domingo, 26 de octubre de 2014

Origen de la expresión “vida del mundo futuro”

... y la vida del mundo futuro. Amén.


                                                                      III

                Origen de la expresión “vida del mundo futuro”

                                                         Historia de la teología



                                                            José María Roncero
                                                            Instituto Teológico de Murcia OFM
                                                                                      Pontificia Universidad Anrtonianum
                       

La literatura patrística no presta excesiva atención a esta esperanza cósmica, aunque sea mencionada tanto en los Padres orientales como en los occidentales.

Sus aserciones giran en torno a dos polos18: el primero, y frente a las corrientes excesivamente espiritualizantes, defiende que la creación material no va a ser destruida sino transformada y embellecida; el segundo ofrece argumentos sobre la adecuación de la nueva creación a la situación gloriosa del hombre.

Representantes del primer polo son San Hilario de Poitiers19, San Cirilo de Jerusalén20, San Jerónimo21 y a San Isidoro de Sevilla; este último escribe: “...será creada una tierra nueva, es decir, el ser de nuestra tierra será transformado; pasará a un estado espiritual y después no estará sometida a cambio alguno”22.

En el segundo estarían San Ireneo23, San Juan Crisóstomo24 y san Agustín, que expresa así su pensamiento: “el mundo renovado estará en armonía con los cuerpos de los hombres igualmente renovados”25.

Ajeno a esas líneas, San Ambrosio afirma: "En Él (Cristo) resucitó el mundo, en Él resucitó el cielo, en Él resucitó la tierra. Habrá un cielo nuevo y una tierra nueva"26.

Como curiosidad, y ya fuera de la Patrística, cabe citar a San Julián de Toledo y su  Prognosticon futuri saeculi, del año 688, el tratado más antiguo de escatología. Dedica a la “terra nova” cuatro de los breves capítulos del tercer libro (XLVI-XLIX), pero son casi en exclusiva citas de la Civitate Dei de san Agustín27.

Si saltamos a la teología medieval, encontramos que tampoco Santo Tomás aborda sistemáticamente nuestro tema; sólo le dedica algunas cuestiones inconexas  en el Supplementum. Del artículo 1 de la 91 tomamos su pensamiento central, que sigue la tónica de los Padres: “Luego al mismo tiempo el mundo será innovado, y el hombre, glorificado” (Unde simul mundus innovabitur et homo glorificabitur)28.

Muy otra, como era de esperar, es la importancia que se le da en la teología de sayal pardo. Como breve excursus, concentro en siete asertos29 la visión franciscana:

1.- En la espiritualidad de Francisco de Asís, el hombre y la creación, hermanos de origen, están llamados a vivir junto a Dios: en eso consiste la salvación universal.

2.- Para Alejandro de Hales el hombre, junto a la creación, es asumido en la glorificación de Dios. Todo el hombre, en su estructura interna y externa, está constituido para aspirar a ese cumplimiento en Dios.
Alejandro de Hales

3.- Buenaventura lo expone trinitariamente:

3.1. Todo lo que ha sido creado por Dios posee un impulso natural a retornar a su origen. El retorno de las cosas creadas al Padre, para participar en su bienaventuranza, es el estadio conclusivo de la creación.

3.2.- La consumación de la creación se realiza por el Verbo increado, quien, permeando toda la creación, la guía internamente a su fin. Dios acepta en sí al hombre y al mundo cumpliendo el devenir amoroso prefigurado en la encarnación.

3.3. El ser humano ha sido capacitado por el Espíritu Santo para ser el mediador entre el mundo material y Dios; su responsabilidad es llevar a toda la creación y a sí mismo al fin último, a la unión con Dios trino en el esplendor de la gloria.

4. Escoto desarrolla esa especial tarea humana en la construcción del mundo. El hombre ha de buscar los dones que Dios ha impreso  en la creación, pues son medio para tender hacia él; debe reconocer el valor y la dignidad todos los seres; debe reconducir todas las cosas al Creador, manantial del amor. Cuando, con la ayuda de la gracia, el hombre estructura el mundo en el amor, anticipa ya el final consumador.


5. A modo de resumen: la mirada franciscana sobre el hombre, que siempre es una mirada desde Cristo, lo descubre en relación y en camino: en conexión con toda la creación y andante con ella desde su inicio hasta el cumplimiento perfecto en el Dios trino. El camino de la misma creación es un camino de salvación hacia Dios.

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