Creer
en Jesucristo.
Una propuesta en diálogo
con
O. González de Cardedal y J.I. González Faus.
De Michael P.Moore
Por Álvaro M. Garre Garre
Presentamos
el libro –fruto de la tesis doctoral- del franciscano argentino Michael Patrick
Moore (La Plata, Buenos Aires
1964). Es licenciado en filosofía y doctor en teología por la Universidad
Gregoriana de Roma. Enseña teología fundamental, cristología y pensamiento
franciscano en el bonaerense Instituto Teológico Franciscano “Fr. Luis
Bolaños”. Es también profesor de la Facultad de Teología de la Universidad del
Salvador y del Instituto Superior del Profesorado “Don Bosco”.
El autor intenta mostrar la credibilidad
de la persona de Jesucristo, a través del estudio comparativo de las
cristologías de González de Cardedal y González Faus. Siguiendo la conocida
clasificación de J.B. Metz, podríamos decir que representan dos proyectos de
Teología Fundamental diversos: idealista-trascendental, el del abulense;
postidealista, el del valenciano. El estudio se divide en dos partes,
enmarcadas por una introducción y una conclusión generales: en la primera
aborda la teología de González de Cardedal y en la segunda la de González Faus.
En la Introducción general Michael P. Moore señala el objetivo de su
investigación (estudio de la credibilidad de Jesucristo en la teología de ambos
autores) y el método utilizado (analítico-sintético). Cada parte se divide en
dos capítulos: el primero versa sobre la revelación (movimiento de Dios hacia
el hombre) y el segundo sobre la fe (movimiento del hombre a Dios en
Jesucristo). Cada capítulo se cierra con una breve recapitulación que sintetiza
críticamente lo expuesto; y cada parte culmina con una conclusión relativa al
autor correspondiente.
Uno de los méritos de esta obra es
destacar la perspectiva soteriológica de la credibilidad de la revelación de
Dios en Cristo. En efecto, creemos porque en Él descubrimos la salvación que
anhelamos. La credibilidad supone afrontar no sólo en quién creemos, sino
también por qué creemos y cómo creemos. El teólogo franciscano enfoca el
estudio de la persona de Jesucristo como el signo de la credibilidad de la
revelación desde la triple perspectiva de la credibilidad: desde lo histórico a
lo estrictamente teológico, mediando la cuestión antropológica. En la primera
parte analiza la teología de González de Cardedal a partir de la categoría de camino. Así, en el capítulo 1, estudia
el camino de Dios hacia el hombre: Jesucristo como caminante y camino creíble,
don y per-dón del Padre, que revela y salva. En las diversas lecturas del
acontecimiento Jesús -histórica (31-63) antropológica (64-94) y teológica
(95-136)- emerge como clave hermenéutica superadora e integradora la categoría
de filiación, desde la cual son
conjugadas revelación y salvación. De esta manera, la filiación se erige como
“fundamento, lugar y contenido de la revelación de Dios en Jesucristo” (111).
Moore cree que la relectura por González de Cardedal de la búsqueda del Jesús
histórico en clave de ruptura de la “síntesis originaria” suena un “tanto
peyorativo” (63). Así, su “cierta relativización” de la dimensión histórica
(61) contrasta, sin embargo, con el enorme relieve que le otorga al tema de la
autoconciencia filial de Jesús (65-76), desde la cual la soledad del hombre
puede ser comprendida como posibilidad de encuentro con el Padre (82-84).
En el capítulo 2 analiza la respuesta de
fe, es decir, el camino del hombre hacia Dios: Jesucristo. En primer lugar
analiza la estructura antropológica posibilitante de la respuesta de fe
–centrada en la esencial apertura y relación que es el hombre-; y, en un
segundo momento, estudia la teología de la fe como autoimplicación del hombre
desde la totalidad de la persona –cuyo centro es el corazón del hombre- que
responde a la autoimplicación de Dios. La antropología del abulense (139-151)
gira en torno a las categorías de persona
e imagen de Dios, que muestran la
dimensión relacional del hombre, absoluto relativo: ante Dios (coraneidad) y desde Dios (imago Dei). Dentro de su teología de la
fe se destaca el matiz de procesualidad y de personalización de la fe como
respuesta cordial (188-204). Así, la fe es un camino personal cuyo fundamento
objetivo está constituido por un triple testimonio: historia, Iglesia y
experiencia de gracia. Dios revela definitivamente en Jesucristo que la
vocación del hombre es vivir la filiación en la fraternidad.
