lunes, 13 de enero de 2014

Pensamiento Franciscano 1


                                   PENSAR DESDE EL FRANCISCANISMO



Por Manuel Lázaro Pulido

Pensar siempre es una aventura, un camino, un recorrido abierto, en el sentido de que algunas veces contamos con rumbo fijo, otras veces simplemente nos adentramos a dar pasos. En todo caso siempre tenemos que dar un paso hacia delante, y no pocas veces hemos de mirar bien el paisaje, para ubicarnos. Pensar, reflexionar, pararse, pensar en cuanto pensar lo pensado, en cuanto emocionar lo pensado, en cuanto pensar la emoción, en cuanto actividad de segundo orden de una primera inteligencia que nos lleva a buscar lógicas de supervivencia (lógicas del instinto más básico y vital)…, en fin, pensar construyendo cultura, no solo es una actividad humana sino que es la actividad que nos hace humanos. Y pensar en este segundo nivel en cuanto homo sapiens sapiens (hombres-animales que pensamos lo que pensamos) es un lugar de encuentro con nuestro carácter total de imagen de Dios. Porque lo que nos ha sido dado en cuanto hombres se hace humano, es decir significación, sentido e imagen.
Si esto es así, si pensar es un camino de nuestro ser, de lo que somos, hacia Dios en cuanto imagen… pensar y no solo razonar, forma parte de nuestra identidad humana y en ello cristiana (pues no existe un cristianismo que no sea profundamente humano). La fe del cristiano no es la fe de los teólogos, pero es teo-lógica, porque es humana: la del hombre dotado por Dios y para Dios (teo-) con la capacidad esencial de pensar lo que piensa (y eso es -lógica en cuanto logos).
Por eso, porque la fe cristiana es teológica, porque pensar (no solo ser racional) es una actividad que impregna y constituye el ser humano, porque forma parte de su camino, porque lo simboliza y significa como imagen, porque lo eleva a Cristo (imagen perfecta, teología perfecta)… por eso pensar es una actividad franciscana. El Sol, la Luna, las estrellas, el viento, el agua y el fuego, así como los hombres (que perdonan, que sufren y aman, los pacíficos conocen la Muerte… todos ellos son dignos de loa porque hay alguien que ha pensado que es así y pensando en el pensamiento de su existencia fraternal, y porque piensa franciscanamente da gracias a Dios y le dice: “Altísimo, omnipotente, buen Seños, tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda su bendición” (Cánt. 1).
Y es que no solo se piensa la razón (que es entendimiento), sino que se piensa la voluntad (que tienen su pensamiento no racional propio) y pensamos el amor, que no racionaliza necesariamente (entendimiento), ni entiende en su dinámica múltiple y libérrima (voluntad), sino que se piensa dándose, alimentando la actividad humana y retroalimentando el pensamiento que piensa del hombre.
Pensar es una actividad humana y es franciscana. El pensar lo que somos y lo que hacemos da lugar a diversas estrategias básicas y a su expresión cultural (en cuanto racional, comunitaria, religiosa…) el franciscanismo es una óptica de enfoque de esta actividad que parte del hombre mismo, pues como hemos dicho es esencial al hombre el pensar  y pensar es iluminar el recorrido de lo que somos, pues pensar no deja de ser contemplación, actividad, ser-en-el mundo: en nuestras inquietudes diarias.
Desde este rincón permitirme pensar con vosotros franciscanamente, no como san Francisco (que santo como él hay solo uno), ni como un franciscano (que doctores tiene la Iglesia y maestros la Orden franciscana) sino como un filósofo que ha bebido de sus fuentes y su tradición para –con libertad franciscana– intentar pensar lo que pienso como hombre (como hijo, como hermano, como imagen) que vive en el mundo de hoy.