domingo, 5 de octubre de 2014

Sobre Zubiri

                Una propuesta estructural
                 de lectura de la trilogía teologal de Xavier Zubiri

                                                



                              de Francisco Correa Schnake
                                                                                                              Facultad de Teología,
                                                                                                                          Pontificia Universidad Católica de Chile.


                                                 por J. P. Miñambres
                                                          Instituto Teológico de Murcia OFM
                                                          Pontificia Universidad Antonianum

Francisco Correa
A los ojos de la mayoría, Zubiri (1898-1983) es reconocido como un notable filósofo, quizás uno de los más grandes del siglo XX, dedicación por la que ha transcendido y sobresalido su labor. Y es cierto, pero no en manera exclusiva. En la esfera personal, Zubiri fue una persona de profundas y permanentes convicciones de fe, heredadas desde niño en el núcleo familiar. A la vivencia religiosa se unía en él una constante preocupación intelectual por la cuestión de Dios y lo religioso. No se debe olvidar su pasado como sacerdote y que, de hecho, su primer doctorado fue en teología. Él mismo admite al recibir el honoris causa en esta materia por la Universidad de Deusto: «La teología es una de las fibras más íntimas de mi realidad personal» (X. Zubiri, Escritos Menores, Madrid 2006, 313). Por esta razón, existe hoy entre los investigadores más jóvenes de la obra de Zubiri, tanto españoles como iberoamericanos, un gran interés por desarrollar el estudio de su pensamiento religioso, lo que ha provocado una oleada de tesis doctorales y artículos al respecto. Aquí existe un gran campo de investigación abierto, todo un mundo por explorar en lengua castellana que puede aportar potenciales posibilidades, propuestas y respuestas a los desafíos de la fe y de la teología futura.
U. Católica de Chile
El libro que presentamos se encuadra dentro de esta tendencia. Se trata de la tesis doctoral en Teología de Francisco Correa Schnake, defendida en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile en noviembre de 2008. Cuatro años después viene publicada y puesta a disposición del público general en la colección de estudios de «Teología y vida», revista teológica de esta misma facultad. Sabemos que las investigaciones doctorales tienen una serie de rasgos propios que las constituyen en género: son escritos técnicos y específicos, destinados más a especialistas que a lectores ocasionales. Este es el caso presente. La comprensión y valoración de esta indagación requiere un conocimiento previo de la filosofía de Zubiri, cosa nada sencilla ni rápida. Por eso parece destinada en primer término al juicio de los expertos en el pensamiento de Zubiri.
En efecto, la tesis que Francisco Correa propugna, tiene una finalidad preponderantemente interpretativa, es decir, pretende dar una clave de lectura general y apropiada «que permita una comprensión coherente del pensamiento teologal zubiriano en el conjunto de su filosofía» (p. 19). Es un intento de respuesta a lo que se denomina la cuestión hermenéutica del corpus zubiriano. Tal problema nace del hecho de que el despliegue mismo del pensamiento tanto filosófico como teológico de Zubiri, siempre en continúa gestación, no fue lineal ni homogéneo. El Zubiri adulto nunca quiso que se tuvieran en cuenta sus primeros escritos al considerarlos poco representativos de su pensamiento final, lo cual hace pensar que es desde aquí desde donde se deben tomar los criterios para la valoración del mismo: la obra de madurez de Zubiri es el principio hermenéutico de su pensamiento. Esto sirve en grado especial para los escritos publicados con carácter póstumo, provenientes la mayor parte de sus cursos orales, que, bajo este punto de vista, quedan anticuados en algunos de sus desarrollos. El grueso de la producción teológica madura de Zubiri se remonta a la década de los setenta, pero es anterior a su obra filosófica última. Es obvio sospechar que, si ésta se hubiera forjado antes, muchos de los temas tratados en los escritos teológicos tendrían un aspecto considerablemente distinto. Paradigmático resulta el caso del concepto de religación, que