La
crisis como realidad
II
La Gran Recesión
Manuel Lázaro Pulido
Facultad de Teología
Universidad de Porto
En Occidente se dice y con razón que vivimos en un momento de
crisis, los datos lo acreditan, y el grado de realización práctica de las
expectativas creadas así lo confirman. Los que pensamos sobre estos temas tan
importantes, como en cierta forma banales al aparecer epistemológica y
existencialmente en segundo lugar, somos los occidentales. La palabra “crisis”
en el contexto actual ha reflejado y refleja una situación económica compleja
de lo que se conoce como la Gran Recesión,
una crisis financiera especialmente vivida en los países desarrollados[1]. Lo “duro”
de esta crisis económica ha sido que ha puesto en evidencia la dificultad de
escapar a las crisis económicas, incluso desde los postulados del paraíso del
liberalismo económico, pensado hasta ese momento como una teleología inapelable[2]. La
crisis actual no implica, a pesar de lo que muchos opinen (muchas veces mirado
a nivel micro y desde el corto plazo temporal y existencial[3]), una
quiebra total del modelo, sino más bien una transformación estructural ante un
mundo que cambia motivado por el propio modelo original y las fricciones que
suponen en un mundo globalizado. Si el modelo social está cambiando, se debe a
algo más profundo y de raíces históricas y culturales que superan, aunque están
relacionadas, los modelos económicos.
Y aunque las mentes económicas, como el
premio nobel de economía Paul Krugman, intenten dar con una fórmula pedagógica
para salir de este círculo de (eterno) retorno de la crisis, afirmando que
ellas tienen su etiología en la incapacidad de extraer verdaderas lecciones, y
dejar que los hechos pongan en cuestión las doctrinas liberales erróneas, su
propio diagnóstico esconde un acontecimiento antropológico capital que afecta
no solo al homo oeconomicus sino a la
misma condición humana[4]. No
obstante y avanzamos con ello el fundamento de fondo, la crisis forma parte del
hombre que es bueno en cuanto creación de Dios –“Vio Dios cuanto había hecho, y
todo estaba muy bien” (Gn 1,31)– y desde ahí establece Dios su relación con él
–“He aquí que yo establezco mi alianza con vosotros, y con vuestra futura
descendencia” (Gn 9,9)–.
Esta crisis ha fijado su atención, normalmente ideologizada, en
torno a los poderes económicos[5], al
gasto (déficit) público[6], a
las diferencias sociales[7]… a
conceptos que ahora todos manejamos como si fuéramos economistas de profesión
(una vulgarización muy extendida en las ciencias especialmente las sociales y
las humanidades, un signo más de crisis[8]) .
La verdad es que la situación de vulnerabilidad económica en
nuestras sociedades del bienestar ha venido a ser la manifestación palpable de
que lo que está haciéndose no cuadra
con lo que está siendo. Y esto afecta
a muchas facetas[9].
Algunos autores piensan que la crisis que se visualiza de forma económica afecta
a órdenes y formas políticas consolidadas como la propia democracia, a las
instituciones, incluso transnacionales. Deterioran estas formas como deterioran
la axiología que la sustenta, pues no parece que sea capaz, sino todo lo
contrario, de frenar la sangría crediticia desde el golpe impactante que genera
la evidencia mediática que señala como objetivo el lucro de los Bancos, o la
existencia universal de los paraísos fiscales, la extensión como si fuera una
plaga bíblica de los egoísmos centrados en las tomas de decisión del poder
político y económico, como se hace patente en la corrupción y en fin la patente
desigualdad social y humana[10].
Pero siendo así, no está tan claro si estos factores son resultado de una
degradación que tiene como etiología la crisis, o al contrario la crisis es el
resultado en todas estas instancias de un modelo, especialmente mental más que
un modelo de estructura, que ya no termina de servir.
Como señala el historiador
de la economía Carlos Marichal: “El hecho de que las grandes crisis suelen
convertirse en bisagras entre una época y otra, sugiere que para entenderlas en
toda su amplitud y en sus múltiples consecuencias es necesario ir más allá de
un enfoque estrictamente económico. Estos eventos son tan complejos que su
comprensión exige una atención especial a sus causas económicas pero también requiere mirarlos a través de
los lentes de la política, de las relaciones internacionales y de la historia”[11].
[1] P. J. Wallison,
Bad History, Worse Policy: How a False
Narrative about the Financial Crisis Led
to the Dodd-Frank Act. AEI Press, Washington 2013.
[3] F.
Becker, “Crisis económica y cambio social”, en Área de
Comunicación, Estudios y Publicaciones,
Barómetro Universidad-Sociedad 2014, Consejo Social de la Universidad
Complutense de Madrid, Madrid 2014, 77.
[4] P. Krugman, The Return of Depression Economics and the Crisis of 2008, W. W. Norton & Company, New York
2009 (edición corregida y revisada a partir de la nueva crisis de la anterior The
Return of Depression Economics, W.
W. Norton & Company, New York
1999).
[5]R. Escuredo, J. Cano, Crisis económica y modelo social. La
sostenibilidad del Estado de Bienestar,
Universidad Almería, Almería 2013, 16.
[6]
Cf. J. Tugores, Macroeconomía: Para
entender la crisis en una economía global,
Editorial UOC, Barcelona 2010, 118-120; Cf. Á.
Anchuelo, M. Á. García, La
economía edificada sobre arena: Causas y soluciones de la crisis económica,
ESIC Editorial, Pozuelo de Alarcón (Madrid) 2009, 110-11.
[7]
Cf. J. M. Albertos,
J. L. Sánchez, Geografía de la crisis económica en España,
Universitat de València, Valencia 2014. Un análisis global en M. Zupi (ed.), Desafíos de la cohesión social en tiempos de crisis: diálogo
euro-latinoamericano, Editorial Complutense, Madrid 2011.
[8] J. Sánchez, Una «devastación de la inteligencia»:
crisis y crítica de las ciencias sociales,
Editorial Abya Yala, Quito 2007, 298.
[9]
Cf. J. M. Tortosa, “Crisis: no
una, sino varias; es decir, una”, en Documentación
Social 158 (2010) 15-30.
S. George,
Su crisis, nuestras soluciones, Encuentro Icaria-Intermón Oxfam,
Barcelona 2010.
[10]
Cf. C. Berzosa, “¿La
crisis económica es el síntoma de una crisis de civilización?”, en Temas para el debate, 227
(2013) 25-28.
[11]
C. Marichal, Nueva historia de las
grandes crisis financieras: Una perspectiva global, 1873-2008, Debate, Buenos Aires 2010 (Hemos utilizado la edición
e-book sin paginar, con formato EPUB – DRM, el texto citado se encuentra en la
“Introducción”).
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