lunes, 21 de abril de 2014

Dios en la ciudad

                                             Dios en la ciudad
                                                          


 O. González de Cardedal


Por Pilar Sánchez Alvarez
      Instituto Teológico OFM
Universidad Pontificia Antonianum


El libro  de Olegario González de Cardedal  analiza una situación actual, el alejamiento del hombre de Dios  y la  necesidad de la presencia del cristiano en todos lo ámbitos para dar testimonio de El.  Concretamente  examina la relación entre la condición de ciudadano y la condición de cristiano en el hombre.
 El libro esta dividido en tres partes diferenciadas, la primera se pregunta por el lugar y tiempo de Dios, la segunda Dios en Europa y la tercera son algunas cuestiones  y problemas específicos.
Ante las numerosas preguntas que el hombre se hace sobre Dios, una de ellas en si la fe nace como una necesidad del hombre indefenso o si Dios es el único lugar donde se encuentra el hombre. Todas estas preguntas son de naturaleza antropológica,  metafísica, y ética, anteriores   a la política. Lo mismo que toda la cultura   hasta  la mitad del siglo pasado fue rural, hoy se ha desplazado a la ciudad y al mundo virtual y en todas se encuentra Dios. Para responder a la relación que existe entre el hombre como ciudadano y el hombre en su condición de cristiano, muestra  un concepto novedoso como cristianía,  es decir, la convivencia y colaboración con la Sociedad, el Estado y  el Gobierno derivada de la comprensión cristiana de la sociedad.
Las dos categorías de la que parte son la libertad y la persona. Hay logros conseguidos que nadie pone en duda, como los derechos humanos, pero hay situaciones límites, situaciones frontera,  posiciones entre máximos y mínimos, en las que el cristiano tiene que estar presente, porque el cristianismo no es sólo individual, sino también social.  Un Estado no puede imponer las convicciones sino respetar la libertad de los ciudadanos donde no  tiene que existir primacía entre creer o no creer y  no se puede reducir la religión a un asunto privado ni suponer que toda religión es  fundamentalismo.
Una pregunta del autor es ¿dónde esta ahora tu Dios?, es decir, que lugar tiene Dios. Hay preguntas que no se pueden soslayar: preguntas del hombre a Dios, de Dios al hombre, del hombre a sí mismo, del no creyente al creyente y viceversa, y las respuestas se reducen a Dios esta en el hombre, con el hombre, está en la interioridad, en la conciencia  y en la exterioridad, en el prójimo. ¿Dónde localizamos a Dios? Todo lugar es lugar apropiado para que Dios se manifieste al hombre, pero los lugares generales y permanentes son: la persona, la iglesia y la ciudad. Dios está en el corazón del mundo, en toda realidad, en toda la humanidad y en  toda posibilidad.
K. Rahner
Cada generación reconoce a Dios en algunos de estos lugares señalados, en la interioridad (San Agustín), en la realidad objetiva exterior (Tomas de Aquino o Rahner) en la contemplación (los místicos),  en la actividad (Ignacio de Loyola o  Teresa de Calcuta), en la vida de la iglesia (Henri de Lubac o  Congar) en la responsabilidad  social y política ( Pablo VI, Juan Pablo II  o Gutiérrez).
            El cristiano actual debe recordar la dimensión social  de la fe para permanecer viva  en esta fe  tanto en  la vida personal como en la vida comunitaria.
Una de las responsabilidades fundamentales de los países  de la cristiandad es pasar de una religión de herencia social a una religión de elección personal. Desde la década de los 60 a los 80 se dieron cuatro revoluciones como ha sido la sexual, la religiosa con el concilio, la cultural con la revolución del 68 y la política con la democracia. Esto repercutió en la sociedad, dando lugar a la secularización, y en el individuo  la secularización de la conciencia. Lo más grave de estas consecuencias fue unir la política progresista a principios antirreligiosos  y  la reacción de los cristianos debe ser el diálogo desde los principios  del concilio Vaticano II, porque el cristiano es un ciudadano más en la sociedad  en la que está insertado.
G. Gutiérrez
Después de realizar un juicio sobre las tesis de secularización y de la privitazación  de la religión, Don Olegario expone las responsabilidades actuales y desafíos comunes de la religión y la sociedad siguiendo las palabras de Benedicto XVI.  Su pensamiento se basa en la defensa de la libertad  frente a la riqueza, a las ideologías, las religiones y sistemas políticos; defensa del derecho contra la violencia del fuerte frente al débil, la anarquía o la injusticia; defensa de la persona frente a su destrucción y defensa de la familia frente a la negación. “Cuando se niega a Dios, se disuelve la dignidad del hombre”.
La segunda parte presenta Dios en Europa. Muchos hablan de Dios como un extraño en Europa, porque dan por concluida su afirmación y su negación. En la Europa actual se ha dado una gran transformación, no sólo en la economía, sino en la cultura, la política, la moral y la religión. Con la ayuda de la sociología, los estudios estadísticos  dan cifras,   nos permite conocer  la situación pero realmente no dan la realidad de la fe.
