domingo, 30 de marzo de 2014

Libros. Cristología



                                   Creer en Jesucristo.
                             Una propuesta en diálogo
      con O. González de Cardedal y J.I. González Faus.


                                                       
                                            De  Michael P.Moore


                                               Por Álvaro M. Garre Garre

Presentamos el libro –fruto de la tesis doctoral- del franciscano argentino Michael Patrick Moore (La Plata, Buenos Aires 1964). Es licenciado en filosofía y doctor en teología por la Universidad Gregoriana de Roma. Enseña teología fundamental, cristología y pensamiento franciscano en el bonaerense Instituto Teológico Franciscano “Fr. Luis Bolaños”. Es también profesor de la Facultad de Teología de la Universidad del Salvador y del Instituto Superior del Profesorado “Don Bosco”.
El autor intenta mostrar la credibilidad de la persona de Jesucristo, a través del estudio comparativo de las cristologías de González de Cardedal y González Faus. Siguiendo la conocida clasificación de J.B. Metz, podríamos decir que representan dos proyectos de Teología Fundamental diversos: idealista-trascendental, el del abulense; postidealista, el del valenciano. El estudio se divide en dos partes, enmarcadas por una introducción y una conclusión generales: en la primera aborda la teología de González de Cardedal y en la segunda la de González Faus. En la Introducción general Michael P. Moore señala el objetivo de su investigación (estudio de la credibilidad de Jesucristo en la teología de ambos autores) y el método utilizado (analítico-sintético). Cada parte se divide en dos capítulos: el primero versa sobre la revelación (movimiento de Dios hacia el hombre) y el segundo sobre la fe (movimiento del hombre a Dios en Jesucristo). Cada capítulo se cierra con una breve recapitulación que sintetiza críticamente lo expuesto; y cada parte culmina con una conclusión relativa al autor correspondiente.
Uno de los méritos de esta obra es destacar la perspectiva soteriológica de la credibilidad de la revelación de Dios en Cristo. En efecto, creemos porque en Él descubrimos la salvación que anhelamos. La credibilidad supone afrontar no sólo en quién creemos, sino también por qué creemos y cómo creemos. El teólogo franciscano enfoca el estudio de la persona de Jesucristo como el signo de la credibilidad de la revelación desde la triple perspectiva de la credibilidad: desde lo histórico a lo estrictamente teológico, mediando la cuestión antropológica. En la primera parte analiza la teología de González de Cardedal a partir de la categoría de camino. Así, en el capítulo 1, estudia el camino de Dios hacia el hombre: Jesucristo como caminante y camino creíble, don y per-dón del Padre, que revela y salva. En las diversas lecturas del acontecimiento Jesús -histórica (31-63) antropológica (64-94) y teológica (95-136)- emerge como clave hermenéutica superadora e integradora la categoría de filiación, desde la cual son conjugadas revelación y salvación. De esta manera, la filiación se erige como “fundamento, lugar y contenido de la revelación de Dios en Jesucristo” (111). Moore cree que la relectura por González de Cardedal de la búsqueda del Jesús histórico en clave de ruptura de la “síntesis originaria” suena un “tanto peyorativo” (63). Así, su “cierta relativización” de la dimensión histórica (61) contrasta, sin embargo, con el enorme relieve que le otorga al tema de la autoconciencia filial de Jesús (65-76), desde la cual la soledad del hombre puede ser comprendida como posibilidad de encuentro con el Padre (82-84).
En el capítulo 2 analiza la respuesta de fe, es decir, el camino del hombre hacia Dios: Jesucristo. En primer lugar analiza la estructura antropológica posibilitante de la respuesta de fe –centrada en la esencial apertura y relación que es el hombre-; y, en un segundo momento, estudia la teología de la fe como autoimplicación del hombre desde la totalidad de la persona –cuyo centro es el corazón del hombre- que responde a la autoimplicación de Dios. La antropología del abulense (139-151) gira en torno a las categorías de persona e imagen de Dios, que muestran la dimensión relacional del hombre, absoluto relativo: ante Dios (coraneidad) y desde Dios (imago Dei). Dentro de su teología de la fe se destaca el matiz de procesualidad y de personalización de la fe como respuesta cordial (188-204). Así, la fe es un camino personal cuyo fundamento objetivo está constituido por un triple testimonio: historia, Iglesia y experiencia de gracia. Dios revela definitivamente en Jesucristo que la vocación del hombre es vivir la filiación en la fraternidad.
