de estar como delegado de Tierra Santa en Canadá, regresa a la tierra del Señor en 1882. Elabora los reglamentos del Santo Sepulcro y de Belén. Edifica la iglesia de Santa Catalina. En junio de 1888 vuelve de nuevo a Canadá donde promueve las construcciones del Santuario de la Adoración Perpetua en Québec y el monasterio de las Clarisas de Valleyfield. Muere en Montreal el 4 de agosto de 1916. El papa Juan Pablo II lo beatifica el 25 de septiembre de 1988.
Común de Santos Varones
Oración. Dios nuestro, que llamaste al beato Federico para que buscara tu Reino en este mundo por la práctica del amor a Tierra Santa, concédenos que, fortalecidos por su intercesión, avancemos por el camino del amor con espíritu gozoso. Por nuestro Señor Jesucristo.
6 de agosto

      La Transfiguración del Señor
            Jesús dijo a sus discípulos : «Yo os aseguro que entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean venir con poder el Reino de Dios.»
Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los lleva, a ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos, y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que ningún batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo. Se les aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con Jesús.
Toma la palabra Pedro y dice a Jesús: «Rabbí, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías»; – pues no sabía qué responder ya que estaban atemorizados -. Entonces se formó una nube que les cubrió con su sombra, y vino una voz desde la nube: «Este es mi Hijo amado, escuchadle.»
Y de pronto, mirando en derredor, ya no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos.9. Y cuando bajaban del monte les ordenó que a nadie contasen lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos observaron esta recomendación, discutiendo entre sí qué era eso de «resucitar de entre los muertos».  Y le preguntaban: «¿Por qué dicen los escribas que Elías debe venir primero?». El les contestó: «Elías vendrá primero y restablecerá todo; mas, ¿cómo está escrito del Hijo del hombre que sufrirá mucho y que será despreciado? Pues bien, yo os digo: Elías ha venido ya y han hecho con él cuanto han querido, según estaba escrito de él».

Oración. Oh Dios, que en la gloriosa transfiguración de tu Unigénito confirmaste los misterios de la fe con el testimonio de los profetas, y prefiguraste maravillosamente nuestra perfecta adopción como hijos tuyos, concédenos, te rogamos, que, escuchando siempre la palabra de tu Hijo, el predilecto, seamos un día coherederos de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo.



7 de agosto
Vicente de Áquila (1430-1504)
El beato Vicente nace hacia el año 1430, en Áquila (Abruzos. Italia). Entra en la fraternidad de San Julián. Hecho el noviciado y emitidos los votos religiosos, se entrega a la oración y ejerce el oficio de zapatero y limosnero. Es destinado a Città Sant’Ángelo, Francavilla y Sulmona, siendo testigo de las convulsiones que sufre la región por las disputas entre el Papa, la Corona de Aragón y la Casa de Anjou. Disputas que abarcan desde el año 1458 al 1500. Y predice los desastres que sucederán a la realeza de este tiempo, inclusive al Papado. Regresa a la fraternidad de San Julián, en la que muere el 7 de agosto de 1504. El papa Pío VI confirma su culto el 19 de setiembre de 1787.
Común de Santos Varones
Oración. Dios nuestro, que otorgaste al beato Vicente la gracia de imitar a Cristo pobre y humilde, concédenos por sus ruegos que viviendo con fidelidad nuestra vocación, podamos alcanzar aquella perfección que tu Hijo nos propuso con su ejemplo. Que vive y reina contigo.
         7.1 de agosto