desde los años treinta hasta su muerte no cesa de ser revisado. Por lo general, los expertos consideran que la madurez de Zubiri se alcanza en su trilogía Inteligencia sentiente, escrita pocos años antes de su muerte. Por eso, Correa estudia esta obra filosófica y busca la estructura fundamental que la sustenta y articula, para utilizarla como clave de lectura de la trilogía teologal, compuesta con anterioridad. En concreto, lo que pretende mostrar es que «la “estructura binaria” fundamental de Inteligencia sentiente, constituida por la “aprehensión primordial” de realidad o “actualización de lo real” y las “reactualizaciones ulteriores o Logos y Razón” […], permite ordenar estructuralmente, en coherencia con su planteamiento filosófico más desarrollado, el pensamiento teologal zubiriano que se articula en torno a la “religación” como “fundamento-fundamentante” de la experiencia humana de encuentro con Dios o experiencia teologal, que es siempre individual, social e histórica, con sus “plasmaciones ulteriores” entendidas como “religión-religiones” y cristianismo-deiformación”, como expresión de plenitud que se da en un proceso de madurez desde la religación» (p. 20).
En función de este objetivo el autor estructura su disertación en tres partes de desigual longitud y profundidad.
La primera tiene un contenido netamente filosófico. Que la teología emplee categorías filosóficas no debe causarnos sorpresa. Si lo que se pretende es que el quehacer teológico esté a la altura de la cultura actual y dialogue con ella, debe confrontarse con naturalidad con el pensamiento que produce. Sobradamente noto es el ejemplo de Tomás de Aquino, que conoció muy a fondo las ideas de Aristóteles y usó sus nociones para vehicular su propia reflexión teológica. Exactamente igual sucede con Zubiri, aunque en este caso él mismo sea el creador de la filosofía que sustenta su teología. Es preciso conocer su planteamiento filosófico, porque, sin esta base, a duras penas se podrá sopesar en toda su amplitud la propuesta teológica de Zubiri. En ningún caso, esto significa que Correa minusvalore la dimensión teológica. Al contrario, la clarificación y precisión de la filosofía de Zubiri constituye un medio indispensable, un instrumento original y de primer orden que servirá posteriormente para enriquecer y ahondar en los contenidos teológicos. Los cinco capítulos de que se compone esta primera parte tienen tal cometido. En el primero, se realiza una breve introducción biográfica y se señalan las influencias filosóficas de su pensamiento, algo siempre útil dada la complejidad de la figura de Zubiri; servirá especialmente para aquellos que desconozcan al personaje y el mundo en el que se movió. En los restantes cuatro capítulos, el autor entra en materia, analizando las nociones de «realidad», «actualidad» y «verdad» que son las que aclaran el sentir inteligente. Para Zubiri la intelección humana es formalmente mera actualización de lo real en la inteligencia sentiente. Hay ante todo un modo primario y radical, la aprehensión primordial de realidad, cuya esencia consiste en implantarnos en la realidad; en él, lo aprehendido se actualiza directa, inmediata y unitariamente en y por sí mismo; es una aprehensión directa, porque que no es una representación; es inmediata, porque se da sin inferencias de razonamientos del orden que fuere; y es unitaria, porque, a pesar de la gran complejidad de su contenido, éste viene aprehendido compactamente. Además existen otros modos ulteriores de actualización que son «re-actualizaciones» y atiende a la actualidad campal y mundanal de toda realidad: son el logos y la razón. No se trata de otras actualizaciones, sino de la actualidad de la cosa como actualizada respecto a otra realidad. Ambos modos de intelección son un dinamismo y una marcha que acontecen dentro ya de la realidad misma, dentro de la unidad modal del inteligir.
Instituto Teológico de Murcia OFM