En la segunda parte (capítulos 3-4)
aborda el estudio de la teología de González Faus, cuya clave hermenéutica es
la Humanidad de Jesucristo. En el cap. 3 estudia la revelación de Dios en
Jesucristo, la Humanidad nueva. Dios se nos da en la creatura que es la
Humanidad del Verbo, “no además, por encima o al margen de ella”. La propuesta
teológica del teólogo valenciano se presenta como el intento de delinear el
rostro humano de Dios: la Humanidad nueva. Propone acercarse a ese rostro a
través de una triple lectura: la histórica (236-266), la dogmática (267-291) y
la teológica (291-327). Cada una de esas lecturas se despliega en la dialéctica
entre lo divino y lo humano: la historia constata la humanidad judía de Jesús
en algunos de sus rasgos concretos, en tanto lo divino, queda como pregunta; el
dogma conceptualiza el misterio afirmando simultáneamente la divinidad y
humanidad de Jesús; y la teología desvela el rostro de Jesús como un rostro que
se configura, se desfigura y se transfigura en la realidad, particularmente en
la humana, porque lo divino se da en lo humano no sólo como presencia, sino
también como dolorosa ausencia que remite a una latencia que pugna para
volverse patencia. González Faus relee la historia de Jesús en torno a la
categoría de pretensión de definitividad
(243-265), que supone una particular síntesis de autoridad y libertad. Pero el
fundamento de la pretensión de Jesús sólo se comprende plenamente desde el
binomio Abba-Reino, que define su
identidad y misión y que encuentra su paralelo antropológico en el de
filiación-fraternidad.
El cap. 4 ahonda en la respuesta del
hombre a esa revelación divina: la fe traducida en praxis de nueva humanidad.
La razón última de la credibilidad de la Persona de Jesucristo reside en que en
la Humanidad del Verbo revela plenamente el misterio de Dios y el del hombre,
porque Jesús desde siempre –aunque tuviera que aprender a serlo- es el Hijo de
Dios. La divinidad de Jesús es lo que hace Hijo a su ser hombre, y al hacerle
Hijo, le hace Hermano y Hombre Nuevo. Respecto del hombre, González Faus señala
una doble contradicción constitutiva: el hombre es una particularidad pero con
pretensión de divinidad (creatura e imagen de Dios); simul iustus et peccator (334-361). Aboga también por deshelenizar
la fe (374-385), lo que, a su juicio, permitiría, entre otras cosas, recuperar
el carácter teofánico de la praxis de Jesús y, por ende, redescubrir la praxis
como dimensión constitutiva de la fe. Pero, lejos de cualquier prometeísmo,
para el teólogo valenciano, la fe es un proceso, que compromete a la totalidad
de la persona, en el cual lo noético se da en una praxis agápica liberadora, en
el seno de una Iglesia sacramento de la misericordia divina –especialmente para
los más pobres-, y se consuma en la entrega confiada al Amor revelado en
Jesucristo (385-392).
El estudio se cierra con unas
conclusiones generales (439-481) que intentan esbozar algunas perspectivas que
podrían ser recuperadas y profundizadas, de cara a una propuesta actualizada
sobre la credibilidad de Jesucristo. Destacaríamos tres: la relectura de la Humanidad
kenótica de Jesucristo en clave de
proexistencia; el primado de la ortopraxis en circularidad hermenéutica con la
ortodoxia y la ortoestética; y la necesidad de recuperar el seguimiento como
lugar epistemológico.
En suma, se trata de una magnífica monografía
de obligada lectura, ya que, en estos convulsos tiempos de globalización, nos
recuerda que la praxis de Jesús es el criterio de verificación-autentificación
de la ortodoxia de la praxis eclesial. No obstante, el espacio dado a la
síntesis de la propuesta de los autores es, a veces, hasta excesivo, en
perjuicio, por ello, de una más articulada crítica de las interpretaciones. El
método de “empatía crítica”, seguido por el autor, se revela bastante adecuado
en el tratamiento de González de Cardedal, pero parece ceder al entusiasmo en
la lectura del jesuita valenciano. En algún momento hubiera sido deseable mayor
distanciamiento crítico. Mención especial merece la parte técnica por la
excelente composición tipográfica, textura y color del papel, que favorecen una
lectura fácil y agradable. Enhorabuena a la Editorial por la feliz iniciativa
de publicar el libro.
Editorial
Secretariado Trinitario. Salamanca 2013.
No hay comentarios:
Publicar un comentario