Cuando se dan datos estadísticos son datos de una Europa uniforme sin pensar que  en realidad son múltiples las naciones que la forman con características diferentes. En Europa, la crisis de Dios es una crisis de cristianismo y la crisis del cristianismo es una crisis de Dios. Cuando en muchas partes del mundo la religion permanece constante o crece, en Europa  decrece en forma alarmante. Se está ante una profunda crisis de fe,  incluso con una represión publicista  de la fe en Dios.
Y. Congar
Esta inexistencia de Dios puede ser por desconocimiento o ignorancia, por olvido, por pérdida debido a  la forma de vida,  por negación teórica,  bien por sustitución de Dios por ídolos o como sufrimiento por la carencia de esa fe.  El autor se pregunta por las causas de esta crisis y enumera las siguientes:  la contraposición de Dios a la funcionalidad imperante de esta época, la contraposición entre fe y ciencia, el descrédito de los propios creyentes, la violencia generada por el monoteísmo y la idea de la religión verdadera, la falsa idea de conjugar libertad con Dios,  el desistimiento de la idea de resurrección, el sufrimiento del mundo, la crítica a las religiones, o el cansancio ante las tareas que implica la creencia.
Otra de las preguntas del autor es  si la religión perdurará en  Europa,  y la respuesta es afirmativa pero obligada a pensar en su ejercicio personal y público, estando en convivencia con una visión secular de la realidad, con unos frentes que le amenazan, como son los fundamentalismo o bien el secularismo, presuponiendo  pasar de una transmisión social, colectiva, política de la fe a una transmisión personal comunitaria dentro del grupo de cada creyente. La nueva forma de ser cristianos es la nueva articulación de la realidad trascendente de Dios en la inmanencia de la historia humano. Entre las alternativas afirma que no serán los  ateísmo, sino la  idolatría, la  gnosis (religiones de sustituciones), los  deísmos filosóficos (Dios lejano) el  politeísmo (dioses culturales) y la atrofia  (inconformidad); el hombre será  cada vez más indefenso ante las dominaciones ideológicas y los poderes públicos donde  muchos politeísmos serán transformaciones cristianas.
 Ante esta perspectiva el hombre no debe tener miedo porque el cristianismo surgió en una maraña de politeísmo y siguió floreciendo y ante la pregunta si tendrá futuro el cristianismo habrá que responder que si porque predica la Verdad. El Dios cristiano se comprende como transcendencia sagrada que se revela en la inmanencia mediante las categorías de creación, revelación, encarnación  y resurrección El Dios cristiano  no es  Deus extra nos o contra nos, Es el Dios con nosotros donde  el hombre tiene como meta ser como Dios y el único camino para conseguirlos es  la amistad y la comunicación con Él.
H. de Lubac
La tercera parte del libro está dedicada a  analizar problemas concretos.
Uno de ellos es  el tipo de relaciones entre Ética, Política y Religión. Las grandes cuestiones de la vida humana, las palancas que mueven el mundo son la ética, la política y la religión en interacción continua y según el momento histórico, con dominancia de una sobre las otras. En el siglo XX serían también la ciencia y la economía y en el siglo XXI la revolución informática con la globalización de las conciencias y del mercado. Pero en el momento actual cada una de ellas ha alcanzado la autonomía, y  la riqueza de la vida humana deriva de la integración diferenciada de estos órdenes. En realidad todo depende del concepto de hombre que se tenga, de las necesidades primordiales, sin las que no se puede vivir, de los derechos, los deberes y las responsabilidades. A estas realidades responde la cultura, la ética, la religión y la política.
El hombre se siente obligado a hacer un proyecto de vida, a una tarea y a un cumplimiento porque es constitutivamente moral. A la vez, el hombre tiene una dimensión religiosa y el autor se pregunta sobre la relación existente entre ambas. Todas las religiones ya sean proféticas, mistéricas o sapienciales han incluido la presencia de la moral, ya sean teleológicas, deontológica o de valores. ¿Pero y al revés? Hasta la modernidad si se daba esta situación, pero aceptada hoy la autonomía entre ambas, ¿cuál debe ser la colaboración? Aprender una de la otra pero ejerciendo una función crítica de una para con la otra. Tanto la ética como la religión se presentan como un problema y una posibilidad política. El Estado se debe comprometer a no dar ninguna plusvalía a ninguna de ellas, tiene que existir igualdad como garantía de la libertad proveyendo la acción pública de todos los grupos humanos.
