domingo, 26 de octubre de 2014

Francisco de Asís: La relación fraterna con el cosmos

                                        Francisco de Asís y su mensaje


                                                                           II

                                                     La relación fraterna con el cosmos


           
La relación con las criaturas le hace descubrir el amor, el bien y la belleza que es Dios. Pero además Dios es el Padre de todo cuanto existe (cf. RegNB 23,9-10 ParPN 1; etc.) y Jesucristo es su Hijo (cf. 2CtaF 11) que nos ha hecho hijos de Él y hermanos suyos (cf. 1CtaF 1,7; 2CtaF 50-53.56) y de todo cuanto hay fuera de Él al ser creados y redimidos en él y por él (cf. 2CtaF 12; CtaO 3). Por eso tiene una predilección especial por los corderos: «pero, entre todos los animales, amaba con particular afecto y predilección a los corderillos, ya que, por su humildad, nuestro Señor Jesucristo es comparado frecuentemente en las Sagradas Escrituras con el cordero y porque éste es su símbolo más expresivo. Por este motivo, amaba con más cariño y contemplaba con mayor regocijo las cosas en las que se encontraba alguna semejanza alegórica del Hijo de Dios» (2Cel 77).

           
Al llevar la imagen de Cristo (cf. 2Cel 165; EP 113) considera a las criaturas con la dignidad de hijas de Dios y hermanas suyas: «Loado seas, mi Señor, con todas las criaturas, especialmente el señor hermano sol [...] por la hermano luna y las estrellas [...] por el hermano viento [...] por la hermana agua [...] por el hermano fuego [...] por nuestra hermana madre tierra» (CantCria 3-9). Tan es así, que las trata como dotadas de razón: «¿Quién podrá explicar la alegría que provocaba en su espíritu la belleza de las flores, al contemplar la galanura de sus formas y al aspirar la fragancia de sus aromas? Al instante dirigía el ojo de la consideración a la hermosura de aquella flor que, brotando luminosa en la primavera de la raíz de Jesé, dio vida con su fragancia a millares de muertos. Y, al encontrarse en presencia de muchas flores, les predicaba, invitándolas a loar al Señor, como si gozaran del don de la razón» (1Cel 81; cf. EP 115).

           
Y si las considera dotadas de razón deben ser fieles al Señor, y alabarlo y darle gracias por todos los beneficios que reciben constantemente de Él, de forma que une el universo a la conciencia humana de agradecimiento a Dios por existir. Contempla Francisco todo lo existente en unidad de ser y destino, sea cual fuere la condición de vida que comporte. Caminando un día por el Valle de Espoleto, cerca de Menavia, avistó un grupo de aves que se habían agrupado para comer y cantar. Al verlas, Francisco corrió hacia ellas dejando atrás a sus compañeros de viaje. Las aves: palomas torcaces, cornejas, grajos, sin levantar el vuelo y ante su admiración, como la de sus hermanos de viaje, escucharon estas palabras: «Mis hermanas aves: mucho debéis alabar a vuestro Creador y amarle de continuo, ya que os dio plumas para vestiros, alas para volar y todo cuanto necesitáis. Os ha hecho nobles entre sus criaturas y os ha dado por morada la pureza del aire. No sembráis ni recogéis, y, con todo, Él mismo os protege y gobierna, sin preocupación alguna por vuestra parte» (1Cel 58; cf. 77; 81; 2Cel 172; LM 8,1.6.11; 9,4; etc.).


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