Con estas pautas adquiridas, la segunda parte cuida de exponer sistemáticamente la verdadera y propia obra teologal de Zubiri. En primer término, el autor introduce una serie de consideraciones que nos parecen imprescindibles como prolegómeno, tales como el contexto y la cuestión hermenéutica que subyacen a la misma. En un curso durante el año 1971-1972 es donde Zubiri diseña y desarrolla lo que pensaba debía ser un planteamiento abarcador del problema teologal del hombre con tres momentos internamente conexos, cada uno incoado o fundado en el anterior y, a la vez, despliegue suyo: el hombre y Dios, la historia de las religiones y el cristianismo como religión singular. En primer lugar, está el problema de Dios, que, según Zubiri, lo tiene el hombre planteado ya, por el mero hecho de ser hombre; la realidad humana posee «de suyo» una constitutiva dimensión teologal por vía de la religación, vía que sintetiza prácticamente todos los elementos de su propia filosofía: el hombre está religado al poder de lo real, fundamento último que le impele y posibilita su realización. De esta experiencia fundamental, en segundo lugar, nacen las posibles respuestas, que no son otras que las diversas religiones que en la historia de la humanidad han sido e, incluso, otras formas de vida al parecer irreligiosas como el ateísmo, el agnosticismo y la indiferencia. Estas respuestas son plasmaciones de la religación. Por último, está el cristianismo, transcendencia histórica de esa gigantesca experiencia individual, social y teologal de la humanidad según su condición de deiformación y, por ello, solución final del problema radical del hombre; por la encarnación, Cristo se convierte en la puerta de acceso a Dios mismo, reclamando una adhesión global a su persona con decidida pretensión de universalidad. Este hecho impulsa a Zubiri a traspasar las fronteras de la filosofía y a adentrarse por los caminos de la teología repensando sus temas concretos: la revelación, el dogma, la Trinidad, la creación, la encarnación, los sacramentos, la Iglesia, la escatología. Correa lee la triada religación, religiones, cristianismo a la luz de la triada intelectiva aprehensión primordial de realidad, logos y razón. Ambas se sintetizan en la más básica estructura binaria actualización-reactualizaciones, de modo que el papel primordial atribuido a la aprehensión de realidad viene concedido a la religación, y el dado al logos y la razón se equipara al de las religiones y el cristianismo.
Por último, la tercera parte consiste en un tentativo de resumen, valoración crítica y verificación de lo hasta entonces tratado. Originales son las perspectivas teológicas que el autor apunta. Es consciente de la radicalidad de las ideas de Zubiri que surgen de un nuevo horizonte, constituyen un nuevo método de acceso a Dios y dan una nueva visión unitaria de la filosofía y la teología. No por ello dejan de tener ciertas dificultades por su carácter filosófico, intemporal y evolutivo.
ITM e iglesia La Merced
Francisco Correa nos entrega un trabajo sugerente. Ha logrado penetrar y exponer con claridad el complejo pensamiento de Zubiri, expresado con un vocabulario propio y particular. Destacamos muy brevemente dos aportes que su lectura deja traslucir meridianamente. Por un lado, valioso es el énfasis que coloca sobre la estructura más general del sentir intelectivo, que él considera que es el binomio «actualización-reactualizaciones». Ciertamente el concepto de «actualización» es la esencia del pensamiento zubiriano maduro sobre la intelección. Además está a la base del carácter noérgico sobre el que se asienta la explicación teologal. El hombre está en la realidad y ésta ejerce una fuerza de imposición, una dominancia. La religación es la realidad apoderándose de nosotros: actualiza en nuestra mente el perfil del poder de lo real que de nosotros se apodera. Por otro lado, el autor marca con vigor uno de los aportes más geniales de Zubiri en la comprensión de la intelección: la modalización y la ulterioridad. Zubiri concibe el inteligir no monolíticamente, sino como tres momentos, tres estadios internamente conexos, cada uno fundado en el anterior y, a la vez despliegue interno suyo. El fundamento de esta modalización y ulterioridad es el «hacia» como apertura trascendental en sus diversas líneas. En el aspecto teológico la estructura es similar pues Zubiri diferencia entre experiencia teologal y experiencia teológica. Lo teologal es lo que envuelve la versión al problema de Dios; es una experiencia metafísica y de busca de fundamento. En cambio, lo teológico es lo que envuelve a Dios mismo. Lo teologal es para Zubiri más amplio que lo teológico; lo teológico se engarza y tiene su raíz en lo teologal.

Anales de la Facultad de Teología 4, Suplementos a Teología y Vida, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago 2012, 297 pp., 16,5 x 24 cm.
                       


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