lunes, 28 de julio de 2014

Las ganas de quejarse

                                         LAS GANAS DE QUEJARSE

                                                                      
Francisco HENARES

No sé si os habrá pasado esto, pero es digno de que hablemos ahora de lo mucho que nos quejamos los españoles. Y me cuento yo entre los primeros. Me quejo siempre  de los políticos, es verdad, pero me ha venido bien leerme una larga entrevista que un periodista le hizo hace meses a Julián Baggini. Es éste un filósofo inglés, aunque el apellido parezca italiano. Tiene 44 años y ha publicado ahora un libro titulado La queja (editorial Paidós). Cuento una anécdota que viene ahí al pelo. Están un español y un inglés en un restaurante. Les sirven dos sopas, y en cada plato hay una mosca flotando. El español, ni corto ni perezoso alza la voz y dice excitado: ¡Camarero, hay una mosca en mi sopa! El inglés llama en privado al camarero y le dice a la oreja: Lo siento, pero hay una mosca en mi plato. Y la señala con el dedo índice. Por eso, Baggini (o su editor) ha querido que en la portada del libro se vea una mosca. El autor  reflexiona, o mejor, explora cómo influye en nuestro alrededor y en toda la sociedad la  costumbre de quejarse, y cómo ese repetirse mucho, se convierte en una patología. Tenemos cerca todos nosotros a personas o familiares que siempre andan quejándose por la vida. Un run-run-run cansino, que nos pone de los nervios a los demás. Supongo que nosotros también ponemos de los nervios a alguien en la vida, seamos sinceros. Supongo, además, que no nos quejamos más que un inglés o un nórdico. En todo caso, es cierto que nos quejamos los españoles más amargamente, o lo decimos más a los cuatro vientos, y hasta gritando. Y esa ventolera contagia el pesimismo alrededor. También es cierto que ahora estamos viviendo una crisis y unos escándalos que aumentan nuestros cabreos. 
La queja, por tanto, no se puede separar de la historia que se vive. Lo grave no es quejarse. Lo grave es no poner soluciones a la queja. Quejarse quizás vaya con la naturaleza del ser humano, porque de ese modo nos vemos en el trance de superarnos. Si el chiquillo se quejara del tropezón y de que se ha caído, no aprendería a levantarse, y a andar cada vez mejor. 
Dice Baggini que si Luther King, o Nelson Mandela no se hubieran quejado, estarían los negros todavía sin voz ni voto. Lo expresaba bien el pastor norteamericano: Arriba no nos oyen si desde abajo no gritamos. La dialéctica, por tanto, consiste en admitir quejarse, pero ponerse manos a la obra para remediarlo. Cuando yo era adolescente leía las obras de un obispo húngaro llamado Thiamer Thot. Yo recuerdo que contaba esta anécdota: que había un perro que había caído en una cerca de espinos, y no hacía más que quejarse y  ladrar, pero no hacía nada por saltar de ahí y salvarse de los pinchos. Con razón expresaba el mentado Luther King en sus luchas en Alabama: Liberaos de vuestro descontento. Sin embargo, vemos con frecuencia que la gente se une como un puño para quejase y manifestarse por la calle, pero apenas se pone de acuerdo con otros para buscar soluciones. La gente se une contra lo que cree que es el mal, pero se desune para hacer el bien. Y la verdad es que se cazan más moscas con una gota de miel que con un barril de vinagre. Siento decirlo, pero los políticos  (que son quienes más salen en la TV) son un mal ejemplo de todo esto. La oposición cree que cumple con quejarse, y da igual de qué Partido provengas. Eres oposición, y punto. Muy raro es que los pillemos  de acuerdo. Y entonces, hasta no nos fiamos, porque a lo mejor se ponen de acuerdo para subirse el sueldo. 
Cuando esa oposición gane las elecciones, y cambie la tortilla, le harán lo propio a ella. Y esta es la noria que marea: dar vueltas y más vueltas. Pero la noria se inventó no para dar vueltas, sino para sacar agua. Hay que canalizar y canalizarnos. De lo contrario, nos moriremos quejándonos. Un solidario no se queja por costumbre, por eso contamina poco. De lo contrario, la higiene mental se resiente y te bajan las defensas, como si viniera con la brisa un virus. Urge, más bien echar manos a la obra. Todo menos cruzarse de brazos. Los brazos son para bracear y no ahogarse.