       Agatángel Noury (1598-1638) y Casiano López-Nieto (1607-1638)
El beato AGATÁNGEL NOURY nace en Vendôme (Loir y Cher. Francia) en el 1598. Ingresa en los Franciscanos Capuchinos en el año 1618. Estudia filosofía y teología en Poitiers y en Rennes. Es ordenado sacerdote en el 1625 y enviado como misionero a Aleppo (Siria) y después a Alejandría (Egipto) en 1633. En Siria estudia la lengua árabe y evangeliza los pueblecitos cercanos a Aleppo. Intenta la unidad de la Iglesia entre las poblaciones cristianas. El beato CASIANO LÓPEZ-NIETO nace en Nantes (Loira Atlántico. Francia) en el año 1607. Viste el hábito capuchino en el 1623 en Angers. Sirve a los enfermos de la peste en Rennes en los años 1631 y 1632. Es destinado a la misión de Alejandría en el 1633 donde está el P. Agatángel. Ambos estudian la lengua Gheez y trabajan para que la Iglesia Copta se integre en la Iglesia Romana. En 1638 son apresados en Deborech y juzgados en Gondar (Etiopía). Son condenados a muerte por lapidación. El papa Pío X los beatifica en 1905.
Común de Mártires
Oración. Te rogamos, Señor, que todos los pueblos lleguen a la unidad de la verdadera fe, por la que ofrecieron su vida tus mártires Agatángel y Casiano, audaces predicadores de tu Evangelio. Por nuestro Señor Jesucristo.
                     8 de agosto

                Domingo de Guzmán (1170-1221)
Santo Domingo de Guzmán, Fundador de la Orden de Predicadores, nace en Caleruega (Burgos. España) en 1170; es hijo de Félix de Guzmán y Juana de Aza. Estudia con su tío el arzipreste Gonzalo de Aza y después Artes y Teología en Palencia. Recibe la tonsura en el 1190 y el sacerdocio en 1194. Es nombrado Regente de la Cátedra de Sagrada Escritura en el Estudio de Palencia. Preside la comunidad de canónigos y ejerce el cargo de Vicario General de la Diócesis de Palencia. Realiza numerosos viajes por Europa acompañando a D. Diego, obispo de Osma, en misiones diplomáticas. Observa el daño que los albigenses causan en Francia. En el año 1206 se instala en el Languedoc, y de acuerdo con el papa Inocencio III, se dedica a combatir la herejía albigense. Funda la primera casa de la Orden de los Dominicos en Tolosa en 1215. La Santa Sede aprueba la Regla de San Agustín y las Constituciones para configurar la nueva Orden de Canónigos Regulares. El 22 de diciembre de 1216 recibe del papa Honorio III la Bula “Religiosam Vitam” por la que confirma la Orden de Frailes Predicadores. El primer Capítulo General se celebra en Bolonia en 1220. Se encuentra con San Francisco de Asís en Italia, naciendo entre ambos una honda amistad. Muere el 6 de agosto 1221. El papa Gregorio IX lo canoniza en el 1234.
                                               Común de Pastores

Oración. Te pedimos, Señor y Dios nuestro, que Santo Domingo de Guzmán, insigne predicador de tu Palabra, ayude a tu Iglesia con sus enseñanzas y sus méritos, e interceda con bondad por nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo.
           9 de agosto

       Juan de la Verna (1259-1322)
El beato Juan de la Verna nace en Fermo (Las Marcas. Italia) en 1259. Deseando llevar una vida de oración y penitencia, ingresa en la Orden Franciscana. Se retira a La Verna en el 1292 hasta el día de su muerte. El autor de las «Florecillas de San Francisco» le dedica los capítulos 49-53. Siente una especial predilección por las almas del purgatorio, a las que ofrece sufragios para que entren definitivamente en la gloria del Padre. Se emplea también en la evangelización de los pueblecitos que conforman la provincia de Arezzo. Además predica por las ciudades de Florencia, Pisa y Siena, recreando y formando en la fe a los cristianos de la Toscana. Administra los últimos sacramentos a Fray Jacopone de Todi. Muere en La Verna el 9 de agosto de 1322. El papa León XIII aprueba su culto el 24 de junio de 1880.
Común de Santos Varones
Oración. Dios nuestro, que llamaste al beato Juan de la Verna a una vida de penitencia y caridad, concédenos que, fortalecidos por su intercesión, avancemos por el camino del amor con espíritu gozoso. Por nuestro Señor Jesucristo.