Hay que comprender y legitimar una ética civil y las religiones tienen que reconocerla. La experiencia de la sociedad moderna ha demostrado que la democracia en la mejor forma para respetar las libertades, pero también ha demostrado unos límites cuando sólo se concibe como un procedimiento de regulación de poder, lo que ha generado desconfianza frente a ella y entonces  se reclama la presencia de las éticas y las religiones.
Al hacer esa revisión histórica se comprende que todo proyecto político tiene que tener en cuenta la dimensión ética y la religiosa. En el cristianismo  de hoy se ha comprendido la clara diferencia entre razón y fe, entre iglesia y sociedad, autoridad interna y externa, y su relación mediante el diálogo, pero para ello se necesita educación y cultura.
El cristianismo tiene su centro en la experiencia  de esa realidad última y sagrada,  no puede orientar una vida moral porque esa experiencia  alumbra a toda la persona, y la moral refleja la revelación de Dios en el mundo y le abre a las últimas preguntas que son las que la religion responde, por lo tanto, un hombre religioso  tiene siempre un comportamiento moral. La gran novedad del cristianismo es que frente a la ética, él  habla del perdón que  ilumina todas las acciones del hombre.
Otro de los temas importantes es la relación entre religión, libertad y verdad en democracia, haciendo coincidir la religión con el cristianismo,  centrándose  en cómo insertar el mensaje cristiano en la cultura actual, en presentarlo como una oferta de verdad a la libertad en la libertad de la persona y la sociedad.
Una sociedad libre es aquella en la que prevalece la razón pública sobre la privada entendiendo lo público aquello en lo que están implicados los fundamentos jurídicos, históricos y sociales del Estado. Es el resultado de la convergencia de todas las fuentes de sentido como ciencia, pensamiento, moral, religión y cultura.
El poder tendrá que acoger y jerarquizar a la vez que aplicar lo que aportan estas fuentes.
¿Qué lugar ocupan las propuestas religiosas en estas sociedades? Deben ser aceptadas a igual  que la compresión atea, sin que prevalezca una sobre la otra, por lo que no se puede reducir la religión al silencio o excluirle de la sociedad libre. Hoy se vive el fin de una época donde todo estaba unido y en el siglo XXI se puede hablar de Dios como si jamás se hubiese sabido de El. Se ha pasado de una fase histórica en la que la primera evidencia era la verdad a otra en la que lo es la libertad. Pero ambas tienen perversiones como intolerancia, dogmatismos, reclamación de obediencia ciega o bien  individualismo o  anarquía.
Dios entra en la democracia por la puerta de la libertad, y la democracia respeta a Dios en la medida en que respeta la forma de existencia individual y social inmanente y trascendente  del hombre , es decir, en la medida en que se respeta al hombre entero tal como él configura su existencia.
El tercer  tema que trata es la libertad de conciencia y la relación como derechos humanos fundamentales. En el siglo XIX se veía claramente la oposición y el antagonismo entre Dios y el hombre, siendo el siglo XX el de la búsqueda de esta convergencia. El siglo XXI deberá ser el siglo de la sintonía entre uno y otro.
La libertad ha sido reconquistada  en el siglo XX,  la libertad religiosa aparece al principio como una concreción de la libertad de conciencia en general  pero en la Declaración de Paris en el año 1948,  se afirma que toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión.. En el concilio Vaticano II se explicita este derecho,  cuyo fundamento está en la misma naturaleza, tanto para los que la buscan como para los que no lo hacen.
En estos momentos la Iglesia católica esta abierta al diálogo con las demás religiones reconociendo ente derecho.  Posteriormente se explican los criterios cristianos para este diálogo.
O.G. de Cardedal
El último tema tratado es el de la libertad y la laicidad.  Después de hacer una exposición  de las relaciones s entre libertad, sociedad, religion, Olegario González de Cardedal afirma que la fe y la increencia tienen ambas una dimensión social. La fe no puede imponer en todos los órdenes de la realidad su sentido, lo mismo que la laicidad negativa  no lo puede imponer.
 La modernidad no ha acabado con la religión, sino que la ha despertado y purificado de sus viejos ropajes. Termina su epílogo con unas pautas para pensar de forma cooperativa la ciudadanía y la cristiana,  analiza las dos formas de teología moderna, la continental y la anglosajona, para terminar indicando los distintos caminos  del encuentro con Dios.
Este libro es fundamental para poder comprender la situación del cristiano en el momento actual;  incita a reflexionar sobre la tarea en el ámbito de la sociedad y su dimensión política.  En cada una de las ideas expuestas el autor hace un recorrido histórico, filosófico y religioso donde se demuestra el bagaje cultural de Don Olegario así como la claridad de pensamiento y la brillantez de su lenguaje.

Ediciones Sígueme,  Salamanca 2013, pp. 288, 14,5 x 21,5 cm.


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