Familia Franciscana: 28 julio al 3 de agosto

             28 de julio



Mattia de Nazarei (1253-1320)

La beata Mattia de Nazarei nace el 1 de marzo de 1253 en Matélica (Las Marcas. Italia). Es hija de Guarniero de Gentil y Sibila de Odón. En contra de sus padres, ingresa en el monasterio de Santa María Magdalena de su ciudad natal y emite sus votos el 10 de agosto de 1271. Trabaja en los oficios más humildes, lleva una vida de austeridad y vive con intensidad la devoción a Cristo pobre y crucificado, a la Eucaristía y a la Madre de Dios. Es nombrada abadesa en 1279. Amplía las dependencias del monasterio y termina de edificar la iglesia. Muere el 28 de diciembre de 1320, a los 85 años. El papa Clemente XIII la beatifica en 1765.

Común de Vírgenes

Oración. Escúchanos, Dios salvador nuestro, y, así como nos alegramos en la fiesta de la beata Mattia, virgen, haz que aprendamos a servirte con amor. Por nuestro Señor Jesucristo.


28.1 de julio



María Teresa Kowalska (1902-1941)

La beata María Teresa Kowalska nace en Varsovia (Polonia) en 1902. De profunda religiosidad cristiana, pertenece a las muchas asociaciones piadosas que fomentan el seguimiento de Cristo y de María. El 23 de enero del año 1923 ingresa en el monasterio de las Monjas Clarisas Capuchinas de Przasnysz. Viste el hábito el 12 de agosto de 1923 y emite los votos temporales el 15 de agosto de 1924, y los perpetuos el 26 de julio de 1928. De natural delicado y enfermizo, experimenta la vida franciscana con una profunda devoción a Jesús y María y de extremo servicio a las hermanas. El 2 de abril de 1941 los nazis llevan a todas las hermanas al campo de concentración de Dzialdawo. Muere en dicho campo en la noche del 25 de julio 1941. El papa Juan Pablo II la beatifica el 13 de junio de 1999 en Varsovia.

Común de un Mártir o de Vírgenes

Oración. Padre nuestro del cielo, que nos alegras hoy con la fiesta de la beata María Teresa del Niño Jesús, que entregó su vida en holocausto de amor, concédenos la ayuda de sus méritos a los que hemos sido iluminados con el ejemplo de su fortaleza. Por nuestro Señor Jesu-cristo.

28.2 de julio


Alfonsa de la Inmaculada Concepción (1910- 1946)

Santa Alfonsa de la Inmaculada nace el 19 de agosto de 1910 en Kudamaloor (Kerala. India); pertenece a una familia católica de rito siro-malabar. En 1928 ingresa en el instituto de las Franciscanas Clarisas, fundadas hacia 1870; trabajan especialmente con los pobres, enfermos, ancianos y abandonados. Alfonsa profesa los votos temporales el 19 de mayo de 1932; y los perpetuos el 12 de agosto de 1936. Enseña un año en Vakakkadu. De una naturaleza enfermiza, no puede ejercer oficio alguno. Se une a Jesús crucificado, transformando su dolor en fuente de salvación por el continuo amor con el que padece las enfermedades. Muere el 28 de julio de 1946 en Bharananganam. El papa Juan Pablo II la beatifica el año 1986 y Benedicto XVI la canoniza en el 2008.

Común de Vírgenes

Oración. Señor Dios, que has enriquecido con abundantes dones celestiales a Santa Alfonsa de la Inmaculada Concepción, virgen, concédenos que, imitando su seguimiento de Cristo crucificado, podamos gozar con ella de la felicidad eterna en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.

29 de julio



Marta de Betania

Santa Marta es la hermana de María y Lázaro, familia amiga de Jesús, que se hospedaba en su casa en su misión en Palestina ( Lc 10,38-42; Jn 11,19-27).

Común de Santas Mujeres

Oración. Señor Dios, tu Hijo aceptó la hospitalidad de Santa Marta y se albergó en su casa; concédenos, por intercesión de esta santa mujer, servir fielmente a Cristo en nuestros hermanos y ser recibidos, como premio, en tu casa del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.