          9.1 de agosto

       María Francisca de Jesús (1844-1904)
La beata María Francisca de Jesús (Ana María Rubatto), fundadora de las Terciarias Capuchinas de Loano, desde 1972 Capuchinas de la Madre Rubatto, nace en Carmagnola (Turín. Italia) el 14 de febrero de 1844. Muy culta y piadosa se dedica a la oración, a ayudar a los pobres e impartir catequesis a los niños en la parroquia. El P. Angélico de Sestri Ponente le invita a dirigir una comunidad para la formación y ayuda a los necesitados. El Instituto se extiende rápidamente por Italia, y en 1892 funda en Uruguay y Argentina. En Alto Alegre (Córdoba. Argentina) las religiosas son asesinadas con varios capuchinos y laicos cristianos. Muere en Montevideo el 6 de agosto de 1904. El papa Juan Pablo II la beatifica el 10 de octubre de 1993.
Común de Vírgenes
Oración. Señor y Dios nuestro, te pedimos que la beata María Francisca de Jesús, virgen, tu fiel esposa, encienda en nuestro corazón la llama de la caridad divina que ella suscitó en otras vírgenes, para gloria perpetua de tu Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo.


Conclusión. El Señor nos bendiga y nos guarde; nos muestre su faz y tenga misericordia de nosotros. Vuelva su rostro a nosotros y nos dé la paz. El Señor nos bendiga: [en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.] R. Amén.
            9.2 de agosto

        María Margarita Caiani (1863-1921)
La beata María Margarita Caiani (María Ana Rosa), fundadora de las Franciscanas Mínimas del Sagrado Corazón, nace en Poggio Caiano (Prato. Italia) el 2 de noviembre de 1863. Desde la infancia muestra una inclinación especial a la oración y a la práctica de la caridad. En 1893 ingresa en el monasterio benedictino de Pistoya. Más tarde sale del monasterio y se entrega a la educación de los niños. El 6 de noviembre de 1896, María Ana Rosa forma una comunidad con dos jóvenes y se dedica a la enseñanza y al cuidado de los enfermos . Escribe las primeras constituciones para organizar el incipiente instituto y formalizar los objetivos de su misión, que son las obras de misericordia en el campo de la enseñanza y la asistencia social. En 1905 profesan las seis primeras hermanas. Muere el 8 de agosto de 1921. El papa Juan Pablo II la beatifica el 23 de abril de 1989.
Común de Vírgenes
Oración. Dios y Padre nuestro, que elegiste en tu Iglesia a la beata María Margarita para mostrar a los fieles el camino de la salvación, concédenos que, a ejemplo suyo, de tal manera sigamos a Cristo, nuestro maestro, que podamos llegar a ti junto con nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo.
                    10 de agosto

                      Lorenzo (s. III)
San Lorenzo, diácono de Roma, es martirizado en la persecución de Valeriano a mitad del siglo III. Es quemado en una parrilla. Es enterrado en el campo Verano. Constantino edificó una basílica en su honor.
Común de un Mártir
Oración. Señor Dios nuestro, encendido en tu amor, San Lorenzo se mantuvo fiel a tu servicio y alcanzó la gloria en el martirio, concédenos, por su intercesión, amar lo que él amó y practicar sinceramente lo que nos enseñó. Por nuestro Señor Jesucristo.


Sobre Dios Padre (III)

            SOBRE DIOS PADRE


                                                           Xabier Pikaza

                                                                          III



Antes de toda teoría, una palabra originaria

Un Abba sin Imma no es sólo enfermizo sino contrario al evangelio, pues al lado del Abba ha de estar la Imma como iniciadora y testigo del Padre. Su misma cercanía (las dos palabras marcan el acceso del niño a la vida personal consciente) definen su identidad. Un Abba-Imma sin Ahim, es decir, sin hermanos, carece de sentido, es contrario al evangelio.

Muchos han aplicado a Dios palabras muy sabias, como si hubiera que dejar la infancia para encontrarle, como si la experiencia del niño fuera incapaz de abrirnos a la hondura de la Realidad. Pues bien, Jesús ha vuelto de algún modo a la infancia (en ejercicio de intensa neotenia), recuperando ante Dios su primera experiencia de niño en brazos de la madre (Imma) que le lleva al padre, pudiendo decía así Abba (que es siempre Padre desde la Madre).