En la segunda parte (capítulos 3-4) aborda el estudio de la teología de González Faus, cuya clave hermenéutica es la Humanidad de Jesucristo. En el cap. 3 estudia la revelación de Dios en Jesucristo, la Humanidad nueva. Dios se nos da en la creatura que es la Humanidad del Verbo, “no además, por encima o al margen de ella”. La propuesta teológica del teólogo valenciano se presenta como el intento de delinear el rostro humano de Dios: la Humanidad nueva. Propone acercarse a ese rostro a través de una triple lectura: la histórica (236-266), la dogmática (267-291) y la teológica (291-327). Cada una de esas lecturas se despliega en la dialéctica entre lo divino y lo humano: la historia constata la humanidad judía de Jesús en algunos de sus rasgos concretos, en tanto lo divino, queda como pregunta; el dogma conceptualiza el misterio afirmando simultáneamente la divinidad y humanidad de Jesús; y la teología desvela el rostro de Jesús como un rostro que se configura, se desfigura y se transfigura en la realidad, particularmente en la humana, porque lo divino se da en lo humano no sólo como presencia, sino también como dolorosa ausencia que remite a una latencia que pugna para volverse patencia. González Faus relee la historia de Jesús en torno a la categoría de pretensión de definitividad (243-265), que supone una particular síntesis de autoridad y libertad. Pero el fundamento de la pretensión de Jesús sólo se comprende plenamente desde el binomio Abba-Reino, que define su identidad y misión y que encuentra su paralelo antropológico en el de filiación-fraternidad.
El cap. 4 ahonda en la respuesta del hombre a esa revelación divina: la fe traducida en praxis de nueva humanidad. La razón última de la credibilidad de la Persona de Jesucristo reside en que en la Humanidad del Verbo revela plenamente el misterio de Dios y el del hombre, porque Jesús desde siempre –aunque tuviera que aprender a serlo- es el Hijo de Dios. La divinidad de Jesús es lo que hace Hijo a su ser hombre, y al hacerle Hijo, le hace Hermano y Hombre Nuevo. Respecto del hombre, González Faus señala una doble contradicción constitutiva: el hombre es una particularidad pero con pretensión de divinidad (creatura e imagen de Dios); simul iustus et peccator (334-361). Aboga también por deshelenizar la fe (374-385), lo que, a su juicio, permitiría, entre otras cosas, recuperar el carácter teofánico de la praxis de Jesús y, por ende, redescubrir la praxis como dimensión constitutiva de la fe. Pero, lejos de cualquier prometeísmo, para el teólogo valenciano, la fe es un proceso, que compromete a la totalidad de la persona, en el cual lo noético se da en una praxis agápica liberadora, en el seno de una Iglesia sacramento de la misericordia divina –especialmente para los más pobres-, y se consuma en la entrega confiada al Amor revelado en Jesucristo (385-392).
El estudio se cierra con unas conclusiones generales (439-481) que intentan esbozar algunas perspectivas que podrían ser recuperadas y profundizadas, de cara a una propuesta actualizada sobre la credibilidad de Jesucristo. Destacaríamos tres: la relectura de la Humanidad kenótica de Jesucristo en clave de proexistencia; el primado de la ortopraxis en circularidad hermenéutica con la ortodoxia y la ortoestética; y la necesidad de recuperar el seguimiento como lugar epistemológico.
En suma, se trata de una magnífica monografía de obligada lectura, ya que, en estos convulsos tiempos de globalización, nos recuerda que la praxis de Jesús es el criterio de verificación-autentificación de la ortodoxia de la praxis eclesial. No obstante, el espacio dado a la síntesis de la propuesta de los autores es, a veces, hasta excesivo, en perjuicio, por ello, de una más articulada crítica de las interpretaciones. El método de “empatía crítica”, seguido por el autor, se revela bastante adecuado en el tratamien­to de González de Cardedal, pero parece ceder al entusiasmo en la lectura del jesuita valenciano. En algún momento hubiera sido deseable mayor distanciamiento crítico. Mención especial merece la parte técnica por la excelente composición tipográfica, textura y color del papel, que favorecen una lectura fácil y agradable. Enhorabuena a la Editorial por la feliz iniciativa de publicar el libro.


                              Editorial Secretariado Trinitario. Salamanca 2013.

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