                    31 de julio



          Ignacio de Loyola (1491-1556)

Nace en Azpeitia (Guipúzcua) . Militar. Al sufrir una herida grave en una batalla, se retira a la casa de sus padres donde la vida de los santos le conducen a profundizar en su fe cristiana. Se retira a Monserrat y Manresa y comienza a elarborar los Ejercicios Espirituales. Visita Tierra Santa, estudia teología, que amplía más tarde en París, donde tuvo de compañeros a Pedro Fabro y Francisco Javier. Funda la Compañía de Jesús, siendo su primer Prepósito General, cargo en el que estuvo 15 años. Toma el símbolo de San Bernardino de Siena como emblema de la Compañía, símbolo que estaba en el frontispicio de su casa, ya que sus padres eran de la Orden Franciscana Seglar. Fallece en Roma el 31 de julio de 1556. El papa Gregorio XV lo canoniza el 12 de marzo de 1622

                                                             Común de Santos Varones

Oración. Señor Dios nuestro, que has suscitado en tu Iglesia a San Ignacio de Loyola para extender la gloria de tu nombre, concédenos que después de combatir en la tierra, bajo su protección y siguiendo su ejemplo, merezcamos compartir con él la gloria del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.



AGOSTO

1 de agosto



Alfonso de Ligorio (1696-1787)

San Alfonso nace el 27 de setiembre del año 1696 en Nápoles (Italia). Consigue el doctorado en Derecho civil y eclesiástico. Ordenado sacerdote, funda la Congregación del Santísimo Redentor. Escribe muchos libros sobre Teología Moral. Es ordenado Obispo. Muere en Nócera de los Paganos (Nápoles) el 1 de agosto de 1787. Es Doctor de la Iglesia.

Común de Doctores de la Iglesia

Oración. Oh Dios, que suscitas continuamente en tu Iglesia nuevos ejemplos de santidad, concédenos la gracia de imitar en el celo apostólico a tu obispo San Alfonso María de Ligorio, para que podamos compartir en el cielo su misma recompensa. Por nuestro Señor Jesucristo.

2 de agosto



Santa María de los Ángeles o de la Porciúncula

La Basílica Patriarcal de Santa María de los Ángeles se construye entre los años 1569 y 1679, para cobijar una pequeña iglesia del siglo IX llamada Porciúncula. Es una donación de los monjes Benedictinos del monte Subasio a San Francisco, que la reforma en 1207. Después de instalarse la primera comunidad en Rivortoto, cuando aumentan los hermanos, se trasladan a esta capilla, donde San Francisco funda la Orden. En 1211 viste allí de penitente a Santa Clara y, con ella, funda la Orden de las «Damas Pobres». Desde la Porciúncula envía a los primeros misioneros; celebra los primeros capítulos y Cristo le comunica, por medio de su Madre, la indulgencia del «Perdón de Asís» en el año 1226. También está en el interior de la Basílica la Capilla del Tránsito, en la que San Francisco murió el 3 de octubre de 1226.

                               
                                 Común de Santa María Virgen

Oración. Concédenos, Señor, por intercesión de la Vir-gen, Reina de los Ángeles, cuya gloriosa fiesta celebramos hoy, que participemos como ella de la plenitud de tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo.

3 de agosto



Marcos de Montegallo (1425-1496)

El beato Marcos nace en Fonditore (Perugia. Italia) en 1425, poblado de la ciudad de Montegallo. Estudia en las Universidades de Perusa y Bolonia, en la que se doctora en Leyes y Medicina. En Áscoli ejerce el oficio de médico. En 1451 se casa con Clara Tibaldeschi. Al año siguiente, y de común acuerdo, Clara ingresa en el monasterio de Santa Clara de las Damas Pobres en Áscoli, y él en el convento de los Hermanos Menores de Fabriano. Bajo el espíritu de la reforma de San Bernardino de Siena y de San Jaime de la Marca predica en Áscoli, Camerino, Fabriano, etc. Contra la usura crea los Montes de Piedad en Áscoli (1458), Fabriano (1470), Fano (1471), Acervia (1483), Vicenza (1486), Ancona, Camerino, Ripatransone y Fermo (1478). Escribe, entre otras obras, «La Tavola della Salvezza», que imprime en Florencia en 1494. Muere el 19 de marzo de 1496 en Vicenza. Aprueba su culto Gregorio XVI el 20 de septiembre de 1839.

Común de Santos Varones


Oración. Dios nuestro, que enseñaste a tu Iglesia a cumplir todos los mandamientos con el amor a ti y al prójimo, concédenos que, practicando las obras de misericordia como lo hizo el beato Marcos, merezcamos ser admitidos entre tus bienaventurados. Por nuestro Señor Jesucristo.