Otros no se han atrevido, Jesús, en cambio, lo ha hecho y de esa forma ha saludado a Dios de un modo intenso con la más fuerte de todas las palabras, aquella que los niños confiados y gozosos aprenden de boca de la Madre (Imma) para referirse al Padre (Abba) en quien creen y confían, sin dejar por eso a la Madre (sino todo lo contrario), aprendiendo con el Padre-Madre a decir Ahim, hermanos, con palabra y con hechos.

Conocer a Dios resulta, para Jesús, lo más fácil y primero; no ha necesitado argumentos para comprender su esencia divina, no ha buscado demostraciones: Su madre María le ha enseñado a decir Abba y en el abba familiar (José) ha podido descubrir el rostro de Dios Abba, un Padre con madre o, mejor dicho, un padre-madre que es impulso y es fuente de vida para todos los hermanos.


«Realmente eres Hijo de Dios». Domingo XIX (A)

         Domingo XIX (A)

                                                            
             
                                                       «Realmente eres Hijo de Dios»

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 14,22-33.
Enseguida Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y después de despedir a la gente subió al monte a solas para orar. Llegada la noche estaba allí solo. Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. A la cuarta vela de la noche se les acercó Jesús andando sobre el mar. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, diciendo que era un fantasma. Jesús les dijo enseguida: «¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!».
            Pedro le contestó: «Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre el agua». Él le dijo: «Ven». Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: «Señor, sálvame». Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: «¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?». En cuanto subieron a la barca amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él diciendo: «Realmente eres Hijo de Dios».

1.- El Señor. Con la serenidad que da la estancia en la montaña, Jesús anda por el mar entre las tres y la seis de la mañana ante los trabajados y cansados discípulos que reman contra el viento en la superficie del mar. Recuerda lo que dice el Salmo sobre Dios: «Tu camino por el mar, un vado por aguas caudalosas...». Que pase de largo Jesús, también se relaciona con la epifanía del A.T. de Dios: «El Señor pasó ante él y exclamó Moisés: el Señor, el Señor, el Dios compasivo y clemente, paciente, rico en bondad y lealtad...» (Éx 34,6), porque a Dios no se le puede ver de frente sin morir (cf. Gén 32,31). De hecho cuesta a los discípulos reconocerlo y creen que es un fantasma. Por esto el relato es una manifestación de Jesús que evoca las apariciones del Resucitado a los discípulos (cf. Lc 24,16.31.37).— Jesús aplaca el susto de los discípulos: «Pero él, al punto les habló y le dijo: —¡Ánimo!, soy yo, no temáis». Jesús exclama: «soy yo», aunque en un sentido distinto a como dice de sí mismo el Señor cuando expresa su identidad divina; más bien se entiende que su aparición lleva consigo la tranquilidad de los discípulos. Su presencia nos da la seguridad en la vida y la paz.

2.- La Iglesia. Jesús se revela a los discípulos, y al subir a la barca se calman, y, con ellos, el viento, aunque quedan atónitos por lo sucedido. Es la presencia de Jesús la que consigue esto, como en las cristofanías pascuales (Mt 28,10; Lc 24,37-42): «Subió a la barca con ellos y el viento cesó. Ellos no cabían en sí de estupor» (Mc 6,51); o, según el relato de Juan: «Quisieron subirlo a bordo, y enseguida la barca tocó tierra, donde se dirigían» (6,21). En este relato de milagro no ayuda Jesús a enfermos o endemoniados, o remedia necesidades de las personas, sino simplemente se manifiesta a los discípulos que, como los fariseos, tienen la mente embotada para comprender quién es y lo que está sucediendo con su actuación, como presencia salvadora y amorosa de Dios. Es la promesa que le hace a Pedro: nada ni nadie podrá contigo, con la barca que guías por la historia, con tal de que no te separes de mí. Jesús siempre te tenderá la mano para que no te hundas.


            3.- El creyente. Es muy diferente caminar en la vida con nuestras propias fuerzas, o caminar de la mano de Jesús, como al final tuvo que dársela Pedro. En nuestra vida tenemos experiencias de todo tipo. Disfrutamos de momentos felices que nos provocan alegría y momentos que tenemos la sensación personal de un gozo interno que nos hace felices. Hay también tiempos de desdicha, de des-gracia, en los que parece que la tierra que pisamos continuamente se mueve. Y zozobramos, y caemos, en el sinsentido de la vida al acumular tantos sinsentidos personales y sociales. Dejando al margen nuestras depresiones, provocadas desde fuera de nosotros, o por nuestra propia naturaleza, hay situaciones en las que debemos pedir al Señor que nos tienda la mano. Pero debemos estar convencidos que dicha solicitud sólo la haremos cuando oremos, pues es cuando somos conscientes de su presencia salvadora y abandonemos todo atisbo de egoísmo y búsqueda de una vida fácil y sin responsabilidades.


«¡Animo, soy yo, no tengáis miedo!». Domingo XIX (A)

Domingo XIX (A)

                                                           
              

                                                 «¡Animo, soy yo, no tengáis miedo!»

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 14,22-33.

Enseguida Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y después de despedir a la gente subió al monte a solas para orar. Llegada la noche estaba allí solo. Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. A la cuarta vela de la noche se les acercó Jesús andando sobre el mar. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, diciendo que era un fantasma. Jesús les dijo enseguida: «¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!».
            Pedro le contestó: «Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre el agua». Él le dijo: «Ven». Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: «Señor, sálvame». Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: «¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?». En cuanto subieron a la barca amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él diciendo: «Realmente eres Hijo de Dios».

1.- Contexto. Inmediatamente después de la multiplicación de los panes, Jesús, sin más razón, urge a los discípulos que viajen hacia Betsaisa, de donde proceden Pedro y Andrés (cf. Jn 1,44), situada al nordeste del lago de Genesaret, un poco más arriba de la desembocadura del Jordán en el lago. Según el relato de Juan (6,16), los discípulos bajaron a la orilla del mar y montan en una barca para dirigirse hacia Cafarnaún. Mientras tanto, Jesús despide a la gente y sube al monte para orar (Mc 6,45-46) (en Juan huye al monte solo, porque la multitud quiere hacerle rey, 6,15). La montaña es lugar de revelación de Dios (cf. Dt 33,2) y es aquí donde permanece Jesús, en tanto que los discípulos se adentran en el lago ya casi de noche (cf. Mc 6,47). Con esto se introduce el episodio del caminar de Jesús sobre las aguas (cf. Mc 6,45-52; Mt 14,34-36). Los discípulos se asustan, porque creen ver un fantasma sobre el agua, pero Jesús les calma.

2.- Mensaje. La manifestación de Jesús caminando sobre las aguas y la confesión de sus discípulos de su identidad filial divina es la clave del pasaje evangélico. El miedo de los discípulos y la zozobra del Pedro provienen de una relación con Jesús exclusivamente humana. Y así no se sostiene la comunidad cristiana, pues está fundada sobre la fe en el Hijo de Dios enviado por el Padre para salvarnos. Sabemos que hay muchos redentores, que aparecen con frecuencia en la historia. Y sabemos aún más que el hombre no tiene las fuerzas suficientes para extirpar el mal que su propia libertad genera y, sobre todo, cuando está enquistado en la cultura. Por eso necesitamos del poder divino de Jesús, necesitamos de su presencia, necesitamos de la oración, para mantenernos unidos al Padre como él. 


3.- Acción. El pasaje nos invita a caminar en la vida con la libertad y la seguridad que nos da la relación con Jesús.  Basta con saber lo que San Pablo nos dice, para que no zozobremos ante tanta tentación que se nos presenta para romper la relación con el Señor: «Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no se reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, que murió, más todavía, resucitó y está a la derecha de Dios y que además intercede por nosotros? ¿Quién nos separará del amor de Cristo?, ¿la tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?; como está escrito: Por tu causa nos degüellan cada día, nos tratan como a ovejas de matanza. Pero en todo esto vencemos de sobra gracias a aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor» (Rom 8,31-39)