Sobre Dios Padre y ;Madre (II)

       SOBRE DIOS PADRE

                           II


                                                           Xabier Pikaza

              Una experiencia central

Abba no es una palabra técnica, propia de discusiones eruditas, sino la más sencilla de todas las que existen, una palabra casi onomatopéyica, que el niño pronuncia y comprende en el mismo principio de su vida, al referirse cariñosamente al padre (abba), en unión (a partir) de la madre (imma) como primera de todas las experiencias que son, al mismo tiempo, profanas y sagradas. No es palabra aislada, que se entiende por sí misma, sino que forma parte de una relación doble: Imma-Abba, Madre-Padre. Es una palabra de encuentro personal, de intimidad profunda, siendo, al mismo tiempo, una palabra social, pues vincula a cada hijo con todos los restantes hijos de Dios Padre, especialmente con los pobres y expulsados de la sociedad.

‒ Una palabra, tres palabras. Por eso, tomada en sí misma, esa palabra alude a un Padre que no solamente incluye elementos de Madre (es padre materno, padre tierno), sino que sigue teniendo a su lado a la madre, de la que depende (la Madre es la que sigue haciendo que el hijo diga Padre), y sigue siempre acogiendo a los restantes hijos, especialmente a los pobres. Por eso, siendo palabra de la más fuerte intimida, es principio y exigencia de justicia.

‒ Dios trascendente, Dios Yahvé… presencia familiar. No basta, por tanto, que el padre sea cariñoso y paterno, sino que siga teniendo a su lado una madre, pues Abba (Padre) ofrece una experiencia relacional y sólo tiene sentido dentro de la relación de la Madre (Imma) con el Hijo (Ben, Bar). No basta tampoco que sea paterno y materno, si no lleva en sí una fuerte exigencia de justicia, de transformación social, desde el evangelio.

Ciertos discursos dogmáticos (ontológicos) cristianos han olvidado esas referencias y han secado el evangelio, como si sólo se pudiera hablar de Padre e Hijo en perspectiva patriarcalista (Padre-Dios patriarca da poder al Hijo-Dios, también patriarca), borrando a la Madre o identificándola de una forma difusa con el Espíritu Santo, en una línea que parece implícitamente aceptada por los grandes concilios (de Nicea a Calcedonia: 325 y 451 d.C.). Han olvidado que el Padre y la Madre, que son un solo Dios, se encuentran vinculados de un modo especial con todos los hijos, en especial con los más pobres.


Jesús y las mujeres

            Jesús y las mujeres


Antonio Piñero 



Por  Bernardo Pérez Andreo
            Instituto Teológico de Murcia OFM
                                                                                               Pontificia Universidad Antonianum

Vuelve Antonio Piñero a publicar un libro que vio la luz en 2008 y que, según sus propias palabras, no había captado la atención de los y las especialistas en el ámbito de la investigación feminista sobre Jesús. Prácticamente ninguna especialista se hizo eco de su aparición y la editorial Trotta se hace cargo de dar más visibilidad a una obra que en su tiempo pasó bastante desapercibida. No se trata, por tanto, de una novedad, sino antes bien de una vuelta a la vida editorial, excesivamente breve en el panorama librero español; nada resiste más allá de los 90 días de rigor como novedad, después va al cajón del olvido de las referencias bibliográficas. Aprovechar que casi cualquier cosa que lleve por título el nombre del fundador del cristianismo posee tirón de ventas, es una buena idea para renovar la edición de una obra marcada por la ocasión. Sin embargo, es muy posible que ese mismo sea su déficit: hace tiempo que pasaron de moda las lucubraciones gnósticas de El código Da vinci y sus fantasiosas propuestas, remake al fin del gnosticismo tradicional conservado en ciertos aspectos por las historias de los Templarios.
La obra consta de 18 breves capítulos donde aborda todos los aspectos de la relación de Jesús con las mujeres, a partir de la literatura evangélica de los tres primeros siglos, entendiendo por literatura evangélica, no solo la que está en los Evangelios canónicos, sino también los apócrifos, fuente de conocimiento de la visión del cristianismo de los siglos segundo y tercero. Por tanto, la obra enfrenta los textos y las perspectivas de Jesús en su nacimiento e infancia, la relación con su madre y hermanos y, sobre todo, hermanas, Jesús y las mujeres durante su ministerio, especialmente las curaciones de mujeres, Jesús y el matrimonio, el divorcio, el celibato y la homosexualidad (¡!), pero la parte más extensa es la dedicada a Jesús y María Magdalena, tres capítulos y 50 de las poco más de 200 páginas de la obra.
La propuesta de Piñero en esta obra puede resumirse como sigue. Jesús no dice nada que modifique la posición de la mujer en su época, su madre y su familia son como las de la época, sin ningún tipo de novedad. Defiende el matrimonio monogámico y a doctrina tradicional de familia basada en el modelo patriarcal judío. Aunque defiende la “familia espiritual” sobre la “carnal” ello no supuso ningún ataque a las estructuras patriarcalistas vigentes. Su posición sobre el divorcio no plantea modificación alguna sobre el papel de la mujer, solo se suma a la propuesta de una facción judía, el fariseísmo más estricto. Tanto las parábolas como otros dichos de Jesús, presentan a la mujer en una función secundaria en la sociedad sin ofrecer doctrina alguna que la modifique. No se recoge en los Evangelios ninguna proclama de igualdad esencial en funciones o naturaleza de la mujer. Que Jesús curara a mujeres no indica ninguna preocupación de tipo feminista, a lo sumo una extensión de la salvación de Dios a las mujeres. La tradición sobre María Magdalena como discípula predilecta de Jesús se desarrolla tras su muerte; no puede atribuirse al Jesús de la historia la atribución de un papel relevante a este personaje. Los evangelios gnósticos no prueban un matrimonio de Jesús con María Magdalena. Tampoco hay en ellos proclamas igualitaristas o feministas. El encargo misionero es solo a los Doce y a varones en general, por tanto, no hay nada en la historia de Jesús que puede avalar un supuesto feminismo de Jesús o algún tipo de igualitarismo.
Queda resumido así el libro de Antonio Piñero, un libro que promete más que demuestra, pues para demostrar cuanto hemos indicado en el resumen habría que haber citado, al menos, una bibliografía diez veces más amplia. En la mayoría de las aseveraciones depende de conclusiones propias o bien de un especialista, en ningún caso hay una confrontación con el ingente grupo de investigadores que opinan lo contrario, a los que se resumen en una idea común que luego es descalificada sin más pruebas que su propia autoridad. No parece que 200 páginas basten para contradecir una posición muy bien asentada en muchos exegetas, expresada en cientos de obras. Al final, solo dos posiciones, la de Esquinas y la de Corley, son las que respaldan las afirmaciones. Sin embargo, de Corley no se cita una obra fundamental para entender el papel de las mujeres en el origen del cristianismo, Maranatha. Ritos funerarios de las mujeres y los orígenes del cristianismo (Verbo Divino, Estella 2012). Se trata de una propuesta que va más allá de la diatriba del feminismo, ajeno a la mentalidad de la época de Jesús, poniendo el papel de la mujer en un lugar preponderante en su nacimiento, más allá de estructuras de poder e instalado en estructuras de servicio. Éste y no el poder, es el núcleo del mensaje de Jesús. En el servicio, la diakonía, hombres y mujeres son iguales, aunque las mujeres llevan ventaja por la posición ocupada en la sociedad.
Bien podría el autor haber aprovechado la nueva edición para actualizar su propuesta mediante las aportaciones de esta última obra de Corley, sin quedarse en la primera propuesta de 2002. Sin embargo, la obra sí mantiene un interés tanto para el público en general como para el investigador: adentrarse en un modo muy distinto de analizar en interpretar los datos de los evangelios, un modo que se aleja de la posición aceptada por la mayoría de investigadores y que está siendo la base para una renovación de las propuestas dogmáticas del cristianismo. Si aceptamos el Jesús de Piñero nos resultará muy complicado entender cómo Jesús pudo ser el punto de partida de un movimiento de radical renovación del mundo antiguo y la religión más importante de occidente.



Editorial Trotta, Madrid 2014, 343 pp, 14,5 x 23 cm.


«Comieron todos hasta quedar satisfechos»

                  Domingo XVIII (A)

                                                                          Evangelio



                                             «Comieron todos hasta quedar satisfechos»


 Lectura del santo Evangelio según San Mateo 14,13-21.

Jesús se marchó de allí en barca, a solas, a un lugar desierto. Cuando la gente lo supo, lo siguió por tierra desde los poblados. Al desembarcar vio Jesús una multitud, se compadeció de ella y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: «Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren comida». Jesús les replicó: «No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer». Ellos le replicaron: «Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces». Les dijo: «Traédmelos». Mandó a la gente que se recostara en la hierba y tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos y se saciaron y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.

1.- El Señor.  Jesús se compadece de la multitud que le ha seguido, como se compadece de la viuda de Naín, o de Jairo. El Señor se ha encarnado para asumir nuestros males y hacerlos suyos a fin de curarnos, ponerles remedio, en definitiva, salvarnos de las garras del mal que nos tiene atenazados. Por eso Jesús no nos despide, como querían hacer  los discípulos de la multitud que le seguía. Somos suyos, y le pertenecemos, como le pertenece nuestra hambre, nuestra sed, nuestras deficiencias físicas, psíquicas, espirituales.— El Señor defiende el mundo tan rico que ha creado para que todos nos podamos alimentar; y nos ha dado una inteligencia para producir todo lo que necesitamos, y mucho más. Pero el mal que hay en nuestro interior, con el que hemos configurado parte de nuestra cultura, trastoca la creación divina. Por eso ha venido el Señor: para recrear la vida allá donde nosotros la matamos y  transformar nuestro corazón para que sintamos a los demás como hermanos. Dios no se frena ante el pecado. Ha venido a destruirlo y para que comamos y nos amemos. Lo grandioso del Señor es que ha comenzado nuestra salvación haciéndose uno como nosotros, no por decreto ley o por su omnipotencia divina.

2.- La comunidad. El Señor continúa su labor al dar el Espíritu a su Iglesia. Ella concentra todos los ideales evangélicos que nos hacen caminar por las sendas que ha marcado en su pequeño recorrido por los pueblecitos de la orilla del lago de Galilea.  Si el Señor crea por amor todo  lo que existe  —es su Reino—, Jesús, en su andadura histórica y por su Espíritu, crea la comunidad cristiana, una porción del Reino en la historia, que es consciente de su presencia, de su influencia salvadora, de su acogida y de su sensibilidad amorosa. Nuestra comunidad eclesial será relevante cuando no excluyamos a nadie de nuestras relaciones, cuando demos pan y peces, cuando seamos una instancia crítica ante los pueblos para defender a las personas y grupos marginados, y cuando los bautizados tengamos una sensibilidad de que el reino, al final, será un banquete donde se derrochará toda clase de bienes, esos bienes que los poderosos roban a los débiles en nuestra historia, y que debemos obligarles a que los compartan. 


3. El creyente. Jesús, además de pedir que le sigamos, advierte que seamos conscientes del mal en el mundo —cuando envía los discípulos a expulsar los demonios del pueblo y darle la paz—, que colaboremos con él, es decir, que aportemos los cinco panes y los dos peces. La preparación para evangelizar, el esfuerzo, la formación para identificarnos con las actitudes y sentimientos de Jesús, etc., etc., son fundamentales para que no despidamos a la gente, sino, como Jesús, seamos capaces de compadecernos de los sufrimientos que oprimen la vida de los más débiles.  Y dicha compasión la sentiremos cuando hayamos experimentado las mismas situaciones que sufren tantos indigentes en la sociedad. San Francisco fue a Roma como un pobre y se puso a pedir limosna en las escalinatas de San Juan de Letrán. Es cuando aprendió lo que es pasar hambre y conoció, a la vez, la cantidad de gente menesterosa. Es fundamental que no nos metamos en una burbuja irreal donde sólo imaginemos lo que es la pobreza sin ninguna conexión con la realidad. Nuestra compasión no se debe originar imaginando el sufrimiento, sino experimentándolo.



«Comieron todos hasta quedar satisfechos»-Domingo XVIII (A)

             Domingo XVIII (A)

                                                                          Evangelio

                                             «Comieron todos hasta quedar satisfechos»



Lectura del santo Evangelio según San Mateo 14,13-21.

Jesús se marchó de allí en barca, a solas, a un lugar desierto. Cuando la gente lo supo, lo siguió por tierra desde los poblados. Al desembarcar vio Jesús una multitud, se compadeció de ella y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: «Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren comida». Jesús les replicó: «No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer». Ellos le replicaron: «Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces». Les dijo: «Traédmelos». Mandó a la gente que se recostara en la hierba y tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos y se saciaron y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.

1.- Texto y contexto. Los discípulos retornan de su misión de predicar el Reino y, después de contarle a Jesús todo lo que han hecho, les invita a retirarse a un lugar apartado para descansar (cf. Mc 1,35.45), porque es tanto el trabajo realizado que no han tenido tiempo ni para comer (cf. Mc 3,20). Suben a una barca y se alejan de la muchedumbre, como les ha pasado con anterioridad (cf. Mc 4,36). Sin embargo la gente descubre su itinerario, y con otros que se les une en el camino, siguen a Jesús. La situación indica que no atraviesan el lago, sino que navegan junto a su costa. A continuación, Jesús se compadece de la gente que lo sigue.  Contra la opinión de los discípulos de despedir a la gente, Jesús les manda que les provean de comida con la intención de mostrarles su impotencia y hacerles ver que no es solución que la misma gente se pueda abastecer de comida. «Él les respondió: —Dadles vosotros de comer». El tiempo, el lugar y la falta de recursos, pues un denario es lo que gana un jornalero al día (cf. Mt 20,2), hacen imposible la compra. «Les contestó: —¿Cuántos panes tenéis? Id a ver. Lo averiguaron y le dijeron: —Cinco y dos peces». El pan de trigo o cebada (cf. Jn 6,9) es el alimento base de la población pobre, y el pescado es lo que se añade, lógicamente, en las riberas del lago. Todo esto crea y prepara la situación para el milagro.

2.- Mensaje.  Mandó a la gente que se recostara en la hierba». Es una imagen festiva, como la del banquete de los tiempos mesiánicos en el que el pueblo disfrutará la salvación definitiva adornada con toda clase de bienes con un ambiente de libertad. La multitud no es una masa anónima; son personas elegidas y queridas por Dios, que se reúnen espontáneamente alrededor de Jesús para aprender y para compartir la vida simbolizada en la comida y expresada en el sentido de pertenencia a un mismo pueblo. Por esto se agrupan formando corros. El verdor del suelo indica que es primavera y signo de esperanza y abundancia. Los gestos y palabras de Jesús evocan el rito que el padre de familia hace mientras parte el pan en la comida. Es una oración en la que se suele incluir la acción de gracias, la bendición y la alabanza, en las que actúa la relación de Dios a los hombres y de los hombres a Dios a partir y con ocasión de las cosas y acciones que mantienen y defienden la vida humana. El pan suele tener la amplitud de un plato y el primer trozo se lo come quien lo bendice y lo distribuye, pero en este caso, ante la cantidad de personas, no da Jesús los pedazos directamente a la gente, sino que se los entrega a los discípulos para que los repartan y se los coman. «Comieron todos y se saciaron y recogieron doce cestos llenos de sobras». Este dato señala la magnitud del milagro y lo que es más importante: la participación en la mesa de Jesús de toda clase de gente; todo el mundo tiene cabida, sea de la condición que fuere. Es la dimensión universal del Dios del Reino en la que a todos se les ofrece la enseñanza y el pan, es decir, la vida. La comida, como ofrenda de Dios, fundamenta la comunión entre los humanos, porque hace posible la amistad (Gén 43,25-34), la hospitalidad (Jue 19,20-21) y el perdón (2Sam 9,7). La potencia de Dios cubre las necesidades del hombre cuando la creación y el trabajo no dan para comer, pero con una misma perspectiva: la comida es siempre un don, que sobreabundará en el banquete del Reino de los cielos.


3.- Acción. Los cristianos debemos seguir luchando para que todo el mundo tenga lo que hace posible la vida humana en su primera etapa: comida, bebida, educación y sanidad. Para ello necesitamos reconocer que existen pueblos que carecen de ello, después que nazca el sentimiento de compasión, como Jesús, y a continuación la entrega personal y de los bienes , o se ponga en vía de solución. Pero también las gentes necesitan de la justicia, la libertad y, sobre todo, de quien hace posible que sintamos a los pobres como hermanos, con la misma dignidad que la nuestra. Por ello, necesitamos anhelar a Dios, sentir hambre de Él, como los hebreos que iban detrás de Jesús olvidándose de lo mas imprescindible, hasta que logremos decir, como Pablo: «¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?, […] en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó. Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro».